En 2015 se cumplieron
cien años de que esta valiente enfermera fue fusilada por los alemanes por
traición.
Armando Enríquez
Vázquez
Desde el momento en que cayó muerta por las balas de pelotón
de fusilamiento alemán, Edith Cavell se convirtió en la primera mártir inglesa
de la I Guerra Mundial. Su figura como salvadora de soldados heridos sin
importar el bando para el que lucharan la revistió de un halo. A lo largo del
tiempo que ejerció su profesión durante la guerra ayudó a cientos de soldados
aliados a regresar, sanos a Inglaterra, su famosa frase final frente a los
alemanes que la fusilaron: “No basta con el patriotismo, no debo tener odio, ni
resentimientos en contra de nadie”, muestra el temple de esta mujer.
Edith Cavell, enfermera de profesión y espía por convicción,
de acuerdo con lo que reveló la investigación de Stella Rimington, quien fungió
de 1992 a 1996 como Directora-General del MI5, que es como se conoce al
servicio de inteligencia británico, en un programa de la BBC sobre el
centenario de la muerte de la heroína inglesa.
Edith Louisa Cavell nació el 4 de diciembre de 1865, en el
poblado de Swardeston en Inglaterra. Hija de un vicario, su educación fue
suficiente para permitirle trabajar como institutriz en Inglaterra y en
Bélgica. Pero tuvo que abandonar su trabajo en Bruselas, para regresar a Londres
y cuidar a su padre que estaba en enfermo.
Una vez que el padre hubo recuperado la salud. Cavell
decidió estudiar enfermería y tomó los cursos necesarios en el Hospital de
Londres en 1900. Siete años después, fue contratada por la escuela de
enfermería de Bruselas que acababa de ser inaugurada. Cavell ayudó a formar
enfermeras no sólo en el hospital en Bruselas, sino en diferentes hospitales de
Bélgica. También escribió artículos para diferentes revistas sobre enfermería. Cuando
estalló la I Guerra Mundial Cavell se encontraba con su madre en Inglaterra,
pero a la brevedad regresó a Bruselas, sólo para encontrar el país y la ciudad
invadidos por las tropas alemanas.
Una mujer alta, pálida, delgada, que regía su vida por las
reglas, incluso aquellas que ella misma imponía y carente de sentido del humor
de acuerdo con el testimonio de una de las enfermeras que trabajó para ella en
una entrevista para la BBC en 1962, armó una red amateur de espionaje, como
definió Rimington de espionaje, que se dedicó no solo a ayudar a soldados
aliados a cruzar las frontera alemana, si no pasó secretos de inteligencia en
pedazos de tela escondidos en los zapatos, pañuelos y tacones de los soldados
que iban de regreso a Inglaterra. Los alemanes dictaron una ley donde aquellos
que ayudaran a ciudadanos de la alianza a salir de la zona ocupada por los
alemanes, serían acusados de traición. Los primeros en beneficiarse de esta peligrosa
actividad de Cavell fueron un coronel y un sargento ingleses, en noviembre de
1914. A partir de ese momento Cavell y sus conocidos lograron ayudar a 200
soldados a regresar a Inglaterra y de acuerdo con cifras extraoficiales fueron
más de 900 soldados.
A finales de julio de 1915 dos de los colaboradores belgas de
Cavell fueron detenidos por la policía militar alemana y cinco días después los
alemanes entraron en el hospital de Cavell y la arrestaron.
De acuerdo con el Gobernador Militar de Alemania en Bélgica,
El general Moritz von Bissing, Cavell era consciente de su culpabilidad como
espía.
Detenida en la prisión de St. Gilles, el juicio al que fue
sometida fue muy corto y fue encontrada culpable de traición y condenada a la
muerte. El veredicto fue una verdadera sorpresa y cubetada de agua fría para
todos los gobiernos aliados. Los representantes de los gobiernos de Estados
Unido y España en Bélgica trataron de interceder en favor de la enfermera. Pero
la respuesta de los alemanes fue una rotunda negativa. El Conde Harrach, uno de
los oficiales alemanes en Bélgica contestó:
“Prefiero ver a la
señorita Cavell fusilada que al más humilde soldado alemán herido y lo único
que lamento es no poder fusilar a otras tres o cuatro ancianas inglesas.
La mañana del 12 de octubre de 1915 Edith Cavell fue
fusilada en Bruselas. Su ejecución causó de inmediato una reacción mundial de
repudio a los alemanes. Los ingleses crearon canciones, panfletos y películas
como propaganda. Incluso una montaña en Canadá fue bautizada con su nombre. El
mismo Sir Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes, escribió:
“Todo mundo debe
sentirse asqueado por el acto de barbarie de los soldados alemanes al asesinar
a grandiosa y gloriosa mujer.”
Al momento de su muerte Edith Cavell, la vieja inglesa según
el oficial alemán, tenía 49 años.
publicado en mamaejecutiva.net el 8 de agosto de 2017
imagen: wikipedia.org
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