martes, 3 de febrero de 2015

El Buen Tono.



Una de las empresas más importantes del siglo XIX y principios del siglo XX en nuestro país. Que supo hacer publicidad de maneras innovadoras y creativas.

Armando Enríquez Vázquez
Dentro de los anales perdidos de la cotidianidad mexicana, ya sea porque las empresas desaparecen y nadie se preocupa por documentar este tipo de historias o porque creemos aquello de que son los movimientos políticos y los personajes ideológicos los que forman un país y su historia, olvidándonos de la importancia de sucesos y costumbres de la vida diaria que llevaban a cabo nuestros antepasados, muchas veces no existe un registro ni de la más reciente parte de esa Historia de México. Finalmente porque la historia oficial no incluye a los que forjaron a nuestro país desde las diferentes trincheras; cultural, empresarial, científica,  deportiva y social.
La historia que van a leer a continuación no sólo tiene que ver con la historia de una empresa, que fue la mayor tabacalera en nuestro país, sino está relacionada con el crecimiento y desarrollo de nuestro país y de disciplinas tan diversas como la publicidad, las telecomunicaciones y la historieta. 
La empresa se llamó El Buen Tono y se dedicó desde finales del siglo XIX hasta 1961 fecha en que fue adquirida por CIGATAM a la fabricación de puros y especialmente de cigarrillos. Hoy en día CIGATAM tiene como accionista principal a la multinacional Philip Morris. El Buen Tono llegó a ser una empresa de importancia mundial y obtuvo diversos premios internacionales por la calidad de sus cigarrillos.
El fundador de la empresa del Buen Tono fue un empresario francés de nombre Ernesto Pugibet. Nacido en Francia el 12 de mayo de 1853. La ciudad de México lo recuerda con una calle en el centro histórico de la  ciudad, el famoso mercado de San Juan lleva también el nombre del empresario francés y un busto develado en 1921 en la calle de Ayuntamiento, donde aún se encuentra.



A los 15 años Pugibet emigró a Cuba. En la isla aprendió todo sobre el cultivo del tabaco y la fabricación de cigarros. En 1879 emigró a nuestro país. Aquí conoció a la hija de un magnate textil, Guadalupe Portilla Garaicoechea, con la que contrajo matrimonio y a la cariñosamente llamaba Mascota. En la década de los ochenta sin que exista una seguridad en cuanto a la fecha, Pugibet fundó una pequeña fábrica para hacer cigarrillos a la que llamó El Buen Tono, en un principio la fábrica se ubicó en la calle de Puente Quebrado, hoy República del Salvador, de ahí y gracias a la aceptación del producto la empresa fue creciendo, haciéndose de mayores capitales y de nuevos socios, lo que le permitió crecer las instalaciones de la empresa. Entre los miembros del consejo de Administración en 1909 se encontraba el hijo del presidente Porfirio Díaz. Pugibet fue un empresario visionario y no tardó en implementar la mejor y más eficiente tecnología en la fábrica, lo que le permitió no sólo una mayor producción, sino también implementar procesos modernos en beneficio del consumidor, como cuando compró unas máquinas que enrollaban los cigarrillos sin utilizar el pegamento que se utilizaba en la época y que resultaba tóxico para el fumador. Otra de las razones del gran éxito de la empresa fue la forma innovadora y directa en la que Pugibet utilizó la publicidad para promover los productos de su fábrica.
En 1907  Pugibet trajo a México el primer dirigible con la intención de anunciar desde los cielos de la Ciudad de México la marca de Alfonso XIII de cigarros. En otras ocasiones utilizó globos aerostáticos  y con el paso de los años aeroplanos. La marca estaba presente en verbenas y por supuesto Pugibet contribuyó con un carro alegórico en las Fiestas del Centenario de la Independencia. Siempre buscando llegar a las masas, el Buen Tono estuvo presente en todo aquello que se ponía de moda. Pugibet patrocinó funciones de cine durante la primera década del siglo XX en diversas ciudades de la República en las que aprovechaba para promocionar los cigarros del Buen Tono. Se dice que él mismo caminaba por las calles regalando muestras de sus diferentes cigarros y hablando a los futuros clientes sobre las bondades de los cigarros de El Buen Tono.
En cuanto a la publicidad en la prensa Pugibet tenía a su servicio a un talentoso litógrafo de nombre Juan Bautista Urrutia que trabajaba en los talleres litográficos de la empresa en los que se diseñaban entre otras cosas las cajetillas de los cigarros. A partir de 1904 Bautista Urrutia se dedicó a crear las Historietas del Buen Tono  que también se publicaban en periódicos de la época como El Imparcial. Con una manera sencilla y directa las historietas estaban dirigidas a las clases populares y promocionaban marcas como Chorritos, Congresistas, Canela Pura, Elegantes. Incluso en 1922 Bautista Urrutia crea a un personaje que se vuelve el primer personaje de historieta popular en México al que llama Ranilla. Juan Bautista Urrutia es reconocido como uno de los precursores de la historieta en México. Ya antes, a finales del siglo XIX, Urrutia había creado una serie de juegos llamados logogrifos en los que a partir de figuras, signos fonéticos y palabras el lector era capaz de crear mensajes comerciales de la cigarrera y que eran muy populares.
El Buen Tono atacó a diferentes sectores de la población y no solo por nivel socioeconómico, creó marcas de cigarros para mujeres; Margaritas y Caprichos que eran más delgados y tenían una boquilla de corcho. También introdujo productos en el mercado infantil, pensando en los futuros fumadores, fabricando cigarros de chocolate con frutas. La empresa sobrevivió a la Revolución y creció en los años más caóticos de la lucha armada, incluso por un breve tiempo tuvo una marca llamada ¡Viva Huerta!
 En 1915 Ernesto Pugibet murió en Paris.
En 1923 El Buen Tono se lanzó a la aventura de los nuevos medios de comunicación y obtuvo una concesión para hacerse de su propia estación de radio. Con las siglas CYB, la estación de El Buen Tono inició transmisiones el 14 de Septiembre de 1923 con un concierto de gaita y las palabras grabadas en un disco fonográfico del Rey Español Alfonso XII, que también era el nombre como ya hemos visto, de una de las marcas de cigarrillos de la empresa.




En 1929 las siglas de la estación cambiaron por XEB. Actualmente forma parte de las estaciones que maneja el Instituto Mexicano de la Radio, pero es la estación de radio más longeva en México. 

publicado en thepoint.com.mx el 26 de enero de 2015
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