jueves, 2 de junio de 2016

Silbatos inútiles, mujeres ejemplares.




Junto con el silbato de Mancera, el peor insultó que le podemos hacer a una mujer hoy es subestimarla, no reconocer su valorJunto con el silbato de Mancera, el peor insultó que le podemos hacer a una mujer hoy es subestimarla, no reconocer su valor.

Armando Enríquez Vázquez.

Nada más absurdo que ser parcial cuando se es autoridad. Nada más peligroso que en aras de defender a los llamados grupos vulnerables crear la posibilidad de empoderar sin evaluar a las personas.
En una vieja lectura de Jorge Ibargüengoitia encontramos el caso de una mujer que, en la fila del supermercado, accidentalmente o no se pone entre su compra unos chamorros que el escritor compró, al tomarlos el escritor. La mujer se limita a decirle que no se atrevería a hace eso si fuera hombre. A lo cual Ibargüengoitia en una de los más claros ejemplos de cordura se limita a irse del supermercado.
Hace tan sólo unas semanas al subirme al camión tomé asiento y mientras esperaba que este saliera de la base, observé subirse a otros pasajeros, entre ellos a una joven de amarillos audífonos que se sentó en los asientos delanteros del camión. Poco antes de que este iniciara la marcha ocupó el asiento contiguo un hombre mayor. Al poco tiempo la muchacha se levantó hecha una furia y maldiciendo. Caminó el pasillo del autobús y antes de llegar a la fila de los últimos asientos que era donde yo estaba sentado, le arrancó unas copias fotostáticas de la mano a una pasajera y me las aventó al grito de: ¡Ponte a leer!
No fue el interés de la mujer por mi instrucción lo que llamo la atención, sino que después de que se arrellanó en uno de los asientos pegados a las ventanas del autobús, se levantó y le arranco la pinza de pelo a la misma mujer que había sido sacada de forma violenta de su lectura y señalándome le gritó: ¡Defiéndete, que te está agrediendo!
Recordé entonces a Ibargüengoitia y viendo un asiento vacío al frente del autobús me cambié a él. Minutos después al bajarme en mi parada sopesé lo que podría haber pasado si hubiera contestado de cualquier forma a la mujer en cuestión o si no me hubiera cambiado de asiento. En una sociedad como la nuestra por lo menos me hubiera llevado un par de puñetazos de otros pasajeros que realmente hubieran creído en la palabra de la chica y en el peor de los casos ya veo al conductor del camión parando una patrulla con un final digno aquella historia de la infancia de Alfred Hitchock en que sin saber porque se veía detenido. Entendí la tragicomedia que vivió uno de nuestros grandes escritores en esto de la lucha de los sexos.
Hoy que el ingenioso Doctor Mancera, piensa que una de las mejores armas que puede dar a una mujer a punto de ser agredida o que en el peor de los casos ya lo fue, es un silbato, resulta perturbadora la idea de que una desquiciada como la que me topé aquel día pueda tener uno de estos silbatos que le da un poder sobre muchas situaciones y que en verdaderas situaciones de peligro casi puedo apostar que el silbato es tan inútil como llevar una caja de serpentinas.
Ya sabemos que Mancera piensa de una manera peculiar; salvar a gente de ser atropellada por autos que corren en la CDMX (Marca Registrada) a gran velocidad, para hacernos morir a todos ante los altos niveles de contaminación a los que nos enfrentamos durante este mes, es el más claro ejemplo de esta reducción al absurdo del pensamiento del Jefe de Gobierno.
Hace poco también vimos en redes sociales como una mujer golpeó al sujeto que intentó manosearla en el metro, lo cual, si no es loable, si habla del hartazgo de las mujeres ante la gandulería, falta de educación y prepotencia de muchos hombres que andan por la vida demostrando su estúpida mentalidad machista. Hoy en día a diferencia de la mujer del texto de Ibargüengoitia no hay ya una distinción de género para que a uno le partan la madre.
Y nos habla también de una mujer empoderada, que sale a trabajar a luchar y que a diario la vemos en las calles, las oficinas, las construcciones, taxis, universidades y otras actividades intelectuales y físicas demostrando una competencia a la par de cualquiera. Existen Millones de madres que levantan hogares y dan carreras a sus hijos a falta de un hombre que irresponsablemente las abandonó y se desentendió de su parte económica. De eso no hablan los políticos, que se creen los grandes protectores del sexo femenino promoviendo leyes fútiles para madres solteras. Con vergonzantes campañas como la del Partido Verde que parece promover a las jóvenes madres solteras, lo que fomenta el circulo de pobreza extrema y no una política de educación sexual y promoción del uso del condón.
Junto con el silbato de Mancera, el peor insultó que le podemos hacer a una mujer hoy es subestimarla, no reconocer su valor, pretender como lo hacen los partidos políticos que en el hablar de equidad de género están consecuentando con dádivas a la mayoría poblacional de nuestro país.
Mancera debería estar trabajando de la mano de Eruviel Ávila, en un problema tan grave como es la desaparición y asesinato de mujeres en el Valle de México, recordemos que hay más mujeres asesinadas en el Estado de México de lo que jamás hubo en Ciudad Juárez, en lugar de regalar silbatos que como le ha pasado a lo largo de su gobierno le puede salir más caro el caldo que las albóndigas.

publicado el 27 de mayo de 2016 en blureport.com.mx

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