En materia de series policíacas aun existen historias inteligentes y provocativas que no se regodean únicamente en un criminal y su sádico comportamiento.
Armando Enríquez Vázquez
En el clásico texto Amor
y Occidente escrito por Denis de Rougemont y publicado por primera vez en
1938, el autor inicia con la frase: “Caballeros, ¿os gustaría oír un bello
cuento de amor y muerte?... “, a lo que el autor responde de manera afirmativa
para dar paso a uno de los ensayos literarios más importantes del siglo pasado.
Sin embargo, pareciera que en esta segunda década del siglo XXI nos interesa
mucho más oír una muerte y más muerte.
Nada ha cambiado más en nuestro gusto por las historias que
la atracción a las narraciones oscuras y hasta pervertidas. Del cine de horror
y monstruos, al cine gore lleno de sangre y del gore hemos pasado en las
últimas dos décadas a confundir el terror con el sadismo y el masoquismo. De
las historias de la inteligencia policiaca, a la de los casos extremos a la
normalidad de un asesino serial y la brutalidad que ejerce en sus víctimas. De
la barbarie anónima de los universos zombie a las historias de asesinos
seriales, de asesinos solitarios a bandas criminales las pantallas de cines y
dispositivos portátiles ofrecen una gran cantidad de estas historias. Las
librerías y periódicos exhiben también gran número de historias relacionadas
con la muerte, novelas policiacas, novelas criminales, nota roja y nota
realmente splatter.
Y dentro de los asesinos seriales no hay serie más exitosa
que Criminal Minds que se estrenó en
2005 y llegó ya a su treceava temporada, la serie narra las aventuras de una
unidad del FBI dedicada a los crímenes y criminales seriales.
Netflix acaba de estrenar Mindhunter la respuesta a esta exitosa serie, basada en un libro
del mismo nombre escrito por un ex agente del FBI y uno de los creadores de las
investigaciones que ayudan a crear los perfiles de los asesinos en serie desde
una perspectiva científica. John Douglas junto con Mark Olshaker escribieron
este libro, aunque la estrella es Douglas quien en la vida real se entrevistó
en los setenta con diferentes asesinos seriales dando paso a una nueva unidad
dentro del FBI dedicada a analizar a través de la psicología y la sociología el
comportamiento de estos criminales. De hecho, todo aquello que hoy se reproduce
en las novelas de corte policiaco y criminal como base de las sesudas conclusiones del detective o en el preámbulo de
que el asesino ponga cuchillos y navajas en obra está directamente relacionado
con las investigaciones de Douglas.
La serie de Netflix producida por David Fincher productor y
director también de House of Cards, Seven
y Fight Club, narra a manera de
ficción entrelazando a personajes reales, los inicios y creación de esta unidad
especializada del FBI.
Oscura y gráfica la serie se construye a partir de dos
personajes; Holden Ford (Jonathan Groff) y Bill Tench (Holt McCallany) agentes
de diferente edad y origen que se unen para crear nuevos y más efectivos
métodos de enseñanzas para los agentes del FBI y que ante la curiosidad y más
tarde terquedad y perseverancia de Holden Ford terminarán creando una nueva
unidad para el FBI.
En el primer capítulo Ford escucha a otro instructor del
FBI, hablar acerca de cómo los tiempos han cambiado, de cómo los asesinos y sus
formas de operar han cambiado también. Al mismo tiempo conoce a una estudiante
de maestría en sociología de la Universidad de Virginia que le habla de otras
realidades. Ford decide entonces pedir permiso y entrar a la Universidad de
Virginia a tomar clases de sociología. La gran revolución social de los
sesentas ha terminado, Vietnam es la primera gran guerra que Estados Unidos
pierde, la resaca de volver a la realidad de un gobierno ineficiente y
burocrático con pretensiones autoritarias, incluso la incertidumbre sobre la
realidad y veracidad de la democracia son puntos clave en la transformación de
sociedad que comienza a ver crímenes aberrantes y que está a punto de descubrir
que estas aberraciones son más comunes de lo que quisieran creer y pueden caer
dentro de patrones sociales comunes a muchos norteamericanos. Una sociedad que
comienza a desconfiar de su gobierno y a sentirse desamparada.
Esta primera temporada se desarrolla a través de diez
capítulos de manera brillante. Mindhunters crea personajes memorables por la
frialdad con la que se conducen, aunque su mundo interno sea el de la desolación,
construidos a partir de los asesinos seriales reales que existían en los años
setenta en Estados Unidos. Edmund Kemper interpretado de manera magistral por
Cameron Britton, lleva una serie de secuencias con Ford que son memorables,
asimismo Happy Anderson interpreta a otro asesino serial llamado Jerry Brudos,
también crea un personaje cínico y repulsivo.
Con la llegada de una académica al grupo; Wendy Carr (Anna
Torv) se intenta estructurar de una manera racional el estudio de las mentes
criminales, lo que muchas veces es inaceptable para la rebelde mente de Ford.
Interesante resulta como la personalidad de Ford se va transformando hasta llegar
a ser un hombre egocéntrico, arrogante y terco que lo hace despreciar las
reglas que han creado al interior de la unidad y las mismas reglas del FBI.
Mindhunter es una muy buena serie qué va más allá del simple
universo perversamente lógico de un asesino y acerca al espectador pero sobre
todo a los policías asépticos y clínicos de otras series de manera tangible con
la caótica existencia de nuestros días, infiltrándose en la mirada, torciendo
la lógica de la ley y el orden de la arquetípica sociedad democrática que
pretendemos habitar.
publicado en roastbrief.com.mx el 23 de octubre de 2017
imagen: Netflix
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