miércoles, 22 de marzo de 2017

Oficio y conocimiento.




El verdadero sello de la inteligencia radica en la imaginación no el conocimiento.
Albert Einstein.

Hace ya más de veinticinco años leía en una revista especializada en cine una discusión entre diferentes productores hollywoodenses acerca de las ventajas, desventajas y preferencias de contratar egresados de las escuelas de cine o hacer a la siguiente generación de productores a partir de aquellos jóvenes que sin una educación formal eran capaz de aprender el oficio en los foros y locaciones.
Muchos de los grandes empresarios Hollywoodenses despreciaban a los egresados de las escuelas frente a aquellos que se iban formando al interior de la industria, su capacidad para resolver problemas, de plantear soluciones basadas en la práctica impactaban de manera directa en los costos de la producción, se perdía menos tiempo evitando las inútiles discusiones teóricas a los que los egresados de escuelas son propensos.
En casi todos los campos del desarrollo humano sucede lo mismo; la experiencia y el trabajo en campo son más formativos que todas las teorías que por lo general otorgan profesores formados en la academia y no en la práctica, incluida la ciencia y para ejemplo baste la historia de la doctora Isobel Bennet que sin cursar una carrera científica es una de las más renombradas científicas en el campo de biología marina y se dedicó entre otras cosas a catalogar las especies de la costa australiana y fue una de las primeras mujeres en viajar a las costas antárticas. Bennet obtuvo sus grados de manera honorifica por las invaluables contribuciones de su labor al campo de la biología marina.
En México la licenciaditis es una enfermedad producto de los complejos de inferioridad de los mexicanos. Esos que nos han implantado en nuestro cerebro los ignorantes políticos que creen que su título vale más que cualquier inteligencia. El ser o no ser licenciado no hace a nadie mejor, ni peor, simplemente lo convierte en uno más con un papel que la mayoría guarda en un cajón después de acabar sus estudios y que poco le ayuda para conducir el taxi o vender comida en la cajuela de su carro.
Los egresados de Universidades se convierten en un dato que solo sirve para que las autoridades se paren el cuello y las empresas se nieguen la posibilidad de contratar gente muchas veces con una experiencia que ningún graduado pondrá a su servicio.
Andrés Manuel López Obrador durante su gobierno en la Ciudad de México creó una universidad que sólo ha dado problemas a la ciudadanía y hoyos al erario público. Una universidad sin investigación es equivalente a una sin alumnos. Por eso la mayoría de las instituciones privadas de educación superior no merecen el título de Universidad y sus egresados tienen las mismas carencias en el mejor de los casos y mucho peores en la mayoría en habilidades tan indispensables como la redacción o las matemáticas como aquellos que egresan del sistema público.
Pero desde los escaños del senado surge una vez más la voz decimonónica y discriminatoria de los panistas que pretenden desde la propuesta de la senadora Sonia Rocha, apoyada y aplaudida por el prepotente y arrogante Javier Lozano Alarcón, que los diputados tengan por obligación una licenciatura y la correspondiente cédula profesional. La propuesta además de discriminatoria y violatoria de los derechos humanos de la mayoría de los mexicanos, es tan simplista que pretende decir que un título académico confiere al que lo obtiene un aval acerca de su honestidad, algo que está demostrado no tienen la mayoría de los diputados, senadores y funcionarios públicos que han desfalcado al país, algunos de ellos con maestrías y doctorados y no por ello menos sinvergüenzas.
Un papel no otorga ninguna sabiduría a una persona, como no le otorga la capacidad para enfrentar y resolver problemas, como lo demuestra la misma senadora Rocha cuando balbuceante intenta defender su absurda propuesta en entrevistas de radio.
La senadora Rocha que ha propuesto esta tontería sin duda olvida, o tal vez desconozca que en las legislaturas de finales del siglo pasado su partido tuvo un legislador sin licenciatura, que se convirtió en gobernador sin licenciatura y finalmente poco antes de ser Presidente de la República el ciudadano Vicente Fox obtuvo su título de licenciado por la Universidad Iberoamericana. Pero lo peor es que esta senadora tiene el cargo de secretaria de la comisión de asuntos indígenas del senado y una falta de tacto ciudadano o no sé si todos los indígenas a los que ella cree representar sean licenciados. Lo que demuestra que en la Cámara de Senadores como en la de diputados la ignorancia nada tiene que ver con títulos y los puestos se reparten como cuotas.
Se le olvida a la senadora que el Presidente de la República tiene una licenciatura obtenida a partir de una tesis con plagios y es incapaz de citar libros que hayan impactado en su vida. Existen suficientes ejemplos en contra de la idea discriminatoria, para que la senadora panista piense las cosas antes de abrir a boca y proponer tonterías. Son innumerables ejemplos de hombres y mujeres que han logrado mucho más que un simple escaño por dedazo, sin haber pisado una facultad en su vida.
La propuesta panista es sin lugar a dudas, una propuesta discriminatoria y violatoria de los derechos humanos de la mayoría de los mexicanos. En ese caso sería mejor proponer que los Secretarios de Estado deberían ser expertos en la cartera que encabezan, porque si algo nos han demostrado los presidentes panistas y priístas es que las secretarias de estado están reservadas como botín político para amigos y aliados, sin importar su conocimiento en la materia. ¿Por qué en ese caso la senadora Rocha no dice nada?
Si los ciudadanos permitimos que la partidocracia promueva y dirija al país de una manera clasista, elitista y discriminatoria, entonces no nos quejemos cuando otro ignorante con licenciatura llegue a gobernar México.


Armando Enríquez Vázquez

publicado en blureport.com.mx el 17 de marzo de 2017
imagen: deathtostock.com

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