jueves, 9 de julio de 2015

Nuestra lengua materna



Más de 460 millones de personas en el mundo tenemos al español como nuestra lengua materna. De ellas casi el noventa por ciento vivimos en el continente americano.

Armando Enríquez Vázquez

Con la visita de los reyes de España a nuestro país y la puesta en marcha del Sistema Internacional de Evaluación de la Lengua Española debemos de recordar el invaluable patrimonio que día con día ejercemos, protegemos, modificamos, enriquecemos y vulgarizamos en cada conversación, con cada texto. Que nuestro español ese con el que nos mofamos de la solemnidad está por encima de cualquier acto protocolario o academia que intente meterlo en las paredes rígidas de una caja mortuoria que pretende reglamentarlo entre el protocolo y la demagogia. El español escapa a pretenciosos mandatos de Institutos, Academias, Monarquías o el falso dorado de protocolos.
De acuerdo con el informe 2014 del Instituto Cervantes El Español: una lengua viva. Más de 460 millones de personas en el mundo tenemos al español como nuestra lengua materna. De ellas casi el noventa por ciento vivimos en el continente americano, México y Colombia simplemente tienen en conjunto más de 160 millones de hispanohablantes y sí a eso sumamos los hispanohablantes que habitan en Estados Unidos que se calculan en 52 millones más otros 9.7 de indocumentados que viven en aquel país y tienen tiene al español como idioma nativo o son parte de una segunda generación que no ha perdido del todo su utilización del español, tenemos que casi la mitad de los hispano hablantes del mundo se encuentran en tres naciones americanas. Nuestro español lleno de mexicanismos, colombianismos y anglicismos ha nutrido y formado el español moderno de manera definitiva. Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Jorge Luis Borges, Juan Carlos Onetti, José Lezama Lima, Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar por nombrar al puñado más connotado de la segunda mitad del siglo pasado demuestran la riqueza que América ha aportado a nuestra lengua.

Dales la vuelta,
cógelas del rabo (chillen, putas),
azótalas,
dales azúcar en la boca a las rejegas,
ínflalas, globos, pínchalas,
sórbeles sangre y tuétanos,
sécalas,
cápalas,
písalas, gallo galante,
tuérceles el gaznate, cocinero,
desplúmalas,
destrípalas, toro,
buey, arrástralas,
hazlas, poeta,
haz que se traguen todas sus palabras.
Octavio Paz
Las Palabras

Dicen que Carlos V al comparar los diferentes idiomas que hablaba el poliglota emperador decía que el español era la lengua para hablar con Dios. Grande es el honor de que esta sea nuestra lengua y no por un fervor religioso sino por la grandeza de nuestro idioma, por su riqueza sus matices. La diversidad de colores y tonos. Acepciones que son dulces un extremo de nuestro continente y soez obscenidad en el otro. La reinvención diaria que a lo largo de este continente se hace del español lo mantiene como una lengua que a corazón latiente y de manera imperceptible va forjando nuestra comunicación. Que se burla de los jactanciosos puristas que quisieran mantener un idioma que hoy nos es ajeno y en muchas ocasiones ajeno, con la misma exaltación que sus inquisidores quisieron enseñar amar a Dios en tierra de indios. Los americanos hemos creado dialectos del español que son los nuestros; del lunfardo al caló, el español se derrama  y conquista ese mundo donde hoy la principal editorial en español tiene su sede en nuestro país; El Fondo de Cultura Económica.
Sólo siendo conscientes de la belleza de nuestra lengua, sintiéndonos orgullosos de ella paladeando el pronunciar nuestras silabas y la suavidad que se siente en el gañote al emitir esa letra tan española como lo es la Ñ. Sin olvidar la ambivalencia agridulce de la tan mexicana X, despreciada por los peninsulares, que aun confunden la riqueza de sus sonidos, provocando en los ignorantes y lerdos a sustituirla con una J.
Un español que a veces nos duele porque a veces se llena de racismo, clasismo, discriminación cuando utilizada por sus académicos y supuestos cancerberos se utilizó y utiliza para atacar a sus artesanos y devotos. A pesar de ello no deja de ser nuestra lengua, en la que hablamos y convivimos, la que debemos alimentar y mantener evolucionando en el día a día.

Si vuestra lengua es la materia
Que empleé en mi escribir y, si por eso,
Habréis de ser vosotros los testigos
De mi existencia y su trabajo,
En hora mala fuera vuestra lengua
La mía, la que hablo, la que escribo.
Así podréis, con tiempo, como venís haciendo,
A mi persona y mi trabajo echar afuera
De la memoria, en vuestro corazón y vuestra mente.
Luis Cernuda
A sus paisanos

Celebremos nuestro idioma a diario, sin importar fechas, ni falaces actos protocolarios que sirven a tontos y locos para ponerle un bonete a un organismo tan vivo que se sacude y lo lanza lejos al ruin y polvoso rincón de las pretensiones y las categorías.

publicado en blureport.com.mx el 3 de julio de 2015

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