lunes, 29 de noviembre de 2010

Cambiar el campo.

Armando Enríquez Vázquez
No sólo la tecnología y la emisión de gases de carbono son las causas del cambio climático. Algunas soluciones estuvieron cerca del hombre siempre y decidimos ignorarlas. ¿Estamos a tiempo aún de cambiar hábitos y costumbres?
En la actualidad tendemos a simplificar. Fragmentar sin querer darnos cuenta que todo forma parte de lo mismo que todos vivimos dentro de esta gran esfera que al final de cuentas no es más que un sistema cerrado con posibilidades limitadas para actuar.
Cuando hablamos de cambio climático hablamos de las acciones que el hombre y sus tecnologías han producido sobre el planeta en los últimos dos siglos. La verdad es que si bien el proceso se ha acelerado por la tecnología el verdadero culpable es el desmedido crecimiento de la población, recuerdo que el problema a mediados de los 70 era la explosión demográfica. Los cuadros apocalípticos de un mundo sobrepoblado eran recurrentes hace 35 años. Más tarde el efecto invernadero, el agüero en la capa de ozono, el agua. A los seres humanos siempre nos ha gustado plantear más una catástrofe, que el bienestar, y sin embargo seguimos habitando el planeta y planteándonos los mismos problemas, con cada vez menos soluciones y sí más confrontaciones. Los diarios y los medios se siguen vendiendo gracias a la nota roja; maquillada y polveada dependiendo de la mala conciencia de sus dueños y directivos.
Esto no quiere decir que el problema no sea real y por lo tanto debemos tomar medidas para atacarlos. Antes de pensar global, pensemos local y veamos la situación mexicana. 2010 ha sido sin duda uno de los años con mayor precipitación pluvial de la década que finaliza o al menos a sin nos lo querido hacer creer. Como cada año los daños por las inundaciones y la obvia falta de una infraestructura para evitar estos desastres ha hecho que comunidades enteras y ciudades padezcan las severas consecuencias. Probablemente para la temporada de estiaje la CONAGUA y su titular nos avisen que nos quedamos sin agua y que la Ciudad de México y más de la mitad del país están a punto del colapso.
Recuerdo que en la secundaria a los niños de la capital se nos enseñaba que la mejor manera de hacer a la tierra fértil era la rotación de cultivos. No sé cuántos de nosotros estemos claros en esto, lo más triste es que al parecer ni los técnicos, ni los programas oficiales contemplan esto. Sé que se podrá argumentar que los usos y costumbres de los pueblos y otras tantas tonterías, típicas de lo políticamente correcto que es el gobierno y sus ineptos burócratas, habría que recordarles a los valientes médicos veterinarios que a finales de la década de los cuarenta del siglo pasado llevaron a cabo la cruzada para erradicar del país la fiebre aftosa, sacrificando innumerable cantidad de animales, exponiendo y en muchos casos dando la vida, pero al final se logró el objetivo.
Hoy la SAGARPA se contenta con un comunicado en el que establece que durante el tercer trimestre de 2010 el sector agropecuario y pesquero creció un 8.9% con respecto al periodo similar del año pasado. Lo que, seamos francos, a nosotros los legos no nos dice nada y la verdad no podría importarnos menos. Vemos los precios subir en los supermercados y sobre todo la miseria y desnutrición de una gran parte de nuestra población. Lo cierto es que más del 70% del territorio nacional corresponde a zonas semiáridas, que cada día más tierras se vuelven infértiles por uso y abuso. No existen políticas, ni una reglamentación que vele por el uso correcto de las tierras cultivables de la nación, tampoco asesoría experta para la gente del campo, a la cual se le permite agotar sus parcelas sin ningún tipo de advertencia. La desertificación que sufre el campo mexicano, aunado a la tala desmedida y clandestina juega un papel igual o mayor que el que juegan las emisiones de gases de carbono en el cambio climático.
Pensamos en opciones a los combustibles fósiles, incentivos al uso y producción de energías alternativas. Sin embargo somos incapaces siquiera de plantearnos políticas que vuelvan al campo más productor, menos desperdiciado. Tenemos que enseñar a los campesinos que la siembra tradicional es la que provoca el agotamiento de sus suelos, dando como resultados menores cosechas y con el paso de los años la infertilidad de la tierra. Usar o abusar de los fertilizantes químicos no es ninguna solución a la larga sólo retrasa el proceso de desertificación. Hay quienes creen que los cultivos transgénicos son la solución, hay quienes piensan lo contrario. Por otro lado el brazo de los taladores clandestinos acaba con nuestros bosques, con la llegada de las lluvias la pérdida de las tierras fértiles que son lavadas hasta los ríos provoca desertificación en las partes altas y laderas de las montañas y sierras. Otra política olvidada por el gobierno federal y local. No es raro que con la vista puesta sólo en las castas políticas, la lucha centrada en opacar a la oposición, el crimen organizado haya volteado de manera natural a las zonas rurales donde la ingobernabilidad es absoluta. En México perdemos casi medio millón de hectáreas de bosque anualmente.
Desde hace décadas México importa cereales como maíz y frijol, base de nuestra alimentación, lo pequeños agricultores y las comunidades indígenas siguen acabando con sus tierras al empeñarse en sembrar estos cultivos, cuando existen otros que tienen también demanda a nivel nacional, que ayudarían a enriquecer sus parcelas y les traerían mejorías en su economía, sin embargo ni a SAGARPA, ni a SEMARNAT, o a SEDESOL, les interesa crear bienestar sino seguir generando sus cuotas de votos para mantener al partido, el que sea, en el poder.
Existe una tabla de 19 medidas planeadas por el gobierno federal a través de la SAGARPA para el manejo de riesgos y reducción de la vulnerabilidad de la actividad, además de 17 más que buscan reducir las emisiones de gases de carbono. La lista y logros que da a conocer la secretaria son como siempre cifras vagas que nada nos dicen sino que en la mayoría de estas acciones existe un retraso ligado a tiempos políticos. Que nada reflejan a hora de que la sociedad se enfrenta a las inundaciones. El corte de sus comunicaciones con las comunidades vecinas.

Se habla de reformas estructurales urgentes y una de ellas debe ser la política en el campo, no solo buscar la autosuficiencia alimentaria, difícil de lograr en un mundo tan globalizado y de población creciente, si no en la sustentabilidad y equilibrio de los ecosistemas locales. De esta manera el impacto contra los efectos del cambio climático serán mayores, evitando a si tapar el sol con un dedo.
Publicado en blureport.com.mx Noviembre 29 2010

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