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martes, 16 de junio de 2020

Whitexicans al ataque.





Desenfrenadas, la nueva serie mexicana de Netflix demuestra que un argumento políticamente incorrecto; racista y clasista, continúa funcionando entre los mexicanos.


Armando EnríquezVázquez

El creador de la serie, Diego Martínez Ulanosky, que en su historial en IMDB presume haber sido productor general de una serie tan exitosa como Soy tu fan, únicamente en su primera temporada, realmente no demuestra haber aprendido nada de los matices de una serie de comedia consentido y exitosa con personajes bien dibujados y una narrativa con objetivos y un fin. A diferencia de su trabajo como escritor y creador, Martínez Ulanosky demuestra ser un decente director y lo expone con los capítulos que dirigió para la serie que son la mayoría.
La serie que en general abunda en lugares comunes y malos diálogos es salvada por las excelentes actuaciones de sus protagonistas y en especial las de Tesa Ía (Vera)quien logra una excelente representación de una mirreina y Coty Camacho (Marcela) quien es la antagonista de Vera, una joven de clase humilde que es explotada por su novio y un capo local que la obligan a trabajar en un table, y que se ve obligada a escapar por el adeudo de un dinero robado que la pone en la vera de convertirse en prostituta para saldar la deuda.
Ambas actrices sostienen la serie y ésta se completa con las actuaciones de Bárbara López (Rocío) y Lucía Uribe (Carlota) quienes completan el cuadro de cuatro protagonistas. Desenfrenadas es la historia de tres jóvenes mujeres de la Ciudad de México hartas de sí mismas, de su realidad y de su entorno. En ese huir inconsciente, pretextando despedir a Rocío antes de que viaje a su especialización médica a Suecia, sólo logran estrellarse con la realidad de un país que por su posición económica les es desconocida y por sus prejuicios de clase y color de piel no pueden concebir. Incapaces en un principio de la empatía, al final de la serie no habrán cambiado mucho, pero al menos habrán rescatado a Marcela del círculo vicioso en el que vive y que anula su persona. Tesa Ía demuestra una capacidad histriónica en la comedia que hace mucho tiempo no veía en una actriz mexicana y el personaje que ha creado será sin duda un referente en el futuro de la comedia y farsa de nuestro país. Las secuencias lugar común y mal escritas del mundo de la redacción de la revista de modas donde Vera trabaja son salvadas sólo por la actuación de Tesa Ía, que es la única actriz que no se siente fingida en ellas a diferencia de interpretaciones acartonadas de las actrices que interpretan a su enemiga, su jefa y su asistente. La contraparte, Coti Camacho, hace una mexicana de esas de cepa que trabaja y mantiene a su familia, que enfrenta al machismo en el que vive inmersa; desde una pareja que la padrotea, pasando por su hermano menor, al que ha mantenido desde la muerte de sus padres, y la ven como un ser menor, cuya función es resolver problemas consiguiendo dinero para ellos que la  explotan en un table, la ceden o traspasan como un mueble y después la desprecian. La fuerza y agresividad del personaje se asoma en la mirada de la actriz. Su incapacidad de entender a las demás y su forma de vivir, ni el drama de lo que las whitexicans creen problemas vitales denotado no sólo en diálogos, sino también a partir de gestos, miradas, en el dialogo interno del personaje es digno de verse. Lo aguerrida, decepcionada de quien vive al día, en todos los sentidos de Marcela están presentes a lo largo de la impecable y poderosa actuación de Camacho.
En el caso de Rocío y Carlota parecen haber sido creadas únicamente como acompañamiento a ese choque entre Vera y Marcela. Carlota es una entusiasta de la nada, una mujer que quiere comprometerse más por moda pero que tiene miedo y su personaje es una de esas comparsas que es agradable seguir en una serie de comedia, mientras que Rocío que pretende ser el personajes que se descubre, que rompe con las represiones e imposiciones familiares y que se culpa por el suicidio de su hermana, termina siendo un personaje tan sobrio y solemne que realmente nos importa poco lo que suceda con ella y las decisiones que tome. El personaje se pierde con el estridentismo de Vera, la violencia de Marcela y la ingenuidad proactiva de Carlota. Ni siquiera el rompimiento con su padre, una celebridad en la medicina que impulsa e impone un futuro a Rocío, parece importante, no se nota el crecimiento en el personaje.
Lo peor de la serie es la caricatura de personaje que es Juanpi (Tomás Ruiz), el novio de Rocío, quien tiene tanto interés por ella o por romper con ella como por hacer creíble su personaje. La serie de galancetes playeros y músicos de cuarta son los clásicos rellenos que ni siquiera resultan graciosos. En general los personajes masculinos; machos, débiles, triviales están escritos como lo peor de los seres humanos, y claro ejemplo de una percepción sesgada em el guion.
La forma en que está representada una generación de mexicanas, y de mexicanos egoístas y narcisistas es acertada y creo que es una muestra de porque sucedieron una marcha y un paro la semana pasada en el país
Si el timeline de la serie se extendiera, me queda la certeza que a los pocos meses las tres whitexicans inmersas en sus problemáticas personales y su egoísmo generacional habrán de olvidar a Marcela en las calles de la gran urbe. La insensibilidad de los personajes es la misma de la quien ideó una serie tan políticamente incorrecta en tiempos en que el feminismo mexicano es punta de flecha a nivel mundial.
La historia esta más que completa si se cuenta de manera lineal, pero esa moda e incapacidad de los escritores de series de trabajar el subtexto y a falta de creatividad e ingenio crear flashbacks mediocres, largos y cuya única finalidad es llenar el tiempo a cumplir de un capítulo, así como personajes y situaciones que al espectador le importan poco y le dan tiempo para ir al baño o a prepararse un sándwich hace que la serie tenga algunos baches relevantes en su narrativa, la secuencia de la partera, de la que se agradece la actuación de Angelica Aragón, pero que es un capítulo de relleno es un buen ejemplo de esta incapacidad de ser sintético. El ejemplo más claro de estos rellenos en la creatividad que rompe el ritmo de la historia es el personaje de la ex modelo de Colombia, amante del padre de Vera, que al final de cuentas es sólo una versión más banal y prostituida de las tres amigas y sólo Vera es capaz de vislumbrarlo, sin que realmente suceda nada en la joven y sólo se vuelva una acusación visceral a la colombiana y lo que parece también un asunto xenófobo, pero el creador que es argentino debe conocer bien estas historias de trepadores en un país malinchista.
Factor aparte resulta la fotografía que es extraordinaria en lo general y las paletas de colores igualmente elegidas con la misma discriminación socioeconómica con la que se escribió la serie. El trabajo es de Julio Llorente, fotógrafo español.
Desenfrenadas resulta atractiva y divertida, no por el argumento que es un lugar común, si no por las extraordinarias interpretaciones.


