martes, 19 de marzo de 2013

¡Maricón!


La Suprema Corte de la Nación se creyó la liga de decencia y la Real Academia de la Lengua Española combinadas. Pero su jurisdicción no incluye nuestra lengua.

Armando Enríquez Vázquez
 
Ninguna palabra es ofensiva. Somos los seres humanos quienes con la intención, lugar y actitud en las que las decimos las convertimos en objetos lacerantes o punta de escarnio. Las palabras no tienen la culpa de cómo las utilizamos, ni la forma peyorativa en que las escupimos en nuestros congéneres.
Incluso la geografía interviene convirtiendo, por ejemplo, que la cajeta mexicana no se la podamos invitar a nuestras madres en Argentina. Pendejo, culo y coño no son peores ni mejores que paleta, labios o amor con cada una de ellas podemos hacer o no el mismo daño.
Por si los magistrados de la Suprema Corte de la Nación no lo saben tanto puñal, como maricón, como puto, tiene significados muy claros en nuestro idioma. Son palabras necesarias que describen actitudes y objetos. Qué definen y califican. Incluso habría que decirles a los magistrados que maricón es una palabra castellana a diferencia de gay tan utilizado por las comunidades minoritarias y que muchos homosexuales españoles prefieren ser maricones a gays tan sólo como muestra de la defensa de nuestro idioma, cosa también utópica.
La riqueza de nuestro idioma está en la cantidad y variedad de vocablos.  Incluso el insulto y descalificación son parte fundamental del dialogo, es responsabilidad de cada interlocutor defender, sostener y argumentar su posición. Lo que no se puede permitir es que unas personas tras una toga quieran convertir al español en un monólogo parroquial que intente obligarnos a hablar con “propiedad”.
A lo largo de la vida he visto los mayores ejemplos de intolerancia proviniendo de todos aquellos grupos y personas pertenecientes a grupos minoritarios y que son los principales plañideros del tema de la intolerancia. Qué quede claro. No todos y también hay intolerancia en las mayorías. Tu no me puedes discriminar pero yo a ti sí. En alguna ocasión mi amigo Narciso Alemán, mexicano que según sus propias palabras nació en la parte ocupada de nuestro territorio: Texas, me contaba como el gobierno de Nixon se encargó de acabar con los chicanos y su movimiento a partir del lenguaje, unificando a todos los hispano hablantes de los Estados Unidos llamándolos latinos. La herencia mexicana, los válidos reclamos ante el despojo de sus tierras, quedó así eliminada. Algo similar sucede cuando hablamos de feministas, Comunidad Lésbico Gay, Negros, musulmanes, niños y defensores de los perros. Partimos al ser humano, lo encajonamos y clasificamos, para bien o para mal.
Homosexuales, mujeres, religiosos, infantes, han siempre en la historia de la humanidad. Lo importante es nuestra naturaleza humana. Resulta ahora que lo peor que le puede suceder a un ser humano es nacer blanco, hombre, heterosexual y ser divorciado. El grupo humano menos protegido de todos.
En lugar de preocuparse por las verdaderas injusticias que suceden en nuestro país o auspiciarlas como en el caso Cassez,  hoy la SCJN se sumerge en temas nimios. Yo les propongo que revivan algunas de las peroratas del Primer Concilio Vaticano y nos digan en su infinita sabiduría si los ángeles tienen sexo y que palabras deberían prohibirse en el Cielo. 

Publicado en blureport.com.mx el 18 de Marzo de 2013
Imagen: aranzadi.es

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