Un manglar sirve como barrera natural en contra de huracanes y tormentas tropicales, refugio de especies de todo tipo, de biofiltro y ayuda a mantener zonas pesqueras sanas.
Armando Enríquez Vázquez
Cuando se hace una nota de un ecocidio como el ocurrido en
Tajamar, Quintana Roo, los periodistas acostumbran resaltar como lo más
importante el ángulo de la corrupción, de la responsabilidad de un puñado de
advenedizos y avariciosos hombres que ven el oficio de político como uno de los
mejores negocios para hacerse de un patrimonio para las siguientes siete u ocho
generaciones de su familia.
Lo siguiente a resaltar es la matanza de especies animales,
no tanto de la flora, lo que para muchos se reduce a pobres animalitos. Cuando lo más relevante es el trasfondo a nivel
global que un acto como el llevado a cabo por FONATUR, el gobierno de Quintana
Roo y PROFEPA han permitido por un puñado de monedas a irresponsables
empresarios en Cancún.
Dentro de los ecosistemas marinos los manglares son de vital
importancia para el equilibrio climático del mundo y de gran relevancia para
las zonas en donde se encuentran. Los manglares son ecosistemas que se sitúan
en las costas entre aguas saladas y dulces, en aguas someras que dan hogar a
diferentes especies de fauna y flora que contribuyen de una manera muy
importante en la producción de materiales orgánicos que terminan en los océanos
sirviendo como alimento a muchas especies costeras que son de gran importancia
para los pescadores locales, el número de manglares y su salud como ecosistema
está relacionado directamente con una mejor pesca. Especies como los camarones y
algunos peces viven durante sus estados juveniles en los manglares que los
ayudan a evitar a los depredadores que tienen en el mar abierto, se cree que
cada hectárea de manglar destruida impacta de manera directa en la pesca
reduciendo esta en más de 700 kilogramos anuales.
Además, otras de las grandes funciones de un manglar es el
servir como barrera natural en contra de huracanes y tormentas tropicales, las
destrucciones que ya hemos visto en Cancún a lo largo de los últimos cuarenta
años por este tipo de fenómenos naturales se debe en gran parte a la
destrucción constante que se ha hecho de los manglares desde que el gobierno de
Luis Echeverría decidió hacer de la zona un paraíso turístico. Los manglares
son refugio de cientos de especies de aves migratorias, casa de flora muy
especializada que habita en aguas salobres y puede alimentarse tanto de aguas dulces
como saladas, pero además filtran las grandes cantidades de nutrientes que se
encuentran en las aguas dulces producto de las diversas actividades humanas
tanto urbanas, como agrícola lo que evita una sobre fertilización de los océanos,
convirtiéndose así en un biofiltro.
En México existen alrededor de 6,000 Kilómetros cuadrados de
manglar siendo uno de los países con un mayor número de estos ecosistemas en
América y África. Las regiones más importantes de manglares en nuestro país se
encuentran en el Golfo de México y las Costas del Noroeste de la República como
Sinaloa, Sonora, Nayarit y también el en sur de la costa del Pacífico en
Chiapas. En las últimas décadas los manglares de Quintana Roo se han hecho
famosos gracias a la cantidad de turismo y promoción turística de la zona, sin
embargo, al parecer son un estorbo para desarrolladores ambiciosos, gobernantes
y funcionarios corruptos que permiten la destrucción de estos ecosistemas con
una mano en la cintura y la otra en el fajo de billetes que les dan los
desarrolladores. Muchos de los daños más imperceptibles al manglar suceden a
diario a lo largo y ancho del país gracias a las diferentes actividades humanas
a su alrededor como el azolvamiento producto directo de malas prácticas
agrícolas y ganaderas, así como de la deforestación, entre otros factores de
mucho mayor impacto como el desarrollo urbano de zonas turísticas y puertos,
sin tener en cuenta un estudio de sustentabilidad con la zona, la preservación,
conservación, manejo y restauración de los manglares no parece figurar en los
planes de las autoridades.
El caso de los manglares no es el único, todos los
ecosistemas de nuestro país se encuentran bajo el ataque de desarrolladores y
funcionarios sin escrúpulos. Recordemos el caso de los arrecifes de coral en
Quintana Roo, y que son sin lugar a duda otro de las grandes barreras en contra
de fenómenos naturales destructivos como ciclones. También las zonas
desérticas, porque no es lo mismo un desierto que contiene vida que una tierra
estéril y árida incapaz de brindar nada al equilibrio del planeta.
Lo recién sucedido en Cancún es muy grave y más allá de las
consecuencias que hemos visto en la deforestación de la zona y la matanza
ilegal de especies protegidas y en peligro de extinción que no parece vaya a
ser sancionada por las autoridades demuestra una vez más la forma en que la
impunidad permea a todos los niveles y en todos los sectores del gobierno.
Ante un crimen de esta magnitud ¿Dónde están los spots del
Partido Verde que denuncien el hecho? ¿dónde la bancada de un partido que se
auto define como ecologista protestando por la nula acción de los funcionarios
de FONATUR, PROFEPA y SAGARPA? ¿Por qué los dirigentes de ese partido como
Arturo Escobar no están exigiéndole a la Procuradora General de la Nación una
investigación sobre el caso? ¿Será que algunos de ellos también se están
llevando su parte?
La
próxima vez que escuchemos la propaganda demagógica del Senado de la República
acerca del calentamiento global pensemos en mandar una carta a los legisladores
acerca de que consideran más importante en la lucha contra el calentamiento
global ¿apagar las luces de sus oficinas durante la noche, mandar a sus
guaruras en carros eléctricos o bicicletas o preservar ecosistemas como el
manglar? La respuesta la conocemos de antemano ¿o no?: Ninguna de las tres.publicado en blureport.com.mx el 25 de enero de 2016
imagen: pixabay.com