Armando Enríquez Vázquez
Al pueblo pan y circo. Una vez más la sociedad civil salió a manifestar a las calles su hartazgo. Una vez más las voces de furia contenida, cansadas de no ser escuchadas por el gobierno. Nadie sale y explica, nadie dialoga con la ciudadanía afrentada por tanta violencia por tanta saña. ¿Tiene el Gobierno Federal el valor o les vale? Por lo menos durante la primera marcha de este tipo cuando la gente salió vestida de blanco y caminó desde el Ángel hasta el Zócalo, el entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador salió a decir despectivamente que había sido una marcha de “Pirruris”.
El gran cínico de la política nacional despreció así a los votantes y incluidos los estúpidos que un par de años después votaron por él. La violencia no existía, era sólo la percepción de unos cuantos “rotos fufurufos”, el pueblo es inalcanzable por la maldad del crimen organizado, según el tabasqueño.
Después vino el secuestro y asesinato del hijo del empresario Alejandro Martí. Otra marcha que llenó de veladoras Paseo de la Reforma y el Zócalo de nuevo. La tibia, inútil respuesta del gobierno federal; una reunión dónde el empresario con la voz entrecortada y la ira contenida le exigió a los funcionarios; “¡Sí no pueden renuncien!”. Y los funcionarios adormilados no se dieron por aludidos y pensaron “¡Sí que renuncien!”
La semana pasada, el asesinato del hijo del poeta Javier Sicilia, quién en señal de luto ha renunciado a escribir poesía, movilizó a otro sector de la población ante los ojos obnubilados de las autoridades. Miles en el DF, Cuernavaca, Chihuahua, Monterrey, Mérida, Guadalajara, Saltillo, Puebla, Ciudad Juárez, incluso Nueva York, Paris, Barcelona y otras ciudades del mundo.
En el interim las muertas de Juárez, los asesinatos y las fosas comunes de Tamaulipas. Michoacán. Morelos. Todos con sus marchas, sus activistas y las impunidades que permite el sistema. Conocimos no sólo a Alejandro Martí, si no a la Señora Isabel Miranda de Wallace y a Eduardo Gallo padres que lucharon e investigaron los crímenes de sus hijos hasta llevar a los culpables ante la justicia y evidenciar la corrupción de los cuerpos policiales. Y otros padres desesperados y sin tantos reflectores que tratan de averiguar a diario el paradero de sus hijos. Qué no marchan, que luchan. Hoy en día en el caso Martí, por los detenidos y consignados pareciera que trescientas personas de quince y media bandas de delincuentes diferentes se coordinaron para llevar a cabo el secuestro.
Javier Sicilia pide al gobierno pactar con el Narco para detener la violencia. Alejandro Martí: con la delincuencia no se pacta. Dos hombres que han perdido lo más preciado que se puede tener: los hijos. En medio un gobierno corrupto, terco, lerdo y cómplice. Un gobierno que no se limita al Presidente y sus procuradores o al infame Jefe de la Seguridad Pública Federal; Genaro García Luna, que con descaro anuncia que faltan siete años de lucha. Abarca a los gobernadores del PRI, PAN y PRD, a los procuradores de justicia estatales, a los presidentes nacionales de los tres partidos que con dedos flamígeros señalan a sus oponentes como responsables de la situación. A todos aquellos que tienen las manos metidas en el negocio del tráfico de armas, en la trata de personas y el tráfico de ilegales, ¿Acaso somos tan ingenuos que no creemos que haya autoridades en ambos lados de la frontera en estos lucrativos crímenes? Hace unas semanas el ex gobernador de Nuevo León, Sócrates Rizzo, se atrevió a decir algo que es un secreto a voces, los gobiernos priistas pactaron con el narco. Pactaron la paz social y la gobernabilidad del país. Inmediatamente la vieja cúpula de priistas resentidos se le fue encima y lo desmintieron. Pero ahí está el botón muestra de cómo se gobernaba.
Y entonces la pregunta más importante es ¿Son las marchas lo que se necesita para cambiar el rumbo del país? ¿Son las consignas ciudadanas lanzadas frente a los palacios de gobierno suficiente? Las palabras se las lleva el viento y el camino al infierno esta pavimentado de buenas acciones. Alguien dice las marchas no son inútiles, la verdad es que son menos que inútiles.
Hace mucho leí que el hombre inicia la guerra cuando quiere, la termina cuando se puede. Nunca la buena voluntad de los que acuden a las marchas será capaz de acabar con esta guerra.
Cuarenta mil muertos en lo que va del sexenio. Pero es una guerra y esos cuarenta mil no representan ni el uno por ciento de la población, no todos eran buenas personas, muchos de ellos corrompieron a nuestros jóvenes. Algunos más eran asesinos y tratantes de personas. Otros peleaban del lado del gobierno y en teoría de nuestro lado y otra parte fueron víctimas colaterales de la guerra. Las cifras se maquillan por todos los actores. Se usan para sacar diferentes provechos, para llevar agua a los molinos de de cada quién, incluso desde Twitter o Facebook. No estamos siendo coherentes queremos que la inseguridad y las atrocidades terminen. ¿Cómo? ¿Con un discurso del Dalai Lama o de López Obrador y sus grupos de golpeadores? ¿Con una sonrisa de Peña Neutrón y un autógrafo de la Gaviota? ¿Sentados con el Presidente a la mesa? La verdad es que esa falacia de ser políticamente correctos nos ha incapacitado mentalmente. A los criminales se les persigue y se les castiga con todo el peso de la Ley y cuando estos ponen en peligro la estabilidad social y financiera del país hay que exterminarlos. Desgraciadamente nuestro gobierno pareciera hacer el mismo daño al país. ¿Entonces recurrimos a las marchas y veladoras? ¿A vestirnos de blanco y a protestar en lo que parece un muro de las lamentaciones nacionales? No existe ni siquiera el planteamiento de la desobediencia civil. No hay la idea de arrestar civilmente a autoridades responsables.
Es absurdo pensar que estamos frente a revueltas como las de Medio Oriente. Los mexicanos como siempre salimos a manifestarnos con la idea de que a la mañana siguiente despertaremos habiéndonos ganado un pedacito más del cielo a todos prometido por nuestras buenas acciones.
“The Weather will not improve.”
Henry Miller.
Publicado en blureport el 11 de Abril de 2011
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