domingo, 13 de diciembre de 2015

La inmovilidad de la Ciudad de México.



La nueva ley de tránsito de la ciudad antepone al peatón por encima de todos los que andan en vía pública. Sin embargo, no existe ni una educación para los conductores de los diferentes vehículos que se mueven en la ciudad, como tampoco la hay para los peatones. 

Armando Enríquez Vázquez.

Una de las quejas más comunes entre los habitantes de la Ciudad de México se refiere sin duda a la inmovilidad en la ciudad. Ese caótico flujo de transportes privados, públicos y concesionados que son la pesadilla diaria del automovilista, del peatón y del usuario del transporte público.
La nueva ley de tránsito de la ciudad que entrará en vigor en los próximos días en teoría antepone al peatón por encima de todos los que andan en vía pública. Sin embargo, no existe ni una educación para los conductores de los diferentes vehículos que se mueven en la ciudad, como tampoco la hay para los peatones. Los ciclistas y motociclistas andan por encima de las banquetas ante la mirada pasiva de policías, mientras que los peatones caminan por el arroyo vehicular.
Miguel Ángel Mancera y sus funcionarios que están onanistamente pensando en 2018 y los miembros de la Asamblea del Distrito Federal que no hacen sino partidizar sus decisiones la mayoría de las veces en detrimento de la ciudadanía, sin haber resuelto la gran mayoría de los problemas de la Ciudad y mucho menos de los de tráfico. A lo largo de los años de gobierno primero del PRI y durante los últimos 18 años del PRD en la capital del país, la corrupción en las áreas, departamento y más tarde secretarías dedicadas a regular el transporte público concesionado ha sido siempre el pan nuestro de cada día. Armando Quintero el corrupto perredista sospechoso de autorizar placas de flotillas de taxis para su familia es uno de los más vergonzantes ejemplos de cómo, al menos, esa área de gobierno es un excelente negocio para quien la dirige.
Pero más allá de quejarnos, los ciudadanos debemos exigir a las autoridades soluciones a la problemática que nos afecta a todos a lo largo y ancho del área metropolitana. Por ejemplo, Los camiones de recolección de basura que vemos estacionados, bloqueando carriles de arterias principales de la Ciudad en horas pico deberían llevar a cabo su trabajo durante las madrugadas como sucede en la gran mayoría de las grandes ciudades del mundo y en ciudades de nuestros estados como Querétaro, esto ayudaría un poco a la movilidad del tráfico pero a ninguno de los tres involucrados en la movilidad de la ciudad parece interesarles que exista una convivencia más amable para los capitalinos.
Cuando durante la década final del siglo pasado, Marcelo Ebrard fue secretario de gobierno del regente de la Ciudad Manuel Camacho Solís, intentó obligar a los supermercados, tiendas departamentales y sus proveedores a llevar a cabo la descarga y entrega de mercancías durante la madrugada, tanto proveedores como las tiendas se quejaron. Esta idea nunca más se ha vuelto a plantear cuando es claro que ayudaría en muy buena medida a reducir la carga vehicular y muchos de los cuellos de botella que se dan a lo largo del día en diferentes calles de la Ciudad. En otra época a partir de pequeños transportes eléctricos algunas empresas como Bimbo comenzaron a surtir sus productos a los pequeños comercios, evitando de esta manera mover enormes camiones repartidores que contaminan y causan cuellos de botella en las calles y zonas mas conflictivas de la ciudad.
La promoción para utilizar de forma compartida los automóviles, una idea de la que se ha hablado en más de una ocasión, tampoco ha sido implementada, ni considerada por los funcionarios de la ciudad y mucho menos por los asambleístas de la capital.
Una de las ideas más manoseadas acerca de la movilidad en la Ciudad ha sido siempre la de utilizar de manera alternativa el servicio de transporte público y concesionado de nuestra ciudad, y la mejor pregunta que tiene como argumento en su defensa cualquier persona acostumbrada a manejar es ¿Por qué si el malo, está mal regulado y peor organizado? y tiene toda la razón.