publicado en roastbrief.com.mx el 17 de marzo de 2020
imagen Netflix

miércoles, 6 de mayo de 2020

Chamuco en descenso.



Diablero logra mantener cierto interés por dos razones desde mi punto de vista; la primera es mantener el tema de la mitología mexica yel sentido negro del humor.


Armando Enríquez Vázquez

En el siguiente texto existen spoilers, continuar la lectura es bajo la responsabilidad del lector
Pasó más de un año para que Netflix estrenara la segunda temporada de Diablero, una serie chilanga acerca de lo sobrenatural que mezcla historias católicas con historias de la mitología mexica, jugando con ese extraño sincretismo en el que vivimos en México.
A pesar de que la primera temporada estaba bien armada lo que obviaba algunas fallas en la ejecución de la producción y otras tantas en el guion, la segunda temporada comienza a desmoronarse desde el segundo capítulo. Tal vez por eso la segunda sólo son seis capítulos de media hora y tardó más de un año en ser estrenada.
Algunas ideas son muy buenas y están bien ejecutadas y producidas. La mujer del puesto de la Lotería Nacional que da entrada al bar de Isaac El Indio, el diablero antagónico del protagonista y enamorado eterno de Keta, con su glitch. La salida del Mictlán a través de un excusado, el burdel de demonias dirigido por la Reina Lupe (Ela Velden) y la realidad-alucinación a la que se somete a la clientela para mostrar la miseria de la condición de algunos de ellos.
Tristemente se nota que muchas ideas no se pudieron realizar de manera adecuada, me imagino que el presupuesto otorgado por la plataforma fue insuficiente y ver al Ahuitzotl, que me recordó a los primeros monstruos de la televisión de superhéroes japonesas como Ultraman, de finales de la década de 1960, así como a las cintas de Godzilla de Ishiro Honda de los años 50’s, no me quedó más que recordar al patético fauno de la serie Witcher, también de Netflix. ¿Acaso la plataforma no tiene quién pueda hacer un buen CG, o máscaras, esto es un verdadero demerito en series que Netflix quiere vender?
Lo cierto es que Diablero logra mantener cierto interés por dos razones desde mi punto de vista; la primera es mantener el tema de la mitología mexica, la visión modernizada sobre la misma lleva buenas situaciones de buena comedia en la serie, como el asunto de presentar el primer piso del Mictlán con una trajinera de Xochimilco llena de diferentes personajes del folclor moderno chilango. Vale la pena mencionar que este sincretismo entre lo mexica y lo chilango hace que la serie sea muy atractiva y entiendo el problema de los regionalismos para audiencias globales, pero es una muy vieja receta utilizada en las series norteamericanas, algunas de ellas muy exitosas.
La segunda es las grandes actuaciones de algunos de los protagonistas que mantienen ese carácter tan urbano de la Ciudad de México con sus personajes populares. No cabe que la dupla de Elvis Infante (Horacio García Rojas) no sólo es un gran personaje, sino que la interpretación de García Rojas ha logrado crear un personaje que resalta en las series Mexicanas, por su originalidad y frescura a pesar de lo mal escrito de ciertos capítulos que abusan del chiste barato, que a su vez desvirtúa los buenos momentos de comedia y sarcasmo de la serie. En ciertos momentos los guionistas sólo pueden recurrir al pastelazo verbal. Es gracias a García Rojas que la serie se mantiene atractiva y junto con él su hermana Keta (Fátima Molina) se convierte en un personaje entrañable y que ha evolucionado de la primera a la segunda temporada. Isaac El Indio (Humberto Busto) junto con sus hijas Paulina (Dulce Neri) y Thalia (Mariana Botas) a pesar de que son los grandes patiños de la primera temporada, en la segunda fueron totalmente relegados por los guionistas a apariciones secundarias y sin importar esto logran ser un gran trío con muy divertidas intervenciones y una secuencia gloriosa donde El Indio, saca a su alter ego para ayudar a Elvis, Keta, Nancy y Ramiro, la médium Surileidi. De la misma manera los guionistas trataron de muy mala manera a los personajes de Nancy (Giselle Kuri) y de Ramiro Ventura (Christopher von Uckermann) al volverlos totalmente planos con un arco narrativo torpe y como de telenovela de Televisa. Nancy tiene una muy buena secuencia al inicio la serie tratando de ser normal y asistiendo a una cita romántica, que no pasa de ser un gracioso sketch, desvinculado del resto de la serie donde esta necesidad de Nancy por ser normal y la aceptación del ser que es, se plantea y resuelve de una forma que no parece conflictuarla y por supuesto mucho menos al espectador.
La segunda temporada de Diablero retoma el robo del hijo de Keta, Mayaken, y la necesidad de recuperar a Ventura del Mictlán, el costo de esto último lleva a Elvis al mayor sacrificio que se puede hacer, en beneficio de su equipo y lo que llevaba a un buen cliffhanger para la tercera temporada. El problema es que, con los resultados de un mal guion y una mala ejecución de los efectos especiales, las alas de Mayaken y los intentos que tiene por liberarse de las cuerdas que los atan, parecen espasmos epilépticos, así con ciertos miscastings como el ejecutor del poder eclesiástico, no sé si Netflix permitirá esa tercera temporada.
Yo vería una tercera temporada con gusto en espera de rectificaciones, porque creo que son más los aciertos que los fallos y vale la pena ver de nuevo a Elvis Infante, Keta, Nancy y ventura en su lucha contra el submundo mexica. Una de las cosas que parece comprobar que no habrá esa tercera temporada, es la miserable manera en que Netflix promovió la segunda temporada, algo un producto mucho más original e interesante que otras mediocres producciones nacionales para Netflix como La casa de las Flores una sencilla y vulgar extensión de las telenovelas de Televisa, o Ingobernable, la telenovela-basura de Epigmenio Ibarra. Así como a las afueras de la Torre Manacar había una figura del primer monstruo de The Witcher, serie bastante menos creativa que Diablero, que gozó de una propaganda exagerada en la ciudad, me hubiera encantado ver la trajinera del Mictlán en Paseo de la Reforma y una Lupe Reina en Insurgentes saliendo de la fuente de La Bombilla enfrente al monumento a la mano de Álvaro Obregón. Espero que Netflix si nos otorgue una tercera temporada.

