Los debates políticos, las promesas, la macroeconomía y la triste realidad de nuestro pueblo y su microinteligencia.
Armando Enríquez Vázquez
Mientras me dispongo a escribir el artículo de esta semana y trato de exorcizar la imagen del muy maquillado y chapeadito Pinocho-Euviel, durante la farsa debate por la gubernatura del estado de México, Mientras pienso que sí él era Pinocho, Bravo Mena Gepetto y Encinas una especie de Stromboli canoso. Mientras pienso si sería conveniente escribir sobre la inversión de la India en África, y como un país que se ha distinguido por su nula diplomacia puede voltear hacía mal llamado Continente Negro y buscar crecimiento e inversión, cuando México que alguna vez tuvo un excelente cuerpo diplomático entre Derbez y Patricia Espinosa en menos de diez años destruyeron la imagen de México y además sí el gobierno de Felipe calderón es incapaz de permitir al hombre más rico del mundo invertir en su propio país que visión podría tener nuestro presidente para promover la inversión de empresas mexicanas en el extranjero.
Mientras todo eso pasa por mi mente una cuadrilla de la CFE le da en la torre a un árbol frente a mi ventana, podándolo a diestra y siniestra. Pero eso sí, todos somos ecologistas y protectores del ambiente. La gente sale absurdamente a defender los derechos de los perros, los gatos y otras mascotas que solo defecan sobre nuestra ciudad, sin que los dueños se hagan responsables, pero cuando surge la palabra sacrificio estos sectores se indignan, sin darse cuenta que tanto los gobiernos locales como federales están cometiendo uno de los más grandes crímenes contra la naturaleza; la deforestación de las zonas urbanizadas de la Ciudad de México.
Mientras todo eso pasa por mi mente una cuadrilla de la CFE le da en la torre a un árbol frente a mi ventana, podándolo a diestra y siniestra. Pero eso sí, todos somos ecologistas y protectores del ambiente. La gente sale absurdamente a defender los derechos de los perros, los gatos y otras mascotas que solo defecan sobre nuestra ciudad, sin que los dueños se hagan responsables, pero cuando surge la palabra sacrificio estos sectores se indignan, sin darse cuenta que tanto los gobiernos locales como federales están cometiendo uno de los más grandes crímenes contra la naturaleza; la deforestación de las zonas urbanizadas de la Ciudad de México.
¿Quién le dijo al hombrecito del casco amarillo, el bigotito de cancionero de los cincuenta y la cara de hijo putativo de la “maistra” Elba Esther, que tenía la capacidad y el conocimiento para podar un árbol? ¿Quién nombró a estos barbajanes disfrazados de amables técnicos de la luz los nuevos urbanistas de la Ciudad de México?
Hoy son los de la CFE, mañana los de la delegación Benito Juárez, mixtecos y zapotecos del asfalto que los únicos árboles que conocen son los de plástico de “navidá” y por lo tanto machetean a diestra y siniestra la flora de nuestra ciudad.
Pasado mañana los del gobierno del DF que haciéndole el favor al Metrobús son capaces de dejar desierto el mismo Sahara, en nombre del progreso y esos si son de miedo pues una vez acabada su labor de desfoliar a machetazos todos los troncos que se les atraviesen, usan los mismos machetes para irse a manifestar a favor de Ebrard, AMLO o Encinas, o si no a asaltar a los transeúntes.
Pero eso si el Jefe de gobierno, el Presidente, Juan Rafael Elvira Quesada y hasta el afamado ecologista y urbanista de José Luis Luege Tamargo director de CONAGUA, se declaran defensores del medio ambiente, paladines de la ecología a nivel nacional pero en especifico de nuestra Ciudad. Ya nadie recuerda a Claudia Scheinbaum, la enemiga número uno de la flora del DF y que con el dinero que se robó su esposo Carlos Imaz debe haber hecho un hermoso jardín de concreto en su casa.
Hace muchas décadas, en la Ciudad se plantaron eucaliptos, mala decisión, según algunos, pero los árboles crecieron. Se plantaron palmeras, se plantaron durante las décadas de los setenta y ochenta árboles a diestra y siniestra, para que lo niños se colgaran de ellos, los albañiles los doblaran creyendo que la magra sombra de un pequeño fresno iba a aguantar los doscientos treinta kilos que sus rituales de apareamiento dominicales con mujeres de vestidos azul eléctrico o amarillo fosforescente.
Pero llegaron los Perredistas hombres del futuro, de las masas, de la más torcida hacia la derecha Izquierda que haya en el mundo. Llegaron y dijeron somos ecologistas, creemos en el balance ecológico y por eso vamos a talar la ciudad.
El follaje de los arboles evita que las aceras se calienten y reflejen el calor y la radiación. Nadie en el GDF parece saber esto. Nadie en la CFE y menos en el Gobierno Federal.
Los árboles ayudan a completar el ciclo del agua y provocan más lluvía. Nadie en el gobierno del DF parece saberlo, los delegados menos y menos el de Benito Juárez que solo sabe que cada metro cuadrado libre sirve para construir grandes edificios.Los árboles ayudan a una vista más estética de la ciudad, pero para los perredistas eso se logra con las azoteas llenas de Tinacos y antenas de televisión; esa para ellos es la identidad de una gran Ciudad, es más, se pusieron a crear azoteas verdes y entonces creo que van a pintar los tinacos de verde Ahuachapán y a las antenas de televisión las van a recubrir con enredaderas de plástico, así o más verde el asunto.
Ante mi enojo por esta cuadrilla de inútiles que únicamente destruyen árboles, lo que más me impacta es media hora después ver llegar un segundo y un tercer camión de la CFE, la razón; van a cambiar un transformador, además de los tres camiones hay ya para este momento, por lo menos ocho individuos para llevar a cabo la tarea. Tras un poco más de una hora en que llevan a cabo el cambio y en el que me interrumpieron, pues se fue la luz, como era de esperarse, deduzco que tres de estos hombres son choferes porque nunca los vi hacer nada. Otro se encarga de podar únicamente, otro de dirigir las grúas que cargan los transformadores, y dos más de operar las grúas una que mueve y remueve los transformadores y otro que mueve la canastilla donde va el único de todos ellos que realmente lleva a cabo la operación.
Nuestro País funciona así con gente con labores tan específicas que no sirve para nada y como no estudiaron o pasaron por el Tec de Monterrey no sólo no saben hacer nada, si no que creen merecerse todo. Siete individuos con sus cascos amarillos fuman, cotorrean y en el mejor de los casos observan a su compañero que lidia con el transformador. Parecen minions de la película “Mi Villano Favorito”.
Tres camiones estorbando el tráfico del Eje 8 y una serie de buenos para nada, aunque creo que son menos que los del SME que llegaban como quince para poner las cuchillas en su lugar.
Y luego como podemos querer que cuestionen al chapeadito Eruviel Pinocho, al adusto Gepetto Bravo Mena o no sigan a Encinas Stromboli a lanzarse cual lemmings del más alto acantilado.
Publicado en blureport.com.mx el 13 de Junio de 2011
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