Los Taxis que sufren de una regulación por momentos excesiva, están siempre sucios, los conductores en ocasiones desconocen la ciudad y muchas otras tienen una pésima actitud de servicio, no podemos culpar a todos aquellos que prefieren Uber o Cabify. Pero podemos exigir al gobierno que profesionalice a los taxistas, una prueba como la legendaria The Knowledge (conocimiento) que se lleva a cabo en Londres, no sólo asegura que los taxistas estén decididos a serlo, sino otorga control a las autoridades sobre lo que pasa en las calles de la ciudad, claro que resta bases clientelares a partidos que lejos de saber hacer propuestas políticas se dedican a comprar votos de maneras mucho más grotescas que dar un billete el día de la votación.
Los conductores de camiones, camiones y microbuses carecen de las exigencias que se hace a los taxistas y el usuario no conoce ni el nombre del chofer para en caso de tener que hacer reclamos, cosa que todos los taxis están obligados a portar una tarjeta con el nombre y fotografía del conductor para ir más seguros. Esto es algo que le esta negado al usuario de los otros transportes capitalinos. Muchas veces los conductores no pasan de ser unos adolescentes que compiten entren ellos por ganar pasaje sin importarles la integridad de las personas que van al interior de la unidad.
Lo que nos lleva a un asunto que es muy importante en cuanto a la comodidad y servicio al que se ven expuestos los usuarios del transporte público y es el estado de las unidades, empezando porque no existen una norma o requerimiento básicos para el diseño interior de una unidad de transporte público concesionado. La ergonomía es algo que los funcionarios de la SEMOVI jamás han oído. Y los asientos están dispuestos y diseñados de maneras caprichosas con la mayor diversidad de materiales que uno pueda imaginar. Las unidades en general se encuentran en un estado deplorable y aunque el Jefe de Gobierno, sus funcionarios y asambleístas lo ignoren esa es otra cara de la mala imagen que la Ciudad ofrece tanto al turismo nacional, como internacional. Muchos estos vehículos son regaderas con ruedas durante la temporada de lluvias y hornos ambulantes durante las temporadas de calor. Sin embargo, ni los ciudadanos se quejan ni las autoridades se atreven a fajarse bien los pantalones y entrarle al asunto probablemente por los grandes intereses y corrupción que hay en esas áreas. 
Otro problema con el transporte concesionado y en este caso que afecta a todos los ciudadanos, es el hecho de que a pesar de existir paradas antes de cruzar las esquinas los conductores hacen la parada donde se las pide el usuario provocando un mayor tráfico en la ciudad.
En cuanto al transporte público de la ciudad de México STP, Metro y Metrobús, no cabe duda que a pesar de representar las mejores opciones de transporte y en algunos casos la únicas, existen dos problemas básicos comunes a los tres sistemas; logística en la operación y los sindicatos detrás de ellos, en especial el corrupto sindicato de Sistema de Transporte Colectivo Metro.
En muchos casos los usuarios tenemos la culpa al permitir que se nos trate como se les da la gana y no exigir a las autoridades una regulación más eficiente de los transportes que en teoría controla y administra. Un metro sucio y caótico, lleno de trabajadores ineficientes y groseros es lo que tenemos hoy en día. Un servicio mal planeado de Metrobús en el que de pronto pasan quince unidades en un sentido en menos de diez minutos, mientras que los usuarios que van en dirección contraria se van apelmazando en el andén por veinte minutos en espera de la llegada de la unidad que los debe transportar y la cual no pueden abordar porque se encuentra ya atiborrada de personas.
Necesitamos educar y educarnos como automovilistas, peatones, ciclistas, usuarios de motocicletas y a los operadores del transporte público y concesionado, o sea a todos. La labor no es tan fácil como creer que es legislando como se crea consciencia en la población, pero es hora de llevarla a cabo.
Hoy que todos esos politiquillos de cuarta que roban a la Ciudad desde una oficina o desde la Asamblea Legislativa están empezando a pensar en donde se van a colocar en 2018, hay que dejarles muy en claro que queremos una ciudad que se habitable y que es hora de que empiecen a pensar en la ciudadanía porque si no nosotros no vamos a considerarlos siquiera entre nuestras opciones de voto, empezando por el Jefe de Gobierno y sus sueños guajiros de ser presidente.

publicado en blureport.com.mx el 1 de diciembre de 2015

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