publicado en roatbrief.com.mx el 4 de febrero de 2020
imagen Netflix

miércoles, 14 de agosto de 2019

Diablo Guardian un final común y corriente.



La segunda temporada resulta deslavada, carente de la fuerza decadente de los personajes que nos vendieron en la primera temporada.


Armando Enríquez Vázquez

Contiene spoilers continuar con la lectura del texto es bajo tu propio riesgo y curiosidad.
La segunda temporada de Diablo Guardian es la última de la serie y nos muestra que no todo tiene porque durar 7, 8 o 12 temporadas para contar una historia.
La historia de Rosa del Alba, Rosalba o Violetta, extraordinariamente interpretada por Paulina Gaytan encuentra un final lleno de lugares comunes típicos de una buena historia policiaca. No conozco la novela de Xavier Velasco en la que se basa la serie, pero es indudable que después de ver la serie no siento la menor curiosidad de leerla, creo que lo hecho por TAO (filial de Televisa, creada por Isaac Lee) demuestra que la serie es más que suficiente, y creo además que la segunda temporada es lo suficientemente decepcionante para no ahondar en la novela.
Al principio de la serie Pig llega hasta la tumba de Violetta para robar un cassette y depende de la estructura narrativa que al segundo capítulo hayamos olvidado el asunto, de esta manera me imagino que en el capítulo final la reaparición de Violetta en el Corvette amarillo surte en el lector el efecto deseado de sorpresa, algo que no sucede en la serie por la forma puntual de los flashbacks en los últimos capítulos de la segunda temporada que nos invitan a intuir una sola y única vuelta de tuerca posible: Violetta demostrará al final estar viva.
Debo admitir que a pesar de muchos peros si esperaba esta segunda temporada con curiosidad, tal vez por continuar viendo ese deseado duelo de actuaciones entre Paulina Gaytan y Andrés Almeida (Nefastofeles) actores excepcionales que dieron cuerpo y vida a la primera temporada. Desgraciadamente la segunda temporada abunda más en el personaje del escritor, periodista apodado Pig que no se si es así de poco interesante en la novela o esta muy mal interpretado por el actor Adrián Ladrón que parece haber sido seleccionado por su parecido con Xavier Velasco y no por su capacidad histriónica. Por su parte el regreso de Xavier Velasco como el editor de Pig demuestra con sus apariciones a cámara un ego es inmenso y capacidad actoral nula. “Zapatero a tus zapatos”, dice el dicho.
La segunda temporada resulta deslavada, carente de la fuerza decadente de los personajes que nos vendieron en la primera temporada, convirtiendo el mundo de la publicidad en algo aséptico y lleno de lugares comunes, carente del glamour corrupto que tenían los hoteles de lujo y de paso de la primera temporada. La fuerza que se espera de las secuencias tanto de la orgifiesta y el asesinato de Bosco, resultan una clásica visión moralina y prejuiciosa de las audiencias de Televisa, muy lejos de la certeza llana de la primera temporada, en la que la antiheroína sin ser aspiracional, como muchos personajes viles y descarados en la historia de la narrativa, el cine, las series o el teatro se vuelven aspiracionales para muchos, independientemente que no podemos evitar ser empáticos con ellos. Me imagino que más de una chica se identificó con lo cabrona de Violetta. Pero para la segunda temporada Violetta es más light, la esencia del personaje se pierde sin que se nos haya advertido nada en la primera temporada y desgraciadamente Nefástofeles, se convierte más en un arquetipo que tiene buenas frases de humor negro que el sinvergüenza, proxeneta, drogadicto y maldito que es en la primera temporada.
No sé si la salida de Isaac Lee de Televisa influyó en esto, o si la novela también se parte en estas dos narrativas que se alteran de manera minúscula pero muy sensible en los personajes. ¿O acaso la serie ha dejado fuera una parte crucial del texto que da pie al cambio? No lo sé, pero para mí como espectador de la serie algo me faltó y en parte me sentí engañado.
El esfuerzo por realizar una serie fresca y atractiva está ahí, siendo por mucho la primera temporada la mejor. Eso no demerita el extraordinario trabajo de Gaytan y Almeyda, quienes siguen siendo el cuerpo y alma de Diablo Guardian.

