lunes, 26 de marzo de 2018

Karin Lannby espía en la Guerra Civil española y la II Guerra Mundial.




Actriz, enfermera, poeta esta sueca sirvió de espía a los republicanos y más tarde a las fuerzas suecas en contra de la invasión Nazi.
Armando Enríquez Vázquez

Entre las historias de las espías del siglo XX se encuentra la figura de Karin Lannby, una intrépida mujer nacida en el pueblo sueco de Linköping ubicado en el sur de Suecia el 13 de abril de 1916. Miembro de la oligarquía sueca, Karin era hija de Gunnar Lannby, representante de la Metro Goldwyn Mayer en el país escandinavo. Karin creció codeándose con las altas esferas del poder suecas. Su madre era una rica heredera.
Karin se afilió desde su adolescencia con los grupos comunistas de Suecia. Formó parte del grupo Clartè. Antes de cumplir veinte años Karin viajó por España junto con su madre donde asistió al estreno de Bodas de Sangre que la impactó y regresó a Suecia donde estudió enfermería.
Un suceso en España que involucró a un artista sueco la hizo regresar a la península Ibérica y trabajar como espía.
En 1936, el pintor sueco Torsten Jovinge fue asesinado de la manera más vil por los seguidores de Francisco Franco. El artista sueco llegó a Sevilla y se dedicó a pintar los fusilamientos de republicanos por las fuerzas fieles a Franco. Identificados por los esbirros del futuro dictador Jovinge fue golpeado de manera brutal, lo que obligó a que fuera internado en el hospital, donde arteramente fue degollado, su cuerpo fue arrojado a la fosa común y su muerte fue determinada por la autoridad fascista como suicidio. Al parecer esto detonó la necesidad de la joven por viajar a España, además fue contactada en Estocolmo por Luis Buñuel que le ofreció una importante misión republicana, tras ser capturada por los soldados franquistas, el director de cine sueco Ingmar Bergman declaró alguna vez que Lannby escapó de los franquistas gracias a sus dotes histriónicas. Ingmar Bergman y Karin Lannby mantuvieron un romance entre 1941 y 1942 años en los que vivieron en el estudio del cineasta. La relación tormentosa afecto al cineasta quien años después diría que Lannby le sirvió de inspiración para la cinta Mujer sin Rostro. Que nada tiene que ver con espionaje. Lo cierto es que el sueco jamás supo de la faceta de espía de Lannby por lo que esta declaración parece poco confiable.  
De regresó en Suecia inició una carrera como actriz.
Los norteamericanos que siempre han sido bastante incompetentes en cuanto a su inteligencia reportaron a Lannby como una posible agente Nazi. Así lo demostraron un par de historiadores uno sueco, Anders Thunberg, el otro noruego, Tore Pryser, quienes de manera independiente llegaron a los archivos de la OSS predecesor de la CIA en Maryland y encontraron una ficha entre los suecos sospechosos de trabajar para los Nazi, el colmo es que el reporte norteamericano define a Lannby como. “A primera vista no parece muy inteligente, pero su belleza y glamour son innegables. Karin ha viajado a Alemania y España en los actuales tiempos de guerra y se muestra interesada en todo tipo de refugiados…”
Lo cierto es que a partir de 1939 Karin se convirtió en una agente del Estado Mayor de Defensa de Suecia y bajo el nombre de Annette, se dedicó a vigilar los movimientos de los alemanes Nazi y sus seguidores en Estocolmo, informando meticulosamente a la inteligencia sueca.
Suecia mantuvo su neutralidad durante la II Guerra Mundial lo que la hacía un lugar lleno de intrigas y movimientos en contra y a favor de todos los participantes. Estocolmo fue una ciudad donde se cruzaban muchas de las fuerzas de la II Guerra y por la que pululaban los espías de todos colores. Uno de los lugares favoritos de reunión de los diferentes actores de la historia y por lo tanto de los espías de todos tipos era el Grand Hotel de la ciudad.
En 1937 publicó su único libro de poesía titulado Cante Jondo, influenciado claramente por su admiración por Federico García Lorca. En 1951 gracias a una carta firmada entre otros por Albert Camus y Francois Muriac para expulsarla de Francia por su participación en una película que El Vaticano veía con malos ojos. Karin Lannby actuó en diferentes películas, nunca fue una actiz estelar, ni muy exitosa.
Al finalizar la II Guerra Mundial, se mudó a Italia primero donde logró hacer una entrevista con un bandolero notable de Sicilia llamado Salvatore Giuliano, y más tarde a Paris, donde tuvo sus últimos papeles en películas y trabajo la mayor parte de su vida como secretaria y traductora. Karin Lannby murió en esa ciudad el 19 de noviembre de 2007.



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