lunes, 12 de noviembre de 2018

Maniobras totalitarias desde el disfraz de izquierda.



La demagogia, el populismo y las promesas de crecimiento con mejoras sustanciales en los niveles de vida son promesas comunes a los sistemas totalitarios que amenazaron con acabar con países el siglo pasado.

Armando Enríquez Vázquez

Mucho se ha hablado de los orígenes priístas del Presidente Electo, de su falta de visión democrática, de su autoritarismo y de como se ha permitido todos los lujos que ha criticado en otros en su quehacer diario y el de su familia, con un hijo que compra departamentos de 12 millones de pesos sin problemas o viaja por Europa de la misma manera y visitando los mismos lujares que la llamada mafia del poder.
El problema no está en el pasado y presente de nuestro propio Trump, si no de lo que se prepara a hacer en un país sustentado en una frágil democracia como el nuestro.
Claro que existen puntos que también desde la oposición al futuro gobernante se exageran, como la ya despreciada marcha fifí; la decisión acerca del NAICM, no tendría ningún problema, si López Obrador hubiera hecho su santa voluntad como presidente, sin disfrazarla con una consulta a todas vistas sesgada y tramposa. Cualquier presidente ha tomado decisiones que lesionan intereses del pueblo, el FOBAPROA por ejemplo, sin que nadie pueda hacer nada y de una manera disfrazada de legal con el apoyo de su mayoría servil en el Congreso de la Unión.
Pero lo peligroso de López Obrador, quién si conoce la historia, es que prepara repetir acciones que hicieron que surgieran las más terribles dictaduras del siglo XX; La Alemania Nazi, La Italia Fascista, España de Franco, Cuba de Fidel Castro o la dictadura más cruel del siglo XXI Nicolás Maduro en Venezuela.
La creación de milicias juveniles tiene como claro propósito adoctrinar a jóvenes en la ideología distorsionada de López Obrador y el grupo de empresarios y políticos chapulines que lo respaldan. Además de adoctrinarlos, los jóvenes al ser parte de una milicia serán adiestrados en tácticas militares y paramilitares para reprimir a los opositores y amedrentar a la población. Un poco o un mucho como camisas pardas o camisas negras. Los nuevos halcones de hombre que desde su militancia aprobó las acciones de Luis Echeverría en los años setenta.
El nuevo presidente habrá de operar desde el odio clasista y racista que muchos en el país sienten frente a una clase política nacida en el PRI y el PAN que siempre los desprecio en todos los sentidos, en contra de una clase media desprotegida que nunca apoyo a López Obrador, pero tampoco aprobaba del todo a los otros dos partidos gobernantes. “Un pueblo sabio” que ahora cree que tiene el poder sin darse cuenta qué son y serán sólo un instrumento de control del estado. Las milicias paramilitares pagadas en otras décadas por empresarios, latifundistas y terratenientes y permitidas por gobernadores y autoridades federales, hoy serán pagadas desde las arcas del gobierno con el disfraz de programas sociales y acciones en pro de grupos en desventaja. El hambre satisfecha con fondos del gobierno hará a estos hombres y mujeres que habrán de integrar a las milicias represoras, militantes fieles a López Obrador.
El círculo se cerrará gracias a uno de los programas más interesantes y necesarios planteados por el Presidente Electo, pero que en el fondo creará un grave problema en la sociedad mexicana. Es cierto que el aparato burocrático de este país es enorme y no reporta mayor beneficio al crecimiento del PIB y si promueve la corrupción. Corrupción que va desde aviadores en las dependencias de gobierno, mordidas por trámites, trámites en exceso y duplicidad de funciones. A esto debemos sumar la gran cantidad de seres humanos concentrados en una zona del país; la Ciudad de México y la zona metropolitana. La descentralización es una medida que ningún ex presidente se atrevió a tomar. El INEGI fue un experimento del que ninguno replicó pero que fue exitoso, para todos.
La idea de López Obrador es magnífica y requiere sólo un estudio de impacto en las ciudades que recibirán a la burocracia nacional para crear una logística para descentralizar de una manera ordenada lógica y que no dañe los intereses ni de aquellos que llegaran a habitar las ciudades, ni de aquellos que residen en ellas.