publicado en roastbrief.com.mx el 22 abril de 2019
imagen Amazon Prime

miércoles, 27 de marzo de 2019

Las series mexicanas de 2018.



Las series nacionales estrenadas en 2018 merecen un revisión, frente pobre oferta de la televisión abierta, las plataformas de Internet y canales de paga crearon una oferta interesante para las nuevas audiencias mexicanas.


Armando Enríquez Vázquez

Las series mexicanas estrenadas en 2018 merecen un revisión, pues frente al desplome de los canales abiertos de televisión, las plataformas de Internet y los canales de televisión de paga crearon una oferta importante e interesante de series para las nuevas audiencias mexicanas, algo que no es común en un mercado dominado por un duopolio que apostó a la mediocridad y a la estupidez durante las últimas décadas.
Amazon y Netflix son los nuevos medios para ver producción nacional y como debe ser en un mercado de libre oferta tenemos series de chile, de dulce y manteca. Clarovideo que debería ser el gran distribuidor de trabajos mexicanos y en general de Latinoamérica ha demostrado con la excepción de “La Hermandad” ser productor de puras series anodinas incapaces de provocar interés entre la audiencia, a la que la empresa de Slim sigue considerando como ignorante, capaz de consumir lo que se le proponga y ha convertido a Clarovideo en un cero a la izquierda y en ese sentido ni que decir del mal chiste que ha resultado ser Blim, la plataforma de Televisa.
Canal Once ha producido a lo largo de los años series más interesantes y exitosas que las dos últimas plataformas mencionadas arriba, y en 2018 se estrenó en la televisora del Instituto Politécnico Nacional la temporada final de Paramédicos, probablemente la mejor serie del Once en los últimos años, que al final del sexenio olvidó esa forma de producir de calidad para gastar dinero en programas de opinión que eran intrascendentes en muchos casos y obligaron a las audiencias a abandonar la señal del IPN una vez más. HBO presentó también la temporada final de Señor Ávila. Ambas producidas por Lemon Films que se ha constituido como una de las más importantes y propositivas productoras de series en México, series de calidad, bien escritas y con temas variados.



Pero sin lugar a dudas una de las grandes sorpresas del año fueron las dos primeras producciones de Televisa para Amazon Prime, “Diablo Guardian”, basada en la exitosa novela de Xavier Velasco y la que sin duda fue una de las mejores series del año “Un Extraño Enemigo”, para mi gusto la mejor. “Un Extraño Enemigo” intenta contar el genocidio contra estudiantes y trabajadores de 1968 desde la mezquina e interesada política palaciega que encabezaron Luis Echeverría Álvarez y Fernando Gutiérrez Barrio. Un detalle en contra de la serie es que olvida la fuerza generada a nivel nacional por el movimiento, algo que no se había visto en México durante décadas, sobre todo porque los inconformes eran miembros de la creciente en ese entonces clase media del país, pero que ya no toleraban la dictadura disfrazada del PRI. El casting y las personificaciones son extraordinarias sobre todo en el caso del presidente Gustavo Díaz Ordaz y personaje que supuestamente es Fernando Gutiérrez Barrio interpretado por Daniel Giménez Cacho.
Fox también estrenó otra de las grandes series mexicanas del año y que bien vale la pena ver “Aquí en la Tierra” producida por Gael García. Una historia de corrupción política y espiritual con claras referencias al sexenio de Peña Nieto y a la clase política mexicana que en sus excesos se siente capaz de violar todas las reglas que sus antepasados impusieron para poder gobernar el país. La figura del poder detrás del poder es uno de los elementos más llamativos de la serie y siembra en el argumento ese panorama desolador y nada esperanzador que hace de la serie un parteaguas con los melodramas baratos y populistas de Epigmenio Ibarra.
Desgraciadamente gran parte del año en Netflix estuvo llena de malas series biopics mexicanas, aunque cabe aclarar que la de Luis Miguel fue todo un éxito y en todos lados se comentaba. Aunado a estos melodramas hay que sumar dos pésimas series hechas como para las audiencias tradicionales de la Televisa de Azcarraga Milmo; “La Casa de las Flores” y la infumable “Ingobernable” cuya segunda temporada es todavía peor que la primera, algo que parecía imposible de lograr pero que parece no haberle costado ningún trabajo a Epigmenio Ibarra.



