sábado, 24 de octubre de 2015

Salarios, esclavitud y las responsabilidades.



La semana pasada la OCDE reconoció las desigualdades existentes entre el Norte y el Sur del país y calificó de mediocre las estrategias del gobierno para combatir la pobreza.

Armando Enríquez Vázquez.

En México no basta con unificar el salario mínimo en todo el país. Este hecho es simple y llana demagogia de un gobierno que hace un año respondió de manera agresiva e intransigente en contra de la propuesta del jefe de gobierno de la Ciudad de México ante el llamado a hacer un incremento sustantivo al salario mínimo en nuestro país. Sobra decir que los voraces empresarios del país secundaron al Secretario del Trabajo y otros funcionarios que sin siquiera meditar sobre el tema descalificaron a Miguel Ángel Mancera.
El actual salario mínimo en México es un magro estipendio que en los últimos 25 años ha visto su poder adquisitivo disminuido en más de un 75%. Cuando el gobierno presentó este último proyectos de presupuesto federal al que llama base cero y con el cual según el presidente, el gobierno será el afectado por primera vez en los últimos sexenios y no los ciudadanos, no se nos ha explicado de cuanto se prevé que sea el aumento del salario mínimo. Porque una cosa es clara; sí, como anualmente este aumento va a ser calculado en base a la inflación, una vez más el perdedor es el pueblo, ese que a pesar de los programas sociales del gobierno ha visto crecer el número de pobres en este sexenio en más de dos millones de mexicanos. Un gobierno en pleno siglo XXI que no tiene empacho en promover y cobijar la esclavitud como la que quedó al descubierto en San Quintín, Baja California en abril de este año, caso que un principio causo desdén y represión por parte del gobernador panista de la entidad y de Alfonso Navarrete Prida secretario del trabajo y previsión social de la federación. Un gobierno más preocupado por vender la imagen al exterior que en el bienestar y la seguridad de los ciudadanos. Por que la verdad ya chole con la cantaleta de los recibos del teléfono y la luz, cuando ha diario desaparecen hombres y mujeres de sus hogares y su fotos promovidas por las secretaria de gobernación están en estaciones del metro, en el metrobús y en los canales de televisión y estaciones de radio, como si eso los fuera a regresar a sus casas. Por que ya chole con las reformas cuando por otro lado se permite la fuga de reos y no me refiero al Chapo, sino a Caro Quintero y otros que bajo el cobijo de las leyes y los gobiernos se fugan “de manera legal” de las cárceles del país.
La semana pasada la OCDE reconoció las desigualdades existentes entre el Norte y el Sur del país y calificó de mediocre las estrategias del gobierno para combatir la pobreza. La organización dejó esto en claro al presentar su informe Midiendo el bienestar en los estados mexicanos. La OCDE apunta que además del combate a la pobreza, el dar una mejor educación otro de los objetivos del gobierno debe ser la creación de empleos de calidad.
Las intenciones del gobierno al crear zonas especiales para la inversión y el desarrollo sólo muestra que el federalismo que tanto promueve el sistema político mexicano no existe. No se puede a partir del centralismo de siempre, donde los caprichos, contubernios y transas del presidente y los funcionarios federales ordenan donde se ha de invertir como un simple designio que nadie puede cuestionar hacer que el país crezca. El sureste de México es pobre y marginado porque así lo han decidido sus gobernantes al privilegiar la corrupción y las dádivas, y así lo han permitido sus habitantes por conveniencia o ignorancia.
En un sexenio donde a pesar de los razones estúpidas argumentadas por los líderes empresariales como Gerardo Gutiérrez Candiani, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, un verdadero sofista, en contra de un aumento digno al salario mínimo, creo que ha llegado el momento de que sean los empresarios los que hagan el sacrificio que la nación y sus conciudadanos requieren de ellos para que todos ganemos y tengamos una patria de justicia y sin pobreza. Me queda muy claro que una empresa o un negocio necesitan obtener ganancias para el dueño, pero no de la forma en que se hace hoy en día donde muchas veces el trabajador es tratado como simple ganado.
También me queda claro que a través de los sindicatos se cobija en muchas ocasiones a trabajadores capaces de acabar con la empresa en la que laboran por su actitud indolente, por su falta de capacidad, por su desinterés en ser mejores. Empeñados en acusar al dueño de todas sus desgracias.
Los culpables no son sólo los empresarios, en la ecuación entramos todos. Se deben fomentar las alianzas entre los empresarios, trabajadores sindicalizados y de confianza que beneficien a todos.
Desde hace unos meses uno de los hombres más ricos del mundo y el empresario más importante de nuestro país, Carlos Slim, ha venido proponiendo la creación de una jornada laboral de 3 días o de 33 horas, lo cual a principio puede sonar descabellado en un país que tiene graves problemas en su productividad y pésimas relaciones entre las partes gerenciales y administrativas de las empresas y los trabajadores. Yo no sé de economía pero en realidad una jornada laboral así creo que puede solucionar problemas importantes en el sistema laboral y en la sociedad. Abre la posibilidad al trabajador a contratarse en otra jornada similar en otra empresa, lo que le genera beneficios sin los actuales sacrificios que hacen muchos trabajadores que tienen dos y hasta tres empleos. Los empresarios por su parte al tener el doble de la fuerza laboral pueden impulsar una mayor productividad en sus empresas. Si bien es cierto que también genera el doble de gastos para el empresario, al tener el trabajador doble sueldo su capacidad de gasto es mayor, lo que debe verse reflejado tanto en el consumo como en el ahorro, atacando partes claves de salud económica del país. Entonces lo trabajadores no dependerían de las nuevas tiendas de rayas que son las tarjetas de crédito y las campañas maliciosas como El Buen Fin.
Todos queremos mejores condiciones de vida, lo que no podemos permitir es que desde las mismas ideas de siempre y los mismos intereses creados desde las cúpulas empresariales y el gobierno ofrezcan las mismas soluciones pensando en resultados diferentes a los que conocemos. Decía Albert Einstein que la demencia consiste en hacer una cosa una y otra vez esperando resultados diferentes, y demente es precisamente lo que pretende el gobierno de Peña Nieto.

publicado en blureport.com.mx el 19 de octubre de 2015
imagen DeathtoStock 

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