Armando Enríquez Vázquez
Muchas veces hablar del papel de la mujer en La Revolución parece limitarse a “Las Adelitas”, esas heroínas anónimas que iban luchando con los soldados , muchas veces sin cuestionarse que hacían ideológicamente, como sucedía con sus hombres a los que “La Bola” llevaba de aquí para allá.
Este no es para nada el caso de Elvia Carrillo Puerto, nacida en Motul, Yucatán en 1878, sexta de trece hermanos, de una familia modesta. Su Padre, carpintero de oficio, tenía, además, una miscelánea en el pueblo. Yucatán era en ese entonces el centro de la industria henequenera a nivel mundial. El henequén una cactácea de la región de la península yucateca era ideal o mejor dicho la única planta para hacer cuerdas u lazos que van desde los simples mecates hasta las cuerdas para atar barcos de gran tonelaje. Yucatán estaba lleno de haciendas henequeneras, de la oligarquía que de ellas se desprendió y de un sinnúmero de atrocidades que rayaban en la esclavitud de los trabajadores. Es en ese panorama que Elvia y sus hermanos crecen, se dice que ella era muy apegada a su hermano Felipe, quien consiguió un trabajo con una carreta para llevar y traer cosas a las haciendas. Los actos de injusticia y crueldad que presenció en esos viajes se convirtieron en relatos para su hermana.
Además de su hermano, en la infancia de Elvia existieron otras dos grandes influencias que la harán más tarde la socialista que siempre fue. Una de ellas, por extraño que parezca fue el párroco de Motul, Serafín García, un viejo español que simpatizaba con las ideas anarquistas y del que se cuenta puso a disposición tanto de Felipe como de Elvia su biblioteca, en la que además de los enciclopedistas franceses, había textos de escritores más radicales como Proudhon, Kropotkin, incluso algunos de los ensayos de Karl Marx y de Federico Engels, pero el cura tenía mas simpatías por el anarquismo. Finalmente estuvo alguna de sus maestras de la primaria, que fue seguidora de una las luchadoras sociales más importantes de la época en Yucatán, Rita Cetina Gutiérrez, periodista que fundó la sociedad feminista “La Siempreviva”. La escuela para señoritas y la revista del mismo nombre.
Elvia se casó por primera vez a los trece años con un maestro mucho mayor que ella, de nombre Vicente Pérez Mendiburo, que compartía muchas de las ideas de Elvia y Felipe, así como las del cura español Serafín García. Como maestro ha oído hablar a Rita Cetina Gutiérrez y cree en la igualdad de hombres y mujeres. Nada mejor le puede suceder a Elvia pues en aquel entonces la leyes yucatecas reconocían la mayoría de edad den la mujer y su emancipación del hogar paterno a los 31 años, diez años después de lo que la misma ley establecía para los hombres. Por lo tanto el matrimonio a Elvia le permitió la independencia de un adulto desde la adolescencia. Nueve años después y con un hijo Elvia enviudó y viéndose en una situación precaria trabajó de maestra y escribana además de continuar su lucha con la causa socialista. Elvia que desde niña vivió en una zona altamente poblada por indígenas mayas, era bilingüe y en sus clases enseñaba a sus alumnas primero a leer y escribir en maya y después en español.
Aquellas terribles historias que le contó su hermano Felipe, sus alumnas las reforzaron en las diferentes platicas con Elvia; historias terribles acerca del abuso y castigos inhumanos que sufrían los peones a manos de los hacendados y sus capataces. Defensora de los derechos humanos comenzó a enseñar a sus alumnas la constitución del país que su hermano Felipe había comenzado a traducir al maya. En 1909 jugó un papel importante entre los clubs anti reeleccionistas de Yucatán. Ahí Elvia conoció a su segundo esposo Francisco Barroso, Elvia continuó su enseñanza socialista a las mujeres mayas y se dice que esta influencia llevó a un grupo de mujeres, esposas de campesinos en 1911, en la comunidad de Yaxcabá a incitar a sus hombres a no dejarse llevar en la leva a una guerra contra sus propios hermanos de clase. A la salida de Yaxcabá los hombre se revelaron y matando al Teniente Claudio Padilla que iba al frente de los enganchadores e hiriendo al resto de los mismos.
Los años del maderismo fueron duros para los Carrillo Puerto, un familiar del vicepresidente Pino Suárez puso precio a la cabeza de Felipe, para evitar que se postulara a la gubernatura del estado. Sin embargo, este se adelantó y mató al asesino a sueldo, por lo que fue encerrado en la cárcel de Mérida. Mientras Elvia fundó, a lo largo de la década de los años 10, ligas socialistas y feministas campesinas, fue víctima de persecuciones por el gobierno de Huerta y años más tarde del gobierno de Carranza. Elvia, ya para entonces miembro activo del Partido Socialista del Sureste, se vio obligada a abandonar Yucatán y refugiarse en el Distrito Federal. En 1921, aún en la Ciudad de México, Elvia en un acuerdo de uno de los muchos congresos feminista, fijo la postura de solicitar a los supremos poderes de la nación el derecho de votar de las mujeres. Ese mismo año Elvia y Felipe regresaron a Yucatán, Felipe se postuló como candidato al gobierno del estado y ganó las elecciones. El gobierno yucateco presidido por Felipe Carrillo Puerto, legalizó el derecho de la mujer a votar y ser votada, así como el divorcio, cosa que ambos hermanos aprovecharon y se divorciaron de inmediato. En 1923 Elvia se postuló como diputada para el congreso local y ganó su curul convirtiéndose en la primera mujer en México electa como diputada. Pero llegó 1924 y con él la detención por parte de militares pagados por los hacendados yucatecos de Felipe Carrillo Puerto y tres de su hermanos. Los cuatro, junto con otros nueve colaboradores de Carrillo Puerto fueron fusilados. A la madre, el gobierno le ofreció ir por los cadáveres de los cuatro hijos, pero ella negó a ver a sus hijos muertos tras la traición de la oligarquía yucateca. Meses más tardes y bajo cientos de presiones y amenazas Elvia se vio obligada a abandonar el estado de Yucatán escoltada por el mismísimo secretario de Guerra de Obregón, el general Serrano que años más tardes habría de ser asesinado por Calles. Elvia se dirigió entonces a San Luis Potosí donde la ley aprobada por el gobierno local permitía a las mujeres votar y ser votadas en el congreso local, lista para continuar su lucha se postuló, su adversario pistola en mano la persiguió y amenazó de muerte aun así Elvía ganó, pero, entonces el gobernador decidió revocar la constitución del estado y el triunfo de Elvia es negado. Tanto Lázaro Cárdenas como Adolfo Ruiz Cortinez reconocieron la lucha de Elvia y le otorgaron premios como veterana de la Revolución.
Elvia nunca volvió a ejercer puestos públicos y trabajó el resto de su vida en diferentes instituciones de gobierno siempre luchando e instruyendo en la causa de la igualdad y el socialismo a las mujeres. Elvia murió en la Ciudad de México en 1967 a los 89 años de edad.
Publicadoen thepinkpoint.com.mx el 30 de mayo de 2012
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