Pero planteada como lo propone el Presidente Electo la propuesta puede tener una serie de efectos colaterales que deben ser estudiadas, la primera es que tal vez existan personas que por diferentes razones no estén de acuerdo con el traslado de su fuente de trabajo y decidan quedarse en la capital por diferentes razones, si por un lado esto promoverá el empleo en las ciudades a las que llegue la dependencia creará problemas de desempleo en la capital del país a menos que exista un programa de promoción de creación de empleos para estas personas. La otra es que a la larga y una vez lograda la descentralización de todas las dependencias de gobierno ¿óomo se solucionarán los problemas que quedarán en una Ciudad de México? que tendrá muy probablemente una sobreoferta de oficinas y departamentos para vivienda que tal vez se solucione con los habitantes de los municipios aledaños del Estado de México, entidad a la que se trasladaría el problema, eso sin contar el déficit de empleos y la posible alza de la criminalidad. El primero se soluciona volviendo al punto de las milicias simpatizantes del gobierno y el segundo también.
López Obrador, como Fox en su momento, no se da cuenta que no necesita a nadie del pasado para legitimar su presidencia, el permitir la presencia de personajes nefastos como Elba Esther Gordillo, Carlos Romero Deschamps durante su gobierno, sólo habla del regreso a los tiempos del corporativismo que aseguren que su discurso de odio y demagógico será escuchado y apoyado al menos en apariencia por miles y millones de mexicanos. Con las que llenará plazas y el Zócalo demostrando ese músculo que necesita para amedrentar a la sociedad civil, que tanto desprecia, una táctica del fascismo, del Nazismo, de Castro y Maduro.
Por eso López Obrador no va actuar contra los verdaderos lastres de la productividad de México y su gobierno; los sindicatos. Los despidos que planea afectan a millones de mexicanos que trabajan como personal de confianza y free lance en las dependencias que no son representados por nadie que pueda ofrecer millones de votos a Morena. La aprobación de libertad de afiliación de trabajadores al sindicato de su elección, sólo es una táctica para crear la versión morenistas de la CTM y poder deshacerse de ese sector del PRI.
Su perdón a los corruptos de este sexenio es una forma de congraciarse con su antiguo partido, con muchos de los discípulos de sus maestros y sobre todo con Carlos Salinas de Gortari a quien no se atreve a tener como enemigo. La cuarta transformación requiere la validación de quien tiene aun la mayoría de los hilos del poder en el país, con el tiempo y las estrategias de López Obrador y su equipo a lo mejor esto cambie.
Las consultas opacas y sesgadas a las que está acostumbrado Andrés Manuel, porque ya las sufrimos cuando como Jefe de Gobierno del Distrito Federal hizo la primera farsa de una consulta de revocación del mandato, con una supuesta encuesta telefónica. A las mentiras populistas como en la que quiso involucrar del gobierno francés que el mismo presidente Macron desmintió más rápido de lo que el Presidente Electo tardó en formular su respuesta.
La creación de los llamados virreyes estatales, quienes incluso parece que decidirán cual estado merece recursos federales y cual no, basado en la militancia, obediencia y servilismo al tlatoani tabasqueño, es otro de los graves problemas que habremos de enfrentar y cuya idea está dirigida a acallar a gobiernos de otros partidos que puedan ser críticos del gobierno federal. Esto será aun peor en los gobiernos estatales que encabece Morena porque los recursos se gastarán en crear bases leales al partido.
Grupos empresariales de los que hoy sobresale Rioboo, al que López Obrador como Jefe de Gobierno del Distrito Federal blindó con la opacidad de no hacer pública la información acerca de los costos del segundo piso, o la presencia de Alfonso Romo, y su proyecto de árboles frutales y maderables en el sureste del país, tienen ese aire de la derecha que al igual que Higa y OHL controlaron las decisiones de Peña Nieto.
López Obrador tiene algunas buenas ideas, lo que no significa que estén basadas en buenas intenciones, México ha comenzado a ver el cambió porque ha cumplido las primeras promesas de su campaña; la cancelación del aeropuerto, el fin a las onerosas pensiones de ex presidentes, la nueva ley de ingresos para servidores públicos que Peña Nieto se ha rehusado a firmar, pero tristemente su actitud y su discurso de odio no dejan de tener el tufillo perturbador de quien planea más que una cuarta transformación erigirse en el tercer dictador de México.


publicado en blureport.com.mx el 4 de noviembre de 2018

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