miércoles, 5 de abril de 2017

Una de vaqueros.



La serie de HBO es tan complicada que ni la empresa sabe como realizará la segunda temporada.


Armando Enríquez Vázquez

West World, la ambiciosa serie de HBO, basada en la película que escribió y dirigió Michael Crichton en 1973 y que estelarizó Yul Brainer, finalmente se estrenó en septiembre de este año. Su rodaje estuvo rodeado de misterio, de ajustes y de escándalos. Baste recordar como la agencia de casting Central Casting, encargada de la contratación de los extras de la serie, reveló que a estos actores y actrices se les hizo firmar un contrato en el que estaban de acuerdo con tener contacto de genitales, simulación de sexo oral y manipulación de genitales. La serie estelarizada por Anthony Hopkins, Ed Harris, Evan Rachel Wood, Jeffrey Wrigth, Thandie Newton, entre otros, sin duda representa una de las apuestas de la cadena televisiva para substituir a Game of Thrones que se encuentra en sus temporadas finales, sin embargo y más allá de los problemas de producción la serie presenta un problema de legibilidad.
El tema de la historia se ubica en un parque de diversiones temático del Viejo Oeste norteamericano para adultos, en el que los robots comienzan a fallar, al menos eso creen algunos de los operadores del parque, cuando la realidad es otra muy diferente.  
La película tuvo gran éxito en su momento y en 1976 se filmó una secuela llamada Futureworld, y en 1980 se llevó a cabo el primer intento de hacer una serie de televisión con esta historia que se llamó Beyond Westworld y constó de 5 capítulos de los cuales los dos últimos nunca fueron exhibidos. La serie fue escrita también por Crichton.
El denominador común de la historia en los tres casos era la de robots malvados, manipulados o no que se vuelven en contra de los humanos, el tema de los clones se hace presente en Futureworld y en Beyond Westworld la manipulación de los robots por parte del dueño de la corporación tiene como objetivo el dominar y conquistar al mundo.
En la adaptación para HBO, la historia narra cómo algunos de los robots del parque comienzan a cobrar conciencia. Cómo su inteligencia es manipulada para que ese nacimiento de conciencia lleve el parque de diversiones a otro nivel, así como a esos robots elegidos.
Los creadores de los robots y del concepto de Westworld están presentes y parecen querer jugar a ser Dios al manipular y permitir esta concientización de los robots de su existencia, de su situación, de su diferentes y programados destinos y de esa manera inevitable de morir una y otra vez a manos de insensibles y sádicos seres humanos que se divierten abusando sexualmente o matando a los robots. La búsqueda de un laberinto y descubrir el destino final de uno de los socios fundadores del parque parecen temas centrales que después no lo son tanto.
El resultado es por momentos interesante y muy atractivo, pero en general la serie de HBO es sin duda un extraño pastiche que intenta ser tan sofisticada en sus vueltas de tuerca la convierten en una verdadera historia por momentos inentendible, ante lo que como espectador, uno se resigna a levantar los hombros frente a la pantalla y dejarse caer en el sillón en confiada aceptación de que los creadores de la serie saben lo que hacen y nos llevaran a buen puerto al final, algo que no sucede, dejándonos como televidentes con ese extraño sabor de boca de no saber si estar dispuestos a esperar dos años para ver la segunda temporada o verdaderamente valernos madre lo que suceda en ella, si es que realmente se termina por producir la segunda temporada.
En aras de mostrarse sorprendente e inteligente, la serie salta del pasado al futuro, de presente a la incongruencia y es por ese mimo intrincado laberinto de líneas de tiempo y argumentales que las acciones de la serie, en ocasiones, se vuelve aburridamente predecible, por un lado, y por el otro tediosamente irrelevantes.
Pasado, presente y futuro que no quedan del todo claros, ni siquiera en el capítulo de final de temporada, que nos prepara para la siguiente temporada. Lo que sigue en la segunda temporada anunciada para 2018, puede ser más caótico aun pues ya vislumbramos la existencia de otra zona temática del parque, con el paso por el taller de los robots samurái. En la película original existían otros parques además del Oeste americano, estaba la Roma Imperial y sus excesos sexuales y la edad media europea.
Una de las cosas que resulta menos atractiva de la serie es lo pretencioso de los diálogos en ciertas secuencias que, lejos de ayudar al desarrollo de la trama, hacen que algunos capítulos sean densos. Las actuaciones, la ambientación y la espectacularidad de la serie se ven rebasadas por las complicaciones voluntarias o involuntarias de la trama. West World es una serie que teniendo momentos que podrían atribuirse a Phillip K. Dick, Stanley Kubrick o a Ridley Scott, se quedan sólo en tímidos guiños de aquello a lo que quieren homenajear y emular.
Es indudable que Westworld tiene sus encantos, sus momentos brillantes y a pesar de ello nos queda la idea de que algo faltó, de que algo sobró.
En una entrevista que los productores de la serie concedieron en marzo de 2017 a EW, advirtieron que la segunda temporada no empezará donde termina la primera, lo que en definitiva puede hacer que la trama sea más caótica de lo que ya es, o qué, como en el caso de otras series, a partir de una nueva línea dramática se intente aclarar lo intrincado de la primera temporada.

publicado en una primera versión en roastbrief.com.mx el 26 de diciembre de 2016
imagen: HBO

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