Entre todos los
hermanos de Napoleón Bonaparte que importunaron la vida del emperador, tal vez
ninguna más incómoda que su hermana predilecta Paulina, pero también la única
que lo quiso.
Armando Enríquez
Vázquez.
Alguna vez Napoleón al referirse a sus hermanos y otros
miembros cercanos de su familia expresó que ninguno de sus enemigos le había
hecho tanto daño como el que infligieron en él sus familiares. Cuando la
estatua conocida como Venus Victrix del
escultor italiano Antonio Canova, se dio a conocer, de inmediato el dueño de la
escultura el príncipe Camilo Borghese decidió ocultarla por dos razones; la
primera; la modelo que posó desnuda para la obra de arte era su esposa y
segunda era también la hermana del emperador Napoleón Bonaparte: Paulina
Bonaparte. Para Napoleón no fue sólo su hermana consentida, sino también una
más de sus vergüenzas familiares, pero a la vez la única de sus hermanos que
mostró al corso su apoyo y amor en los peores momentos de su vida.
Once años menor que Napoleón, Paulina nació el 20 de octubre
de 1780. La sexta hija de la familia Bonaparte, a los dieciséis años se vio
envuelta en una relación amorosa con Stanislas Frèron, un político 20 años
mayor que ella. Sin embargo, la intervención de su hermano entonces ya General
del ejército francés, quién al descubrirla en brazos de uno de sus subalternos
la obligó a casarse con él. En 1897 Paulina Bonaparte se casó con el general
Víctor Emanuel Leclerc. Leclerc fue uno de los hombres más leales a Napoleón.
Paulina tenía 17 y partió junto su esposo y su hermano a la campaña en Italia, los
rumores acerca de las infidelidades de Paulina con soldados rasos no tardaron
en surgir, pero al año Paulina dio un hijo a Leclerc, al cual Napoleón bautizó
con el nombre de Dermide.
En 1801, Napoleón tenía un problema en el mar caribe. En la
isla que hoy se encuentran Haití y la República Dominicana se había gestado una
revuelta para liberar Haití, el hombre al frente de esta revuelta era un negro
llamado Toussaint Louverture, se encargó no solo de dar su libertad a los
esclavos, sino de expulsar de la isla conocida como La Española a ingleses y
gran número de españoles. En un principio Louverture contaba con el apoyo
escrito de Napoleón, quién pensaba que Louverture trabajaba en favor de
Francia, el tiempo refutó esta idea de Napoleón, Louverture comenzó a actuar
como un dictador e incluso se hizo llamar El
Bonaparte de La Española, por lo que Napoleón decidió enviar veinte mil
hombres al mando de su cuñado Emanuel Leclerc para acabar con el revoltoso.
Paulina al enterarse del destino al que se dirigía su esposo y la orden de su
hermano de acompañarlo a la isla, se negó a hacerlo, al punto que se tuvo que
destinar a un grupo de soldados quienes por la fuerza subieron a Paulina al
barco.
Una vez instalada en Haití, Paulina encontró que la lejana
isla antillana no era tan terrible como lo había imaginado y terminó
encontrando y organizando lugares y fiestas donde divertirse, así como hombres
con los que pasarla bien. Louverture fue detenido por Leclerc y enviado a
Francia, donde murió en prisión. Haití sufrió una epidemia de paludismo y
Paulina pronto se unió a las mujeres enfermeras. Una de las víctimas de la
enfermedad fue el General Leclerc quien murió en los brazos de su esposa.
Paulina regresó entonces a Francia en compañía de su pequeño hijo.
En Francia Paulina regresó a sus amantes, a vestirse con
telas vaporosas que transparentaban su figura, todos los días se bañaba en
leche y un negro la acompañaba durante el baño, ante las recomendaciones de sus
amigas a no invitar al negro a su baño, la hermana del emperador se limitó a
contestar que los negros no eran hombres por lo que no había razón de que
preocuparse, pero para escándalo de la sociedad parisina Paulina también era
visitada durante su baño por diferentes amigos que platicaban con la joven
mientras ella permanecía por largo tiempo en la bañera.
Antes de cumplir un año de luto, Paulina decidió casarse de
nuevo. Esta vez con un rico príncipe italiano: Camilo Borghese. Borghese era uno
de los hombres más ricos de Italia. A pesar del malestar que esto provocó en el
Emperador, tampoco pudo oponerse al enlace pues el dinero de Borghese y sus
influencias eran bienvenidas por Napoleón. Pero desilusionada de su marido, por
razones que aún se especulan y que van desde la supuesta homosexualidad del Príncipe
hasta la incapacidad de este para satisfacer sexualmente a su mujer, Paulina
regresó a Francia. Antes hizo una parada en Florencia donde posó desnuda para
el escultor Antonio Canovas. Curiosamente el escultor había pensado en hacer
con Paulina una estatua de Diana, la diosa griega de la castidad y la cacería,
pero como era de esperarse la princesa Borghese insistió en que fuera Venus la
diosa a esculpir.
Cuando en Francia le preguntaron cómo se había atrevido a
posar desnuda, Paulina se limitó a contestar: ¿Y porque no? No hacía frio en el estudio, es más había fuego en la
habitación.
La estatua no sólo molestó al Emperador, el príncipe
Borghese compró la estatua escandalizado y la escondió en el sótano de la Villa
Borghese. Su vida disoluta continuó en Francia y cuando su hijo murió, Paulina
no estaba cerca de él, ni pareció afectada por el hecho. Napoleón se encargó de
que todos pensaran que ella había sido una madre devota. Lo cierto es que
llegado el momento Paulina mostró su amor y lealtad por su hermano mayor. Una
vez que en 1814 Napoleón fue derrotado y exiliado en Elba, Paulina vendió gran
parte de sus pertenencias y se mudó a la isla con su hermano. Fue la única de
los hermanos Bonaparte que tanto debían a Napoleón en hacerlo. Después lo apoyó
en su aventura por recuperar el poder y le obsequió los diamantes Borghese que
fueron encontrados en el carruaje de Napoleón tras su captura después de la
derrota de Waterloo.
Una vez preso en Santa Elena, Paulina no pudo visitar a su
hermano en la isla del Atlántico por sufrir de diferentes enfermedades que la
aquejaban, a la muerte del emperador Paulina lloró a la distancia la pérdida de
su hermano como ninguno otro de la familia. Paulina, establecida en Roma desde
Waterloo, era protegida del Papa Pio VII, al que además convenció semanas antes
de morir de cáncer útero de reconciliarla con el príncipe Borghese.
Antes de morir Paulina pidió un espejo, tenía 44 años y
había vivido una vida llena de lujos y placeres, se observó, sonrió y dijo: No tengo miedo de morir. Aún soy bella.
Paulina Bonaparte murió el 9 de junio de 1825.
publicado en mamaejecutiva.net el 22 de marzo de 2016
imagenes wikipedia.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario