El Globo la
centenaria empresa que ha cambiado de manos para ser un icono sin historia
propia.
Armando Enríquez
Vázquez.
En diversas fuentes la historia de la Pastelería El Globo se
limita a datos muy escuetos y básicos. La empresa fue fundada por una familia
de apellido Tenconi en 1884. Ese año se establecía Porfirio Díaz en el poder
por los siguientes 26 años. Al parecer el nombre proviene de la afición de Celestino
Tenconi, cabeza de la familia, por volar en globo aerostático y probablemente a
esa gran atracción que representaban para la gran mayoría de los mexicanos.
A la usanza de los salones de café europeos en los que además
de las bebidas calientes se ofrecía panadería y pastelería El Globo abrió sus
puertas en la capital mexicana. El local del globo se ubicaba en lo que es hoy
Isabel La Católica y Francisco I Madero, a finales del siglo XIX las calles
mencionadas recibían los nombres de San Francisco y Coliseo Viejo. Con la paz
porfiriana y la calidad de los pasteles la empresa era muy popular. El
siguiente hecho relevante fue la contratación de un pastelero italiano en 1900
llamado Giovanni Laposse, quien nació en 1879 en Corio y que trabajó en la
pastelería a lo largo de 10 años, se dice que al morir su esposa Giovanni
regresó a Italia, pero las fechas también sugieren que Laposse pudo prevenir
tiempos difíciles pues regresó a México en 1923. La panadería se vendió a otra
familia de origen europeo apellidada Comell. La situación caótica obligó al
cierre de la pastelería en 1918.
Con su regreso a México, Laposse reabrió el negocio al que
llamó El Nuevo Globo que se ubicó detrás del Palacio de Bellas Artes, en la
avenida Hidalgo. Laposse hizo un cambio importante en el concepto, desapareció
el salón de té para convertirlo sólo en una pastelería que vendía sus productos
en mostrador. En 1925 El Globo se encontraba en la calle de Abraham González. En
los años 30, El Globo se muda a la colonia Roma, a la calle de Jalapa, el local
al parecer desapareció con el terremoto de 1985, aunque un sitio en Internet
aseguraba en 2016 que aún estaba en pie.
Lo cierto es que los Laposse fueron los dueños de la
pastelería hasta la década de los noventa del siglo pasado. Durante los años en
que la familia Laposse se dedicó a la empresa esta creció de una manera constante
y acorde con el crecimiento mismo de la ciudad. Su primera sucursal se abrió en
los años sesenta en uno de los primeros centros comerciales de la ciudad
llamado Minimax que se ubicaba al sur de la Ciudad de México, sobre la avenida
de Los Insurgentes donde se encuentra hoy Plaza Inn. La segunda se localizaba Aurrera
Universidad, donde hoy esta Walmart y Sam’s al lado de Plaza Universidad. En
esa época se inauguró también la sucursal que aun se encuentra en la calle de
Holbein y avenida de Los Insurgentes, que durante mi infancia y adolescencia me
llamaba la atención con las puertas eléctricas que se accionaban al pisar los
tapetes de rombos que se encontraban antes de llegar a la puerta.
Esos rombos que durante décadas se volvieron referencia de
la marca eran los mismos que ostentaba la fachada de la planta de la pastelería
ubicada en avenida Popocatépetl. Nada se sabe del resto de la vida de Giovani,
quien heredó el negocio a su hijo Juan y este al propio. En los noventas con un
crecimiento desmedido, la crisis económica que sufrió el país en 1994 y una
mala apuesta comercial de Alberto Laposse, nieto de Giovanni, al intentar poner
una sucursal en Miami, con todo y su planta y fallar estrepitosamente, El Globo
dejó de pertenecer a la familia Laposse al entrar en la bolsa de valores en
1995 y en 1999 fue adquirida por Grupo Sanborn’s de Carlos Slim quien a su vez
la vendió a Grupo Bimbo en 2005, que permanece siendo su dueño en 2019. El Globo
cuenta hoy con una red de más de 170 sucursales en toda la república. ´
El logo de la pastelería es un globo aerostático estilizado
en beige con el nombre de la pastelería abajo. La historia de El Globo es
confusa y se pierde en esa forma que tienen los grandes corporativos de borrar
la historia de sus marcas, como si ellos las hubieran inventado y hecho
florecer, cuando la realidad es que a partir del dinero y la necesidad de los
dueños toman en sus manos un producto probado y posicionado.
Alberto Laposse es hoy hotelero y restaurantero en San
Miguel de Allende e incluso tiene una panadería en la próspera y de moda ciudad
guanajuatense.
imagen:elglobo.com.mx
Gracias por tan buena información.
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