Para finalizar el año Netflix estrenó “Diablero” una serie sobre demonios, curanderos y chamanes ubicada en la Ciudad de México el día de hoy, lejos de ser un melodrama o un drama pretencioso “Diablero” me recordó “Stan against Evil”. Una farsa sobre los temas sobrenaturales, producida por Morena Films, basada en una novela del escritor mexicano F. G. Haghenbeck titulada “El diablo me obligó”.
El casting del diablero es en general muy bueno y sin duda la actuación estelar de Horacio García Rojas en el papel de Elvis es uno de los grandes logros de la serie. García Rojas es un diablero, chamán de estirpe que saca demonios a posesos, quien como buen chilango se mueve en metro, camiones y es cabulero, lleno de recurso heterodoxos. Su auto esta en manos de “El indio”, el actor Humberto Busto, un hombre que organiza peleas clandestinas con posesos y quien antaño pretendió a la hermana de Elvis interpretada por la actriz Fátima Molina. Por alguna razón Elvis le debe a “El Indio” doce demonios. A la tercia se unen un sacerdote muy fresa y como sacerdote católico un hombre que lleva consigo algunos graves pecados interpretado por Christopher Von Uckermann y una joven posesa, Nancy, interpretada por Giselle Kuri, quién a voluntad deja entrar demonios en su cuerpo y sirve de comunicación entre los mundos. Todos unidos o desunidos para encontrar a una diablera, interpretada por la excelente actriz Dolores Heredia, obsesionada por terminar con el mundo a partir de un antiguo rito sincrético a partir de niños hijos de sacerdotes católicos. Elvis y compañía intentaran impedir este desastre.
Diablero” no es la mejor serie mexicana, sin embargo, es una incursión sui generis en el género de terror mezclado con la comedia negra y la farsa. Uno de sus grandes aciertos más allá del casting, es el jamás perder tiempo en explicaciones sobre el universo que se construye al interior del mundo de la serie, algo que a los americanos les sale muy bien y que en el caso de Diablero está claro. Aceptas la premisa de la serie y sigues adelante o no y regresa a algo más convencional. Nadie te va explicar nada porque como espectador solo vienes a escuchar esta temporada y a lo mejor a engancharte para una segunda con ciertos cabos sueltos como el hijo desaparecido de la hermana de Elvis. O la extraña congregación de católicos encabezada por un obispo mentor de Uckermann y que se comunica con extraños entes a través de la más avanzada tecnología.
Diablero es una serie entretenida y muy divertida con muy buenos efectos especiales. Esperemos  haya una segunda temporada y que Netflix se de cuenta que existe un mercado para otras propuestas diferentes a los Biopics y las telenovelas políticas con pésimas anécdotas y desarrollo.



2018 nos da esperanza a que diferentes escritores, directores y actores surjan en series diferentes a lo que siempre se nos ha querido dar de comer y beber en un sistema de producción y distribución tan mediocre y corrupto como el que desde hace más de cuarenta años implementó Televisa primero y más tarde TV Azteca.

publicado en roastbrief.com.mx el 28 de diciembre de 2018
imagenes:    Netflix 
                   Amazon 
                   Canal Once
                   HBO

miércoles, 6 de febrero de 2019

Un extraño enemigo, una extraña producción.



“Un extraño enemigo” es una de las mejores y más interesantes producciones mexicanas de 2018, lo extraño la produjo Televisa para Amazon dando por entendido que BLIM no sirve para nada.


Armando Enríquez Vázquez

No cabe duda “Un extraño enemigo” es una de las mejores y más interesantes producciones mexicanas del año, lo extraño es que no la produce el mercenario de Epigmenio Ibarra, si no Televisa y está firmada por el mismo Emilio Azcárraga Jean y Bernardo Gómez, lo que manda una extraña señal en este momento político del país.
Pero primero, lo primero, “Un extraño enemigo” comete un pecado: minimizar el poder de los estudiantes, su poder de convocatoria y la validez de sus reclamos que se extendieron a otros sectores de la población, simplificando todo a un complot político para lograr la sucesión presidencial.
Esta visión parcial pinta de manera muy clara lo que debió haber pasado en la política palaciega de 1968 una año antes del que el dedo de Gustavo Díaz Ordaz señalara al elegido para sucederlo; puros personajes ambiciosos y mezquinos que manejaron el país por lo menos hasta el 1982 cuando dejó la presidencia el López Portillo, amigo intimo de Luis Echeverria Álvarez, la camarilla de ladrones y asesinos dirigió el país.
La serie pinta de cuerpo completo, con nombre y apellidos a los principales buitres y criminales políticos de la política del país y sólo evita el nombre de Fernando Gutiérrez Barrios, uno de los personajes más siniestros de la historia política del país, al llamarlo Fernando Barrientos. Los personajes principales de la historia están perfectamente retratados y el casting no pudo haber sido mejor. Hernán del Riego en el papel de Gustavo Díaz Ordaz es una de las mejores actuaciones de este año, sin duda. La personificación que hace Antonio de la Vega de Luis Echeverria es también extraordinaria pero la serie se basa en la extraordinaria actuación y caracterización de Daniel Giménez Cacho en el papel de Barrientos que hace difícil dudar de quien se está hablando: Fernando Gutiérrez Barrios.
“Un extraño enemigo” no es un melodrama chabacano y simplón, es una serie que muestra de una manera clara la forma maquiavélica y sin compromiso con los ciudadanos, en la que se movían los hilos del poder en tiempos del PRI.
El acercar a una generación que no lee, pero ve series a la historia reciente y terrible de México es una acierto, aunque ese no sea el propósito principal de la serie. Mostrar que los aparatos de inteligencia de gobierno eran y son capaces de infiltrar gente en los movimientos sociales para desacreditarlos o tener control de sus líderes, como sólo vemos en series policiacas norteamericanas, es un tema que pocas veces se ve en las producciones nacionales, y que sigue siendo vigente y real, como lo demuestran los recientes hechos en Ciudad Universitaria. Sin embargo, la serie, también cometió actos de autocensura, por ejemplo, al no mostrar el asesinato de la joven líder a manos de su amante. 
La ambientación, actuaciones y dramatismo de la serie son algo que no es común en las producciones de Televisa, la razón principal, es tal vez que ninguno de los poco capaces productores y guionistas de la empresa de Azcárraga Jean metió las manos en esta serie, y me da la impresión que mucho, al menos de la negociación de la misma sucedió bajo el corto reinado de Isaac Lee, el colombiano que sustituyo a José Bastón, que si bien demostró desprecio por el mercado nacional, diagnostico rápidamente que el principal problema de la empresa eran sus trabajadores y la mafia que desde tiempos de Emilio Azcárraga Milmo carecían de propuestas inteligentes y diversas para la televisión mexicana y que marcaron una empresa monopólica incapaz de desarrollar contenidos de calidad. Si Lee no hubiera fracasado en su principal misión: levantar los ratings de la empresa, muy probablemente “Un extraño enemigo” luciría el sello de TAO, la subsidiaria de Televisa que Lee creó para vender contenidos de calidad para Amazon, como los que no se producen en San Ángel o Chapultepec, y que firmó la serie “Diablo guardián”.
La dirección de Gabriel Ripstein, miembro de la dinastía Ripstein de cineastas, es extraordinaria y junto con el pool de escritores logra una serie muy efectiva que con las reservas de una empresa que durante los últimos 50 años ha servido de arma de propaganda estatal sobretodo en tiempos del PRI, no quiere comprometerse al 100% en contar la historia, pero deja bastante clara su postura actual acerca de quien en otro momento no sólo financió la empresa, sino que de una manera más directa de lo que quisieran reconocerlo creó a Televisa, cuando el mismo Luis Echeverría al que la serie pinta como lo que es un burócrata asesino, sin ningún merito más que el haber sido seleccionado por Díaz Ordaz para sucederlo, otorgó a Emilio Azcárraga Milmo el control de los canales 4, 5 y 8 para no tener él que lidiar con cuatro dueños de televisoras.
Llama la atención que a un par de meses, la serie se estrenó el 2 de octubre pasado, de salir Peña Nieto de la presidencia, un presidente que inventó y promocionó la televisora y que le dio en consecuencia gran poder político a la empresa de Azcárraga Jean, al nombrar por ejemplo a una hermana de uno de los vicepresidentes primero como Procuradora General de la Nación y después como Secretaria de la Función Pública, se haya vuelto de manera tan clara en contra de ese sistema que los convirtió en un monopolio que tanto daño ha hecho a México. Hoy que son tiempos de cambio o eso nos quieren hacer creer, y cuando Televisa ya consiguió el espaldarazo del Presidente López Obrador el mensaje de la producción y quienes aparecen como productores parecen quererse limpiar las manos de su involucramiento en la creación del regreso del PRI a Los Pinos hace seis años. En ese sentido Televisa me recuerda a todos los miembros de la Stasi, la policía política de la Alemania Democrática o espías Checos o Polacos que al caer el muro se dieron golpes de pecho tratando de ocultar las mezquindades de alma que eran evidentes para todos los demás.
Como sucede cuando la gente carece de visión y/o de creatividad, algunos de estos directivos de Televisa comienzan a hablar ya de una segunda temporada de la serie, lo que sinceramente a menos de que se hable del ascenso de Echeverria, la represión de su sexenio, el 11 de junio de 1971 y el nacimiento del monopolio televisivo en nuestro país, carecerá de valor.

publicado en roastbrief.com.mx el 12 de noviembre de 2018
imagen: Amazon 

miércoles, 9 de enero de 2019

Diablo guardián una serie sui generis en la producción de Televisa.



Televisa produciendo para otros con una mejor calidad en todos los sentidos de lo que hace en sus pobres canales y plataformas de entretenimiento


Armando Enríquez Vázquez

Diablo guardián, es sin duda una de las pocas cosas buenas que hizo el colombiano Isaac Lee en su desastroso paso por Televisa. Después de acabar con la plataforma de Internet de Televisa, conocida como Blim, Lee decidió que los mejores contenidos que podía ofrecer la televisora de Emilio Azcárraga Jean, no eran para ninguno de los medios de la empresa y se asoció con Amazon para producir contenidos que “los jodidos” que ven Televisa desde los tiempos de Emilio Azcárraga Milmo, padre del actual dueño, manejaba el monopolio que le regaló el gobierno de Luis Echeverría para no tener problemas de control con varios dueños, no entenderían y por lo tanto no ven.
Lee creó a principios de 2018 una división de Televisa a la que llamó TAO, Televisa Alternativa Originals, que fue la que firmó el acuerdo con Amazon para contenidos originales y premium que a “los jodidos” no interesan.
Diablo guardián, basada en la novela de Xavier Velasco y con la que el escritor ganó el Premio Alfaguara de novela en 2003, fue la primera de estas producciones. Estelarizada por Paulina Gaitán en el papel de Violetta, resulta una verdadera sorpresa en la producción de la empresa que sólo ha producido tontería, vulgaridades y porquerías en los últimos 50 años.  Bien escrita, bien dirigida y sobre todo muy bien fotografiada, algo que no se acostumbra en la televisora de Azcárraga Jean, Diablo guardián está cerca de ser una buena producción, sin las exageraciones de la empresa que en setenta capítulos deshizo una buena historia como El Dandy que produjo con anterioridad a la llegada de Lee para TNT.
La primera temporada de la serie es únicamente Paulina Gaitán, con una actuación extraordinaria, la joven actriz logra que la serie no se pueda imaginar sin ella y probablemente la serie no valdría la pena sin ella. Hacía muchos años, tal vez décadas que no veía a una actriz mexicana tan versátil, potente y sobre todo creíble de principio a fin. Y más tratándose de una producción de Televisa. Gaitán había hecho el silencioso papel de la amorosa esposa de Pablo Escobar en Narcos, la serie de Netflix, un papel que no anticipa la revelación que resulta en Diablo guardián donde supera al experimentado actor español Pedro Alonso, al que vimos en el papel de Berlín en la extraordinaria Casa de Papel o al gran actor Andrés Almeida quien interpretó al paranoico agente Rubén Chávez en la primera temporada de La Hermandad la serie de Clarovideo. 
No conozco la novela y después de ver la serie no creo que la vaya a leer a menos de que me encuentre abandonado en una isla y sea el único material de lectura, pero la serie cumple y fluye narrativamente y su principal bache se debe a un problema de actuación. Diablo guardián tiene el aire de la tradición del cine mexicano de putas que se inicia con la primera versión fílmica de Santa en 1918, el remake en 1931 de la misma novela que marcó el inicio del cine sonoro en nuestro país, la temática de prostitutas culmina de manera patética con el cine de ficheras y anexas de los setentas y ochentas. La diferencia es que Violetta no es la mártir de Santa, ni la visión alegre, ligera y machista de las películas de los setenta, Violetta va de la adolescente arrogante y ahogada por su familia a la prostituta consciente de su condena, de su poder y de su cuerpo.
La fuerza de Violetta y la patanería de Nefastófeles (Andrés Almeida) crean un contraste y una dupla de personajes y actoral pocas veces vista en los contenidos de video nacionales, desgraciadamente uno de los peores errores de la serie esta en el tercer personaje de importancia y protagonista de la mitad “intelectual” de la serie. Mientras Violetta evoluciona de adolescente a mujer joven y adicta, Nefastófeles se mueve entre macho mexicano y prepotente jefe de narcos y oficinistas, padrote de mujeres y de ideas, Pig se mantiene el mismo desangelado personaje que de la adolescencia a la edad adulta sigue siendo sólo un aburrido mamón. Su caída a los infiernos es tan insignificante que realmente como espectador no te importa, ni te aporta a la trama y lo que es peor al desarrollo del personaje.
El problema creo que surge desde la mala elección en el actor que protagoniza a Pig, el intelectual y alter ego del escritor Xavier Velasco, los productores de la serie se preocuparon más por encontrar a un clon de Velasco que a un buen actor, cuando el ego del creador de la novela debió haber quedado satisfecho con sus apariciones como el editor que publicará el trabajo de Pig, hasta la falta de fuerza histriónica de Adrián Ladrón para compartir el set con de Gaitán o Almeida y para colmo tiene que trabajar con otros actores de muchas tablas como Guillermo Murray o Paloma Woolrich. Su actuación en lugar de enriquecer la historia y darle interés, se convierte en un obstáculo para el espectador y un retroceso en la narrativa de la serie. Uno necesita saltarse las secuencias de Pig, su intrascendencia como aspirante a escritor, bloguero y publicista, tal vez no sea culpa de los escritores sino de la insípida actuación y poco llamativo personaje que se construyó con Pig. Uno quiere centrarse en la historia de Violetta que es la que importa en la trama y domina el cuadro. De hecho, Paulina Gaitán es la única razón por la que estoy listo para una segunda temporada, para ver a una gran actriz en un papel de mucha fuerza.
Ahora debemos esperar el estreno también en Amazon de Un extraño enemigo, otra serie producida por Azcárraga Jean que promete mucho y tiene como tema el 2 de octubre con toda la planeación de la masacre que salió de las oficinas de Díaz Ordaz y Luis Echeverría con Daniel Giménez Cacho en el papel de siniestro Fernando Gutiérrez Barrios. Mientras en Netflix se quedaron con lo peor de los productores mexicanos, parece que la idea de Isaac Lee es su único legado, y no es menor, ni despreciable para la agonizante empresa que dirigen los amigos de Azcárraga Jean.

publicado el 1º de octubre de 2018 en roastbrief.com.mx
imagen Amazon.com

miércoles, 5 de diciembre de 2018

Aquí en la tierra la serie que produjo Fox.



Una de las mejores series de televisión mexicanas de 2018 es la producción de Gael García para Fox.

