martes, 15 de febrero de 2011

Se busca, Elementos de guerra fincada en el pasado.

Armando Enríquez Vázquez

¿Están los gobiernos combatiendo como se debe a la delincuencia y cómo se está previniendo y protegiendo a la sociedad?

Hoy la percepción entre la ciudadanía es que la inseguridad es mayor que nunca.
En medio de la guerra contra el narcotráfico, la trata de personas y el aumento de la pornografía infantil, sabemos que como individuos somos más vulnerables que nunca. Hoy es cuando el estado mexicano debe estar a la altura de sus enemigos y hacerles frente con la mejor tecnología y la forma más rápida y efectiva para alertar y poner a sus gobernados en alerta.
La partida presupuestal para la seguridad es la más alta en la historia del país, sin embargo, la queja entre los elementos de las corporaciones a lo largo y ancho del país sigue siendo la misma. Un sueldo irrisorio, una armamento deplorable, una capacitación nula junto con una exigencia por resultados sin precedentes. Hace poco un elemento de la policía estatal de Zacatecas decía durante una manifestación por mejoras en las condiciones laborales que su jefe, el nuevo director de seguridad del estado, les decía que no podía confiar en los elementos a su cargo hasta que el número de muertos de la corporación le demostrara que eran elementos que no filtraban la información. Una muy “inteligente” estrategia que permite el asesinato de las fuerzas del orden del estado. ¿Por qué habría la muerte de policías demostrar que es una corporación segura, también podría demostrar que el Jefe de la seguridad estatal es capaz de matar a todos sus subalternos limpios con tal de infiltrar la plaza.
Hace menos de un mes un hombre defendió su casa y a los suyos en Ciudad Juárez, mató a tres hampones que entraron en su propiedad, fue detenido de acuerdo a derecho y finalmente la semana pasada fue liberado por la justicia, a la puerta de su casa ya lo esperaban los sicarios y fue asesinado junto con su esposa. Los hermanos de la activista juarense asesinada hace un mes fueron levantados a principios de la semana pasada como represalia por querer esclarecer el asesinato de su hermana. ¿Acaso nadie sabía a qué banda pertenecían los primeros sicarios? ¿A nadie se le ocurrió que este hombre podía ser víctima de un atentado que debía de ser vigilado? ¿Nadie en Chihuahua está seguro después de ser víctima de la mafia? La respuesta es obvia. Pero no sólo es Chihuahua, una muchacha desaparece de la UNAM y la última persona que la ve ni siquiera es detenida o cuestionada a fondo por la autoridad. Se cree que está viva pero ninguna autoridad del Distrito Federal l hace nada por investigar. Según el procurador mancera la capital del país es casi o más segura que lo que en su momento lo fue Foxilandia.
Todos los días oímos al vocero de seguridad nacional, al presidente, a los gobernadores minimizar el problema. El secuestro, la extorsión, la trata de personas, los narcobloqueos son sólo parte de la respuesta de los grupos del crimen organizado que van perdiendo la guerra, los ciudadanos no sólo debemos entender, ajustarnos, sino que debemos ser parte de la solución. Se nos pide se nos exige ser buenos ciudadanos y buenos mexicanos, pero la suspicacia congénita del mexicano nos pone en máximo estado de alerta y de desidia. En menos de dos meses hemos visto a la gente de la sociedad civil de Chihuahua ser aniquilada por los grupos reales de poder en el estado. Enfrente de las propias autoridades locales, de los tres poderes del estado que sirven como dicen por allá para dos cosas; para nada y para pura ch…. o a lo mejor si sirven pero a los grupos de poder real.
¿Cuántos casos de impunidad y de corrupción de los órganos de gobierno debemos de vivir para que alguien haga finalmente algo?
Hace un par de semanas apareció en varios periódicos de circulación nacional un comunicado de prensa de la PGR con los retratos hablados de varios delincuentes y la recompensa que se ofrece por la información que lleve a su captura. Es entonces cuando me pregunto ¿Cómo es posible que se asegure que vamos ganando la guerra?
Los retratos hablados eran sencillos y burdos dibujos a lápiz. Como los que desde hace años venimos viendo en la nota roja de la prensa nacional, o aquellos que utilizan en el metro para alertarnos de carteristas y asaltantes, y se encuentran pegadas en los pizarrones de aviso de las estaciones. Si uno nunca hubiera visto algunos programas de criminalística creería que la fórmula más efectiva para encontrar a los más buscados por una sociedad siguen siendo los mismos que en el Viejo Oeste americano y toda tecnología se reduciría a la buena capacidad de retratista de un dibujante. Hay que decir en aras de la ya mencionada suspicacia nacional que éste método tiene una gran ventaja, cualquiera de los retratos hablados que nos muestran amplía en varios millones de personas el número de sospechosos por lo que la captura del culpable es casi infalible. Para demostrarlo creo que cualquiera de nosotros puede, la próxima vez que vea estos carteles de “Se Busca” recortarlo, arrancarlo y hacer una encuesta entre un grupo de persona, el sujeto perseguido siempre terminará pareciéndose al jardinero del tío Juvencio o un amigo que hace mucho tiempo no vemos. ¿Podrá ser él? Mejor ni averiguarlo no vaya a ser que lo metamos en un problema de paranoia o peor aún no vaya a resultar que si es él. ¿Cuántas veces hemos oído hablar de lo que le cobran a un policía por bala disparada, de la calidad de las armas y de cómo muchas veces estas se verían mejor en un museo que en las temblorosas manos de un aterrado policía frente a cinco sicarios con Kalashnikovs y granadas?
Si tenemos esta tecnología en cuanto a los retratos hablados, si es imposible vigilar a un ciudadano marcado por el crimen organizado, si somos incapaces de proteger a los elemento de seguridad del estado. ¿Qué importa quien vaya ganando la guerra? ¿Cuál es verdadero uso que se le da a la partida del presupuesto nacional que se da a la seguridad del país? ¿Cuántas cajas de lápices HB y cuantas de carboncillos necesitan nuestros criminólogos al año?
Hace poco leía un artículo que postulaba que esa descomposición del tejido social a la que nos gusta referirnos en realidad no existe y todo funciona a la perfección a pesar de la percepción de que todo está en decadencia. En el fondo existe una razón para hacer de este postulado una verdad a medias, apelar al miedo, provocar el temor sirve para controlar, para tratar de inmovilizar a la sociedad y encerrarla en casa o ghettos muy identificados. Separados por el miedo y por ciertas características somos más vulnerables, mucho más visibles. Acerca de los principales sospechosos y más buscados por provocar esta situación me gustaría hacer un retrato hablado que tan vago y burdo como los que cínicamente nos presenta incluya los rasgos de todos los políticos en funciones de los tres partidos.

publicado en blureport.com.mx el 14 de Febrero de 2011

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