viernes, 21 de octubre de 2016

¿Y la Literatura?




Los premios más allá del efímero prestigio y el dinero que representan, no tienen ningún peso sobre el valor verdadero de la obra.

Armando Enríquez Vázquez

En una era de que decir multimedia es referirse a todo y a nada, pareciera que los miembros del jurado del Premio Nobel de Literatura han perdido en el cajón de la modernidad el significado de la palabra Literatura.
No es que siempre hayan sido los más acertados, y sabemos bien que en cuestión de gustos se rompen géneros y su omisión de grandes escritores como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Louis Ferdinand Celine, Italo Calvino y otros grandes escritores ha sido reivindicada por la historia y los lectores, mientras la academia premiaba a políticos como Winston Churchill y personajes menores de la literatura.
Pero nadie es perfecto y menos a los ojos del otro.
Más allá de eso, esperar cada otoño el nombramiento del ganador del Premio Nobel guardaba, para mi lector, la magia de descubrir nombres de nuevos escritores o la alegría de ver a un escritor de mi gusto recompensado, como quien ve a un querido amigo ser reconocido y así me pasó con Gunter Grass, Mario Vargas Llosa, Harold Pinter, Octavio Paz o Seamus Heany. Gracias al Nobel he conocido escritores maravillosos como Kenzaburo Oé o Wislawa Szymborska.
Sin embargo, estos dos últimos años, debo reconocer, que me he quedado con amargo regusto ante la noticia del ganador de este premio. No por demeritar la importancia de la obra de Svetlana Aleksiévich, la cual debo reconocer no conozco. Así como tampoco la de Bob Dylan, músico al que admiro desde la adolescencia y forma parte del soundtrack de mi vida, sino porque la Academia ha decidido por personas que no son literatos en el más estricto sentido de la palabra.
Sabemos que los premios más allá del efímero prestigio y el dinero que representan, no tienen ningún peso sobre el valor verdadero de la obra, que no son más que buenos pretextos para celebrar el trabajo de una creación y darse un respiro para continuar. Lo preocupante es que un organismo del prestigio de la Academia Sueca, haya decidido borrar de manera tácita la palabra Literatura de su vocabulario.
El hecho de que tanto Aleksiévich, como Dylan escriban no los convierte en autores de Literatura. Aleksievich es una aclamada periodista bielorrusa cuyo mérito en la literatura es nulo. El periodismo es un oficio moderno que tiene como fin divulgar la verdad a través de la palabra escrita, pero no eso no lo convierte de ninguna manera en Literatura. La Literatura es una de las bellas artes y como tal una forma de expresión cuyo único fin se encuentra en sí misma a diferencia del periodismo que utiliza la palabra para alcanzar su fin. La Literatura no necesita ser clara, ni concisa. No pretende en el peor de los casos alcanzar de un sólo impacto a las masas. La literatura abreva en las aguas que ella misma crea y en ella se nutre y crece. No necesita, ni busca divulgar nada, más que a sí misma.
En el caso de las letras de las canciones de Dylan, por más elementos poéticos que lleguen a contener, unicamente están completas con la música que forma parte indivisible de la creación de Dylan, una obra no se puede desmantelar para utilizar la parte que se necesita para justificar una acción como la asignación de un Premio. Dylan ha escrito dos libros, una novela en 1971, titulada Tarántula y la primera parte de su autobiografía a la que llamo Crónicas en 2004, escritor pero no merecedor por dos títulos al Nobel de Literatura.
Hay quienes piensan y más hoy en un mundo multidisciplinario que la línea entre el periodismo o la escritura de letras musicales y la literatura es muy delgada. Lo cierto es que en tiempos de lo políticamente correcto; satisfacer a las mayorías, disfrazarse de progresista, hacer voltear a las mayorías hacía a un premio que no tiene y no tendría por qué satisfacer las expectativas de las mismas, parecieran razones suficientes para que la Academia Sueca decida borrar la palabra Literatura.
 Desde mi punto vista, el Nobel ha traicionado por dos años consecutivos, aunque no por primera vez, el valor y el significado de la palabra Literatura. Ha tergiversado su significado por así convenir a sus intereses políticos o populares. Con la aprobación de algunos escritores, me pregunto ¿qué dirían si esta actitud se comienza a convertir en tendencia y los premios más importantes de Literatura comienzan a otorgarse a cantautores?
Me encantaría ver un Grammy a un escritor, bajo la misma lógica absurda de lo interdisciplinar, Un Pullitzer a un documentalista y cómo reaccionarían las comunidades de la música o periodística frente a este hecho.
Bob Dylan es un trovador y uno de los mejores en la historia contemporánea de la música son duda alguna pero no es un escritor.
Y así, la Academia Sueca despreció por segundo año consecutivo a la Literatura.

publicado en blureport.com.mx el 14 de octubre de 2016
imagen: DeathtoStock.com

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