martes, 20 de diciembre de 2016

Cuestiones de dinero, ética y valor.



Peña Nieto no se levanta pensando como joder a México, porque ya se lo chingó. Los ejemplos están ahí y los conocemos todos.

Armando Enríquez Vázquez

Al llegar al último tramo del gobierno fallido de Enrique Peña Nieto, nos enfilamos a un catastrófico fin de sexenio. Enrique Peña Nieto quien salió más viajero que Luis Echeverría y mucho más corrupto que Carlos Salinas se ha dedicado a contarnos poco de lo mucho que su gobierno y sus funcionarios han amparado en materia de corrupción y desfalco de las finanzas públicas. Él y Enrique Ochoa Reza pretenden que los mexicanos creamos que la corrupción que se ha dado a lo largo de este sexenio se limita a Veracruz y Sonora, cuando los casos de Quintana Roo, Chihuahua, Durango, Coahuila entre otros están claramente documentados. Cuando nadie le quiere entrar al tema de Colima y la alianza de gobernadores Priístas con el narcotráfico al más puro estilo de lo sucedido en Tamaulipas. Un presidente qué con arrogancia, ignorancia y la prepotencia que presupone su tono paternalista, no puede pretender que los mexicanos lo tememos en serio cuando su voracidad ha quedado al descubierto casi desde el inicio de su desastroso gobierno. Porque de las muchas transas de Peña Nieto no se cuenta lo suficiente y lo que se cuenta, cuenta mucho en el desánimo y enojo de los mexicanos.
Peña Nieto no se levanta pensando como joder a México, porque ya se lo chingó. Los ejemplos están ahí y los conocemos todos, pero como otro botón; Peña Nieto olvidó en su presupuesto para el 2017, el rubro de la seguridad. Algo que a los mexicanos se nos hace conforme a recientes y constantes encuestas en todos los medios la prioridad en estos momentos. Tal vez sea que el presidente, como muchos en el mundo de hoy comienza a cuestionar la validez de encuestas y encuestadores, por lo del Brexit, la paz colombiana y el triunfo de Trump y por lo tanto como Miguel Ángel Mancera crea que con sólo taparse los ojos el crimen organizado ya no existe.
Después de un patético mensaje a la nación que suena más falso que la eficacia de sus reformas, Enrique Peña Nieto pretende hablar de unidad a un país que tiene un salario mínimo de 80 pesos, dictado por avariciosos empresarios y diputados federales que reciben poco más de millón de pesos como aguinaldo, un aguinaldo que no es proporcional a los días que estos saqueadores de la nación trabajan, ni al descarado ausentismo con el que paralizan la legislación de la nación.
Peña Nieto habla de unidad cuando con la ineficiencia de los órganos de justicia promovida desde Los Pinos, el presidente se ha encargado de dividir a los mexicanos ante la falta de una respuesta verosímil de lo sucedido en Ayotzinapa y el crimen de estado, o al menos su complicidad en el mismo. Peña Nieto no puede hablar de unidad cuando fue él el traidor a México y los mexicanos al recibir al presidente electo de Estados Unidos Donald Trump, durante su campaña y no tener el valor de cuestionarlo acerca de sus pronunciamientos en contra de los mexicanos. Eso sin contar que sirvió de trampolín para que la campaña del histriónico empresario repuntara.
¿Cómo Peña Nieto, que debería haber despedido a todos sus asesores y escritores de discursos desde el asunto de la Casa Blanca, se atreve a hablar a los mexicanos de unidad? No hay nada más cesionista que su reforma en materia de energía que abre la brecha al aumentar la inflación. ¿Cuál unidad cuando parece que su objetivo principal es dividir a México entre una clase privilegiada y supuestamente política y empresarial que no saben trabajar ni competir, que saben de explotación y control de los ciudadanos y otra cada vez con menor poder adquisitivo y menor acceso a servicios de salud de calidad? Esos padres de familia que se levantan en la madrugada a sacar adelante a su familia, y a los que hizo alusión Peña Nieto, nada tienen que ver con un diputado se levanta a las once para ordenar sus negocios particulares ostentando una placa legislativa y un fuero que los convierte en criminales con permiso de delinquir, cuando un secretario de estado, se reúne a mediodía a comer con empresarios extranjeros a armar las estrategias para deshacer a los empresarios nacionales y entregarles el país en un restaurante de cinco estrellas y con cargo al erario de la nación.
La salida de Agustín Carstens del Banco de México, abre todo tipo de suspicacias. Y estas se verán confirmadas si Peña Nieto se atreve a nominar a Luis Videgaray para sustituir a Carstens, entonces sabremos qué podemos esperar en materia de sumisión financiera del país, recordemos que fue Videgaray quien insistió a Peña Nieto a invitar a Trump, oponiéndose a la opinión de los titulares de Relaciones Exteriores y Gobernación. Hoy más que nunca debemos tener la capacidad de leer entrelíneas los discursos populistas y demagógicos de Peña Nieto.
Cuatro años de gobierno que han sido una pesadilla para México y para los mexicanos, el favoritismo a mediocres empresas españolas como OHL, haciendo a un lado a empresas mexicanas de fama internacional como ICA. De protección a la delincuencia organizada, de promoción de la corrupción desde los despachos de los secretarios de estado, como se ha demostrado en el caso de Gerardo Ruiz Esparza y los audios que lo involucran con OHL. De secretarios arrogantes e ignorantes como Aurelio Nuño, Rosario Robles o Luis Enrique Miranda, a quién no le preocupa demostrar en público su misoginia.
Habría que preguntarle a Peña Nieto ¿A qué unidad se refiere? Pero sobretodo ¿Para qué?
Cuatro años de cacarear reformas que poco o nada repercutido en el bienestar de los mexicanos. Una electricidad más cara, gasolinazos, no mensuales, pero constantes. Una cadena nacional licitada, mientras que la segunda y muchos de los negocios petroleros han sido un rotundo fracaso. Una reforma en telecomunicaciones tibia y mediocre. La reforma en la educación finalmente fue rendida, por la mala o por la corrupta, a líderes corruptos tanto del SNTE, como de la CNTE, pero que no tiene nada que ver con un cambio en el modelo constructivista mediocre y falso que impera en la educación de los niños y jóvenes mexicanos.  Peña Nieto, y sus secretarios, no cuenta el daño que le ha hecho al país y eso claro que cuenta mucho.

publicado en blureportcom.mx el 2 de diciembre de 2016 

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