Armando Enríquez Vázquez

La opinión de los mexicanos acerca de lo que se debe mostrar de México en las pantallas chica, grande, mediana y de celular es muy variada, mientras los sectores más conservadores y aquellos que les gusta tapar el sol con un dedo critican la aparición de las cintas de Amat Escalante y series de violencia y narcotráfico, otros aplauden las visión melodramática de Epigmenio Ibarra con sus telenovelas que pretenden ser denuncia social y terminan perdiéndose por tanta pretensión en viles melodramas, que resultan igual de maniqueos que los que pretende evitar. Epigmenio Ibarra renovador del género de telenovela, creador de la primera serie importante mexicana para HBO, ahora sólo sabe repetirse en su berrinche social ad nauseum o en la apología del crimen organizado. El epítome de su versión tergiversada de la realidad es sin duda Ingobernable el bodrio que Ibarra produjo para Netflix y cuya segunda temporada está por estrenarse.
A México le cuesta mucho verse a sí mismo. No podemos deshacernos de la nefasta escuela de Televisa productora de los peores bodrios e instructora de una educación sentimental retrograda y mojigata, donde los pobres son tan buenos que se merecen el cielo en el momento en que nacen y los ricos solo merecen la redención al momento de bailar perreo con los pobres, de otra manera se mueren irremediablemente perdidos en sus vicios, una trama que desde “Nosotros los pobres” y “Ustedes los ricos” se convierte en paradigma nacional de la igualdad social. Después se acrecentó con la idea de la cenicienta en la realidad de la lucha de clases al estilo Valentín Pimstein, Emilio Larrosa o Antulio Jiménez Pons. Pero también la nueva apología del crimen organizado ha dejado de ser critica de la situación que vivimos al hacer de este mal algo que los medios han vulgarizado hasta hacerlo ver como algo normal y aspiracional. Y ni hablar de nuestra comedia, por lo general, vulgar y alburera que nos muestra como el pueblo inculto y grotesco que somos.
Netflix ha preferido irse por la comedia como Club de Cuervos, los bio pic y a últimas fechas por un deleznable melodrama barato llamado La Casa de las Flores. Amazon le apostó a Diablo Guardián¸ que merece un texto aparte, HBO acaba de estrenar la cuarta temporada de Sr. Ávila y es quien más ha arriesgado en cuanto a las producciones mexicanas.
Pero la sorpresa para mi es Aquí en la tierra. Serie de Gael García Bernal y Kyzza Terrazas, aquí a diferencia del Tepito bueno, habitado por el “trabajador, sabio e injustamente menospreciado” pueblo mexicano de Ingobernable, no existen buenos o malos. No hay un detective saboteado por el poder, ni una super-primera dama-mujer perseguida por los sicarios de su padre que es el poder detrás del poder. Los protagonistas son un mirrey tratando de encontrar la verdad sobre su padre al que han asesinado, que se sabotea a sí mismo con sus adicciones. Un joven guarura que anda con la hija de su patrón, su padre un viejo guardaespaldas que se arrepiente del celo a su trabajo que lo ha dejado solo y casi ciego, su esposa miembro del movimiento del pueblo que se opone a la construcción de un aeropuerto en sus tierras y que al final prefiere abandonar a la hija de ambos en aras de la causa. La diputada que lo sabe todo y huye a Canadá aterrorizada por lo que pueda llegar a pasarle. Un gobernador ambicioso y el que habla con Trump y Putin pero no sale en las fotos.
La hija prepotente de un empresario que termina de la peor manera, por no saber decidir cuando es suficiente y necesita la ayuda de su poderoso padre. El “periodista” radiofónico prepotente y corruptible por principio.
Como muchas otras de series y novelas acerca del poder y la corrupción en nuestro país, Aquí en la Tierra, comprende tramas de familias y de familias políticas, contubernio y teje manejes más allá de lo visible.  
A diferencia de otras, la reflexión acerca de la podredumbre es despiadada y no deja títere con cabeza, los traidores no son únicamente los poderosos políticos, también entre la gente del mal llamado pueblo hay quienes venden su causa por un montón de billetes. La condición humana no reconoce condición social, género o edad.
Con un extraordinario argumento y guiones en general muy buenos, gran reparto y con una dirección impecable, Aquí en la Tierra, es una serie de ocho capítulos que vale muy bien la pena verse. Las referencias al presidente Peña Nieto y a problemas actuales como el aeropuerto, están muy presentes en la trama.
Mario Rocha (Daniel Giménez Cacho) el ambicioso gobernador del Estado de México, dispuesto a ser presidente a como de lugar; asesino, mentiroso y probable pederasta esta en campaña para conseguir la candidatura de su partido tras hacer público un video del presidente de la República teniendo relaciones sexuales con una menor de edad, algo que obliga al primer presidente de la oposición a renunciar. Su hijastro Carlos Calles (Alfonso Dosal), hijo del asesinado Orlando Calles fiscal anti corrupción de la nación que estaba a punto de dar a conocer la participación de Mario Rocha en el caso de la menor de edad y al que el gobernador personalmente asesina. Carlos comienza a descubrir la figura de su padre, quien abandonó la casa familiar cuando Carlos era un niño para poner a salvo a su familia y poder continuar con su carrera política buscando la verdad y justicia de un sucio secreto entre políticos y pudientes. El cuerpo de seguridad del gobernador encabezado por Rufino Cruz (Guillermo Ríos) su guardaespaldas de toda la vida y su hijo Adán (Tenoch Huerta) quienes viven entre el servicio al político y su familia, y la vida común y corriente como miembros de una comunidad que será afectada por la construcción del nuevo aeropuerto. El hombre detrás del poder que mueve los hilos y no sale en ninguna foto es El Pájaro (Gael García Bernal). La serie cuenta además con las actrices Sofía Sisniega, Paulina Dávila, Ariadna Gil y Yoshira Escárrega.
Desde el primer capítulo queda claro no hay sorpresas, nada dará un giro inesperado. La sórdida narrativa de Aquí en la Tierra sólo va descubriendo las capas como si fuera una cebolla de la pesimista realidad donde nada o poco se puede hacer.  
Fox apostó por una poderosa serie que debe chocar a muchos en México, incluso la publicidad de la serie fue: La serie que muchos quieren que sea censurada. Aún no se sabe si habrá una segunda temporada, pero lo importante es que la serie de Fox es una de las mejores de este año.
Para muchos va a ser más fácil es seguir pensando que somos buenos, a toda madre y excelentes anfitriones.

publicado en roastbrief el 3 de septiembre de 2018
imagen fox.com