viernes, 24 de enero de 2020

Un director políticamente incapaz.




Tras dos meses y medio de estar tomada la Facultad de Filosofía de la UNAM, las demandas de las jóvenes siguen siendo válidas, mientras la posición del director de la facultad es inaceptable.

Armando Enríquez Vázquez

Dos meses hace que un grupo de jóvenes, todas ella mujeres, tomaron las instalaciones de la Facultad de Filosofía de la Universidad Autónoma de México. Los motivos; los casos de acoso y violaciones existentes y los que amenazan a la población femenil en esa facultad y la nula respuesta por parte de las autoridades, después de más de un año de exigir soluciones.
Como un pequeño reflejo de lo que sucede en el país, las autoridades de la Facultad decidieron antes que atender a las paristas, irse de vacaciones de fin de año y esperar que las estudiantes hicieran lo mismo. La idea del director de la facultad Jorge Enrique Linares Salgado, parece haber sido: Año nuevo, vida nueva. Ilusamente el funcionario de la UNAM pensó que las jóvenes que exigen respeto y equidad iban a ser tan banales como él, abandonado la facultad y sus problemas para en el más peyorativo sentido de la palabra irse de vacaciones y celebrar sus fiestas y como la mayor parte de los sindicatos de este país pasado el momento vacacional, acordarse de que tenían demandas sociales. Pues no esto no pasó.
Para sorpresa de él y de muchos, las jóvenes mantuvieron la toma de las instalaciones, soportando el clima, la presión de las autoridades y las amenazas de miembros de la comunidad universitaria que desde diferentes facultades y a través de las redes sociales han demostrado nula sensibilidad por los problemas de las mujeres en la Facultad de Filosofía. Sin importar que Enrique Graue, rector de la máxima casa de estudios del país, se ha empeñado en dar una idea de inclusión y equidad de la institución.
Y si bien es cierto que existe un ala radical entre las protestantes que es idéntica, aunque ellas sean incapaces de reconocerlo, a la estulticia del director y su equipo de trabajo, lo cierto es que las demandas centrales de las estudiantes son totalmente coherentes y necesarias.
A lo que se ha dedicado Linares desde su postura de intransigencia y soberbia es en el más estricto sentido de sus acciones y palabras a proteger y validar a acosadores y violadores en el campus de la Facultad de Filosofía y Letras, alumnos, trabajadores y decentes que están señalados por las jóvenes, son ante los ojos del director Linares inocentes de la misma y falaz manera que son culpables sólo porque las jóvenes lo dicen. Todos y cada uno de aquellos que son acusados deben ser investigados y de ser culpables cesados y aplicárseles el castigo que la ley impone, y de ser el caso en que estén siendo acusados falsamente contrademandar a las jóvenes que de ser el caso tan a la ligera creen que pueden cobrar venganzas y deben ser también investigadas para ver cual es la agenda que promueven en caso de ser falsas las acusaciones. Esto porque acuerdo con datos publicados en la revista Proceso, 72 de estas demandas se esconden en el anonimato y en las redes. Ninguna de estas es formal, pero las jóvenes tienen un argumento sólido y categórico; se necesitan aulas seguras, en la Facultad y en todas las aulas de la UNAM y de todas las universidades. Aulas donde puedan tomar clase sin ser acosadas por compañeros, trabajadores y sobre todo los académicos a los que el tibio director de la Facultad no se atreve siquiera a cuestionar ante las denuncias.
El pasado nueve de enero el Secretario General de la facultad Alberto García Arteaga y hombre teóricamente de las confianzas del director renunció a su cargo y junto con él lo hizo también el Abogado General de la Facultad Jesús Juárez ambos acusados por las jóvenes como acosadores. Pero Linares sin empacho los restauró en sus cátedras en lugar de ponerlos en una congeladora hasta que se aclaren las cosas, argumentando como buen burócrata, se aclaren. El director se acoge en teoría a los derechos laborales de los dos ex funcionarios, pero menosprecia de manera desvergonzada los derechos de las alumnas y la seguridad de la comunidad estudiantil que el dirige.
Hasta el momento la postura del director de la facultad se puede equiparar a la de los altos cargos de la iglesia católica que siempre desde la soberbia y la burla estúpida de las víctimas, negaron los cargos de abuso sexual y pederastia en contra de sus corruptos clérigos y de los que cada día sabemos más empezando por el caso del despreciable compatriota Marcel Maciel y su corrupto grupo de sacerdotes llamados legionarios de Cristo, que parecen más un culto protestante que una comunidad católica.  
Lo más preocupante al interior de la comunidad universitaria son las amenazas de violencia y muerte que las jóvenes han recibido a través de las redes sociales, lanzadas desde otras facultades como la de Ingeniería, a las jóvenes se les ha advertido de todo tipo de actos en su contra; llevarles comida envenenada, atacarlas física y sexualmente ante la total indiferencia de las autoridades de la facultad y de la rectoría. El director Linares todavía tuvo la desfachatez de pedirles a las paristas un frívolo aplauso en la mesa de negociación del pasado 15 de enero. A lo largo de dos meses y días ni administrativos, ni trabajadores y mucho menos académicos parecen haberse solidarizado con las jóvenes, sino todo lo contrario.
En un país donde la confrontación y la radicalización de posturas es promovida a diario desde la primera magistratura del país, porque una facultad de la Universidad más importante del país iba a ser la excepción. En un país donde no existe un sólo éxito en la política de seguridad a la mujer donde gobiernos del PRI, PAN y ahora de Morena no han hecho absolutamente nada en contra de los feminicidios que nos deberían preocupar a todos y exigirles a los gobiernos resultados ya, porque un director de una facultad iba a actuar de manera diferente.

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