martes, 20 de septiembre de 2016

Más mujeres que participaron en la Independencia.



Luisa Martínez y una misteriosa mujer de apellido La Mar son tan sólo otras dos de las muchas mujeres que participaron de forma activa en la guerra por nuestra Independencia.
Armando Enríquez Vázquez

Luis González Obregón, cronista de la Ciudad de México y escritor fundador de Liceo Mexicano Científico y Literario en 1885, relata entre otras historias de mexicanas que participaron en la lucha por la Independencia de México, las acciones de Luisa Martínez. Originaria de Erongarícuaro, en Michoacán, un poblado cuyo origen se remonta a los tiempos anteriores a la conquista de México. Su esposo, Esteban García, elaboraba jaranas y tenía una tienda de abarrotes. El hombre y muchos de los habitantes del pueblo eran partidarios de los realistas. No así Luisa, quien, aprovechando su posición, enviaba víveres y mensajes sobre los movimientos de las fuerzas realistas a los insurgentes que peleaban en esa zona. Luisa fue detenida por las fuerzas realistas encarcelada y se le impuso una multa de dos mil pesos. Cantidad que pagó y prometió no volver a actuar en contra del gobierno de la Nueva España. Luisa no cumplió con la promesa y fue detenida en otras ocasiones, una vez pagada la multa, esta valiente mujer retomaba las acciones subversivas hasta que, en 1817, tras una nueva detención, ya no pudo pagar la multa de cuatro mil pesos que le fue impuesta, y por tanto fue condenada a morir fusilada en el cementerio de Erongarícuaro.
De acuerdo con González Obregón Luisa Martínez increpó inútilmente al realista encargado de la ejecución:
“- ¿Por qué tan obstinada persecución contra mí? Tengo derecho de hacer cuanto pueda en favor de mi patria, porque soy mexicana. No creo cometer ninguna falta con mi conducta, sino cumplir con mi deber.”
A diferencia de muchas otras mujeres independentistas, sobre las que pesa el olvido, Luisa Martínez es reconocida al menos en el escudo del municipio de Erongarícuaro, en el que ocupa el extremo superior izquierdo.
Contrario al caso de Luisa Martínez, el poblado de Coscomatepec en Veracruz, no ha reconocido a sus mujeres Independentistas. El pueblo fue sitiado por el ejército realista en septiembre de 1813 durante 33 días tratando de evitar que los insurgentes tomaran el importante centro tabacalero, las hermanas Magdalena y Francisca Godos, se encargaron de cuidar heridos y de preparar municiones para las fuerzas insurgentes. El 3 de octubre Nicolás Bravo logró romper el sitio y los insurgentes entraron en el poblado. Una vez que las fuerzas insurgentes continuaron su marcha las hermanas Godos fueron víctimas de represalias y vejaciones por parte de los habitantes realistas del pueblo.
Hubo mujeres que dirigieron a las tropas insurgentes en su lucha contra los realistas. María La Fina, fue una mujer que se conoce a partir de una declaración que el gobierno provisional lanzó a los mexicanos en 1817 desde el Fuerte de Jaujilla en Michoacán, en ella se hacía del conocimiento de los realistas que esta mujer apodada como La Fina exactamente por ser a los ojos de los realistas y de las buenas costumbres todo lo contrario y a la que en el pasado se había castigado en público azotándola en las nalgas tras ser acusada de prostituta y casquivana, esta despreciada mujer era, en realidad, la líder y responsable de haber infringido a los realistas sendas derrotas en la región. A su cargo se encontraba el dinero y las tropas Insurgentes de la zona. La Fina, como muchas otras despareció en la noche de los tiempos.
Una mujer igualmente osada fue María Josefa Martínez, en la región de Orizaba, Veracruz, quien al enviudar de un líder insurgente llamado Miguel Montiel, se hizo cargo de sus hombres y se vistió con la ropa del marido. María Josefa Martínez sirvió de enlace entre diferentes grupos de guerrilleros insurgentes en la región. La mujer fue detenida a finales de 1816, y se le condenó a servir prisión perpetua a cumplir en la Casa de Recogidas de la ciudad de Puebla. A pesar de las suplicas de su padre, María Josefa permaneció presa durante los años del conflicto armado por los menos, curiosamente en esos tiempos sexistas uno de los argumentos que tuvieron relevancia para mantener a la mujer en prisión fue el hecho de que usara pantalones y no tuviera descendencia, lo que a los ojos de muchos incluidos sus paisanos la volvía menos mujer y más hombre, por extensión peligrosa, cruel y despiadada.
Uno de los mayores enemigos de las mujeres insurgentes fue sin duda Agustín de Iturbide, como lo demuestran varias de las decisiones tomadas por el oficial realista y futuro emperador de la nación. A finales de noviembre de 1814, Iturbide ordenó el arresto de por lo menos 10 mujeres de las que se conoce el nombre y otras tantas que permanecen en el anonimato en Pénjamo, Guanajuato por ser familiares en algún grado, desde esposas, hijas, hermanas o amantes en el peor de casos de insurgentes. Muchas de ellas con sus hijos pequeños fueron enviadas prisioneras a diferentes Casas de Recogidas en el Bajío, sin que se ejerciera ningún proceso judicial en su contra, y sin embargo permanecieron privadas de la liberad por más de dos años. También fue Iturbide el que mandó fusilar a María Tomasa Estevez en Salamanca, Guanajuato.
Entre aquellas mujeres de las que sólo queda una historia que más parece leyenda, sin duda destaca la de una francesa de apellido La Mar, que llegó a tierras mexicanas dispuesta a luchar por la libertad de nuestro país y enamorada de Francisco Javier Mina, con el cual luchó en el sitio de Soto La Marina, donde entrecruzó su camino con otro personaje de leyenda de la Guerra de Independencia; María Soto la Marina, quien sin que exista ningún dato certero de su existencia, se dice que sació la sed de los insurgentes cruzando en innumerables ocasiones las filas enemigas para llevar agua a la gente de Mina. La Mar por su parte no sólo se encargó de sus deberes en la lucha, sino que atendió a los heridos y los enfermos. La Mar cayó prisionera de los realistas, mientras que Soto la Marina desapareció para convertirse en un mito popular, como sucedió con otros personajes de la Independencia que son un inventó que trata de dar nombre a un acto colectivo de la lucha.
La Mar fue llevada a Veracruz y obligada a llevar a cabo las más repugnantes tareas en el hospital local. La francesa logró escaparse y se unió a Guadalupe Victoria, una vez más fue capturada y obligada a trabajar como sirvienta de una familia realista de Xalapa. Vigilada todo el tiempo a esta mujer le fue negada en varias ocasiones el poder regresar a su patria por el Virrey de la Nueva España. La Mar permaneció en Nueva España hasta el final del conflicto y después desapareció para siempre.

publicado en mamaejecutiva.net el 12 de septiembre de 2016

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