En un país de corrupciones y trapacerías, donde los creadores se dedican a hacer campaña contra la piratería, resulta que muchos candidatos toman la obra de otro la destrozan sin pagar por el plagio. Eso sin contar la contaminación auditiva que generan.
Armando Enríquez
Vazquez
Prendo la radio por la mañana y: “A , A, A Anaya el futuro comienza en el presente” , o “Vota por el
PES, vota por Andrés”, o el himno de Movimiento Ciudadano ahora a ritmo de
marichi borracho de Garibaldi y maldigo la hora que a candidatos, candidatas y
publicistas se les ocurrió que el marketing político se basa en crear tontos
estribillos aunada a música popular y populachera para promover a los
candidatos.
A lo largo de mi vida he escuchado a suficientes
jinglistas, en el mejor de los casos, convertidos en “ideólogos musicales” para
saber que algo esta podrido en la mente de quienes manejan la propaganda
política en nuestro país y cada elección que pasa, se pudre más.
En los años ochenta y mientras pasaba una temporada de mi
vida en la ciudad de Chihuahua el Partido Acción Nacional y su candidato Luis
H. Álvarez tenían como jingle de propaganda una canción infantil llamada
“Pajaritos a volar” para dar a entender al electorado la derrota del PRI en el
estado más grande de la república, algo que no sucedió entonces, pero si unos
años después, cuando creo que los chihuahuenses habían ya olvidado la ridícula
cancioncita.
Hace un par de años una tía me mostró un viejo disco de
45rpm con un himno en honor del candidato oficial de 1940 el General Manuel
Ávila Camacho, una composición típica de la época con aires que recuerdan el triunfalismo
del fascismo italiano.
Y así a lo largo de las décadas los mexicanos hemos
escuchado los mismos sueños guajiros de crecimiento, un mejor futuro y la tan
anhelada y al parecer mítica justicia social en voz de diferentes cantantes, en
todas las tonadas posibles, de la marcha militar al reggaeton, de la balada pop
a la música tribal y casi siempre plagiando música e insertándole palabras en
favor de su candidato.
Y la verdad no sé si los mexicanos estamos acostumbrados a
tanta estupidez cantada llena de clichés que nada o poco dicen de las agendas
políticas de los candidatos o ya a estas alturas asumimos que parte de las
campañas implican un porcentaje de mensajes cantados que son el mejor ejemplo
del sinsentido. A manera de serenata cursi de película mexicana, o número
musical metido a fuerza en película de Tin
Tan, los jingles políticos parecen ser parte de un acuerdo no escrito por parte
de los candidatos, partidos políticos y los músicos mexicanos. Algo como lo que
sucedía desde la Época del Cine de Oro cuando se obligaba a los directores y
productores a un determinado número de canciones por película por el Sindicato
de Músicos y el hampón que era su líder un hombre siniestro con un nombre aún
más siniestro: Venus Rey.
Música. Música que no dice nada y estalla en nuestros
oídos y no es qué las otras piezas de propaganda, donde se repiten los audios
de “Ya sabes quién” defendiendo lo
indefendible, vendiendo el avión que no le pertenece aún, ni le pertenecería de
ser Presidente pues es un bien de la nación o los del “miedo que debemos tener”
o esa triste y bobalicona rima de grado cero de la creatividad de “Voto por mí,
voto por Meade” que las únicas manchas que tiene son las del vitíligo y una
candidez que no es apta para un político mexicano en campaña.
Pero son los jingles, las cancioncitas y las baladas las
que más insultan, las que más molestan a la inteligencia de los votantes. En
las pasada elecciones de 2015 el saldo de esta inversión en propaganda fue el
descrédito y la burla que muchas de estas campañas lograron, al volverse
virales, por lo ramplonas y poco serias. Ejemplos: el priísta Antonio Tarek
Abdala que baila por la ciudad de Cosamaloapan en Veracruz. El infame cover del
priísta Javier Márquez de Hidalgo que hasta en una escuela patito de
comunicación le hubieran hecho mejor. La del panista Diego Leyva Merino con
música tribal y unas botas del género.
Y más allá de la estupidez y palabrería vana de las
canciones al parecer nadie paga los derechos correspondientes por la música
adaptada. En un país de corrupciones y trapacerías, donde muchos grupos de
creadores se dedican a hacer una fuerte campaña contra la piratería, resulta
que muchos candidatos toman la obra de otro la destrozan y encima no pagan por
el plagio. Lo que suena lógico sí recordamos que el mismo presidente de la
Nación plagio su tesis. Atentar contra los derechos de autor es atentar contra
la economía naranja y atentar contra los ingresos y el crecimiento del país.
¿por qué entonces tendría que votar por ese candidato? Si ni siquiera van a
pagar los derechos de autor correspondientes entonces por el amor a la
democracia, que no conocen, al país, que no respetan o a los ciudadanos que no
reconocen dejen la música a un lado y pónganse a hacer cada uno su trabajo: El
candidato dar a conocer sus propuestas e ideas. Los publicistas a crear
campañas de impacto que las promuevan entre los electores de manera convincente
y clara.
Hace ya algunos años en la desaparecida estación de radio
Radioactivo 98.5 en un promo se hacía burla de la forma en que Televisa
producía las canciones de sus “estrellas” mezclando las mismas palabras en un
orden diferente.
Hoy sucede lo mismo que en la propaganda
política de los candidatos a todos los niveles y sí mañana se aparece un jefe
de campaña en tu oficina para ofrecerles la creación de la estrategia propagandista
de su candidato usen solo las palabras: voto,
futuro, bienestar, jóvenes, mujeres, dignidad, seguridad, trabajo y pobreza
a continuación busquen el ritmo preferido; Maluma, OV7, Timbiriche, La Banda
del Recodo, Agustín Lara o Los Tres Ases y… ¡Bingo! Entrarán en el selecto
grupo de proveedores que se nutren del dinero de los impuestos de los demás
promocionando a los cínicos que ocupan un cargo de elección popular por al
menos 3 años. Yo sólo les pido que si son de los que no pagan derechos de autor
piensen en los demás mexicanos no como ciudadanos y posibles electores, si no
como seres humanos que no merecemos que se violen nuestros derechos con
canciones idiotas a todo volumen y cada 3 o 4 minutos en radio y televisión.publicado en roastbrief.com.mx el 14 de mayo de 2018