miércoles, 21 de enero de 2015

Microcosmos y Macrocosmos.



Descubrimientos y maravillas de bacterias en este y otro planeta.

Armando Enríquez Vázquez.

La semana pasada leí dos noticias que me sorprendieron por la importancia que tienen para la vida cotidiana de todos nosotros, pero también porque una vez más me queda claro lo insignificante de la especie humana dentro del tejido asombroso del universo.
Por un lado, resulta que pasaron casi treinta años para que los científicos descubrieran un nuevo antibiótico. En 1987 se descubrieron los lipopéptidos un antibiótico que actúa de manera directa sobre las paredes celulares de las bacterias y en su momento se le vio como un gran descubrimiento científico, sin embargo con el pasar de los años las bacterias, como en el caso del resto de los antibióticos descubiertos antes de los lipopéptidos, crearon resistencia al agente.
La cuestión de la resistencia que bacterias y otros microorganismos desarrollan en contra de los antibióticos es una de las mayores preocupaciones de la medicina. En las próximas décadas el problema de infecciones y enfermedades por microorganismos podría convertirse en la primera causa de muerte a nivel mundial y sobre todo en los países más desarrollados.
La semana pasada la revista Nature publicó un artículo que abre una esperanza en materia de antibióticos. Los investigadores de la Universidad de Noreste de los Estados Unidos Kim Lewis y Slava Epstein anunciaron haber descubierto un nuevo antibiótico que al parecer no es dañino a los mamíferos y sobre el que al parecer las bacterias son incapaces de desarrollar resistencia alguna. El nuevo antibiótico ha sido bautizado como Teixobactin fue hallado fuera de las paredes de un laboratorio porque, por si como yo desconocía usted este hecho, más del noventa por ciento de las bacterias no han podido ser cultivadas de manera artificial. El hallazgo se llevó a cabo en las tierras de Maine utilizando un nuevo aparato que ha causado el mismo o más entusiasmo que el Teixobactin llamado iChip.
Este instrumento conocido como iChip, trabaja directo en el lugar donde las bacterias se desarrollan normalmente, y producen químicos que de manera natural atacan y delimitan el territorio para otras bacterias de tipo patógeno. Una vez que se identificó el nuevo antibiótico se procedió a estudiar su reacción en bacterias patógenas y observar si estas desarrollaban algún tipo de resistencia al Teixobactin. Se inyectaron dosis mortales de mutaciones resistentes a los antibióticos de estreptococos dorados en ratones y después se aplicó el Teixobactin, los resultados no pudieron ser mejores, los roedores no murieron y no se ha descubierto que ninguna bacteria patógena pueda de desarrollar resistencia al nuevo antibiótico. Los ratones no tuvieron ninguna reacción adversa. Todo esto hace que los investigadores tengan esperanza de que la guerra en contra de la resistencia en contra de los antibióticos pueda tener un respiro para los médicos.
El Teixobactin no se ha probado aun en seres humanos y pasaran al menos un par de años para que esto suceda.
Pero como decía la estrella de esta investigación no es el Teixobactin, si no el iChip que promete ser una herramienta muy importante en la investigación en campo de las bacterias y tal vez se descubran nuevos y más potentes antibióticos, así como otros compuestos que ayuden en la medicina.
De microbios, también, pero esta vez a millones de kilómetros de nuestro planeta, trata la segunda nota que leí. Al parecer recientes lecturas del Curiosity en Marte han detectado la presencia inesperada de gas metano. El gas metano es uno de los compuestos que en nuestro planeta es producido por organismos vivos y aunque se puede producir también a partir de procesos químicos no es el único compuesto orgánico encontrado recientemente en el planeta rojo. Las mediciones de metano en la superficie marciana sorprendieron a los investigadores de la NASA que no esperaban que el gas apareciera repentinamente en las cantidades que lo ha hecho.
Es conocido que tras las misiones Vikingo de la década de los años setenta del siglo pasado la NASA abandonó la búsqueda de vida en Marte y se centró en trazar una historia geológica y biológica de nuestro vecino, incluso ha hecho recreaciones del planeta rojo en las que supuestamente hace cuatro mil millones de años las condiciones del planeta rojo eran muy parecidas a las de la joven Tierra.
Pero las mediciones de metano pueden significar, entre otras cosas, la presencia de microbios en la atmosfera marciana. En la tierra mucho de estos microbios productores de metano viven en condiciones extremas como las profundidades abismales de los océanos. Pero como también señalan los científicos este gas metano pudo haber sido causado por algún meteorito no detectado que cayó en el camino del Curiosity o por movimientos geológicos que lo hayan liberado.
Por otra parte, la geobióloga Nora Noffke publicó en la revista de Astrobiologìa, que tras dos años de examinar las fotografías de alta definición que el Curiosity envió del lecho seco de lo que se conoce como el Lago Gillespie cree haber descubierto el rastro fósil de bacterias, aunque como ella misma reconoce no está al cien por ciento segura de que hayan sido bacterias las que hayan dejado el rastro sobre la piedra y bien podría tratarse de la erosión natural de la piedra.
Lo importante es que la seguridad con la que hasta hace unos meses la NASA descartaba la presencia de vida en Marte se pone en duda. Muchas de estas preguntas no podrán ser resueltas hasta que los primeros humanos pisen el suelo marciano en la década siguiente.

Lo único que me queda claro es que el mundo es ancho y ajeno y el universo mucho más.

publicado en blureport.com.mx el 15 de enero de 2015
imagen;  lpi.usra.edu

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