miércoles, 16 de agosto de 2017

Hanna Hammarström y los cables del teléfono.





Innovar, crear e inventar para satisfacer las necesidades de la creciente industria telefónica sueca, fueron sólo algunos de los logros de esta empresaria sueca del siglo XIX.
Armando Enríquez Vázquez
Entre las empresarias desconocidas del siglo XIX se encuentra Hanna Hammaström, dueña de un importante monopolio. Luchando en un mundo de hombres y tecnología, fue capaz de mantener su conciencia de género en una época donde nadie hablaba ni de derechos humanos, ni de equidad de género.
Hanna Hammarström nació en Estocolmo el 4 de noviembre de 1829, su padre fue un comerciante dedicado al algodón y la seda. Par Hammarström creía firmemente en dar un oficio a sus hijos sin importar el sexo, por lo que en algún momento empleó a Hanna y esta terminó aprendiendo a trabajar el alambre a partir de máquinas, lo que le permitía enrollarlo y venderlo a diferentes empresas dedicadas a confeccionar diferentes artículos femeninos como sombreros que lo necesitaban para crear el armazón del producto.
En 1883, se fundó la empresa pública sueca de telefonía llamada Stockholms Allmänna Telefonaktiebolag. Esta empresa pretendía competir con la empresa de Alexander Graham Bell, que había instalado la primera red telefónica en Suecia, pero que resultaba muy cara para los habitantes de Estocolmo. Hanna, entonces una mujer de 54 años se enteró de lo caro que resultaba comprar el cable telefónico de cobre en Suecia, ya que este se importaba de Alemania y comenzó a experimentar con sus máquinas el producir los rollos de cable de cobre que necesitaba la industria telefónica. Hanna logró un mejor producto y más barato que el cable alemán, lo que aunado a su amistad con el magnate sueco de la telefonía Lars Magnus Ericsson le ayudó a posicionarse en un ambiente que era doblemente hostil para las mujeres; El mundo de negocios y el mundo de la tecnología. Sin embargo, Hanna Hammarström logró no sólo sobrevivir en ambos, sino que los conquistó.
Hanna Hammarström fundó y consolidó un verdadero monopolio, al convertirse en la única persona en vender cable de cobre galvanizado para telefonía en Suecia y exportando su producto a Finlandia. Su fábrica estaba situada en Estocolmo y para la operación de la misma Hanna sólo ocupaba mujeres a las que ella misma capacitaba. Para 1886, la labor y la calidad del producto de Hammarström, le ganaron el primer lugar en la exhibición sueca acerca de la energía eléctrica y maquinaria para producirla y similares.
Poco o nada más allá de esto es lo que se puede encontrar de información acerca de Hanna Hammarström, pero su vida y su actividad como empresaria en el mundo masculino a finales del siglo XIX y principios del XX son relevantes. Supongo, también que Hammarström, nunca se casó, como tampoco tuvo descendientes. Tal vez, por eso nadie se ha interesado en contar su historia.
Hannah Hammarström se mantuvo al frente de su empresa hasta su muerte en 1909. Tenía 79 años.

publicado el 31 de julio de 2017 en mamaejecutiva.net
imagen: wikipedia.org

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