Entre las grandes
historias de éxito en México, están las de empresarios y visionarios que dieron
paso a un país industrializado y moderno. Sin embargo, ellos mismos o sus descendientes
se rehúsan a que se cuenten.
Armando Enríquez
Vázquez
Hace ya algunos años que cazo y escribo las historias de
empresas y marcas para diferentes medios en los que escribo; legendarias,
modernas, contemporáneas, empresas en general, que se sienten orgullosas de sus
orígenes, de sus fundadores incluso cuando hoy esas marcas ya no pertenezcan a
la misma familia, dan el homenaje y reconocimiento debido a su fundador.
También existen, los grandes y mezquinos conglomerados como
Nestlé que prefieren borrar el pasado de las marcas que van adquiriendo con el
paso del tiempo e incorporan la marca a la historia propia y fría que sólo
detalla las fechas en que las marcas se van adquiriendo en los diferentes
países.
En México muchas de las historias de marcas, son negadas o
ignoradas. Las razones creo que en principio no se deben a la falta de orgullo
por la marca. Tiene que ver más con la ignorancia del empresario mexicano por
un lado y por otro por la situación social del país.
Siempre he tratado de acceder a las historias de las marcas
mexicanas, porque son definitivamente parte de la historia del país y parte
esencial de nuestra memoria y de nuestra historia personal. Marcas como el
chocolate Postre, como Larín, los dulces Laposse, Del Fuerte, La Chata, Tijeras
Barrilito, son parte de nuestra memoria colectiva y de nuestra cotidianidad y
sin embargo a muchas de ellas no les interesa que se cuente su historia, ni la
de sus fundadores con una secuencia verdadera y se limitan en sus portales a
poner fechas y un genérico de su humilde y casero origen. Como si de alguna
manera tuvieran que disculpar su éxito.
Existen las excepciones, por supuesto, y a lo largo de este
tiempo debo de agradecer la información que marcas como Grisi, Mole Doña María,
hoy parte del Grupo Herdez, Jabón La Corona, entre otros me han proporcionado
de manera directa para elaborar mis textos.
Existen otras marcas que ni siquiera se dignan a responder a
los mensajes que uno les envía y todo tiene que ver, quiero pensar, con un
temor a dar nombres de los fundadores, dueños y descendientes, que pueden ser
víctimas del crimen organizado, por lo que se reservan el contar la historia de
éxito que los ha llevado a la cima y al reconocimiento de los consumidores.
Pero si a lo largo de este sexenio hemos escuchado ad nauseum y bajo la más populista y
demagógica de las propagandas políticas la necesidad de contar historias
verdaderas, historias con valores y que merezcan ser contadas, ¿por qué no las
de los empresarios e industriales mexicanos exitosos que son parte también de
la historia de la modernización del país, a pesar y en contra de lo que piensen
las mentes mononeuronales de políticos, columnistas chayoteros e historiadores
ortodoxos que abundan en este país?
Por la información que existe en sitios como el de la
fábrica de pastas La Moderna, se
adivina una historia llena de éxitos, fracasos y vuelta al éxito, Una historia
de singularidades, eso sin contar ¿quién y por qué decidió contratar a Lance
Wyman, famoso por sus diseños para los Juegos Olímpicos de 1968 y para
estaciones de las primeras líneas del metro de la Ciudad de México, para
diseñar el logotipo que conocemos de la marca? Pero nadie contesta a los
correos.
O la curiosa historia de la marca de zapatos Blasito, que involucra a un jugador de
futbol argentino llegado a jugar al club León. O la misteriosa historia, porque
no existe nada al respecto en su sitio web, de las galletas Dondé que tienen más
de cien años de ser una marca icónica de la península yucateca.
Poder hacer una historia de las marcas nacionales y de los
empresarios que enfrentaron los cambios del siglo XX, empezando por la
revolución como los hermanos Grisi, cuya marca se remonta a mediados del siglo
XIX, o como Don Esteban Pérez Fernández que vio la oportunidad para crear una
empresa después de la escasez de lijas en el mercado nacional por la Revolución
y formó una de las más importantes industrias trasnacionales del país: Fandeli.
Y eso por poner el ejemplo más relevante, pero el siglo XX
estuvo lleno de malas decisiones del gobierno que afectaron y protegieron a
diferentes empresas nacionales que también merece la pena ser contada.
Por eso les pido a los encargados de las
relaciones públicas de las empresas mexicanas que se tomen unos minutos para
contestar a aquellos, quienes, como yo, nos entusiasma contar historias que si
valen la pena ser contadas y no las payasadas del presidente en turno y que en
los próximos seis meses hasta los “periodistas” que hoy las defienden harán
pedazos.
publicada en thepoint.com.mx el 13 de febrero de 2018
imagen hoyestado.com
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