¿Cómo será la vida en otro planeta? Es una pregunta que desde Luciano de Samosata, y tal vez antes se han hecho los seres humanos. La pregunta es hoy ¿Podría vida diferente dentro de nuestro mismo Planeta?
Armando Enríquez Vázquez
La parte de la biología encargada de estudiar a la célula siempre me ha fascinado, porque es ahí donde radica uno de los principales misterios; ¿Cuál es el origen de la vida?
Aparte de las ideas religiosas, la ciencia a ha sido capaz hasta hoy de replicar vida, de diferentes modas y bajo diversos métodos. Entonces entra el dilema ético y filosófico ¿Para qué queremos crear vida? ¿Es uno más de los problemas técnicos a resolver? ¿O es arrogancia humana? Para los creacionistas el hombre no ha creado nada. En el sentido estricto de la palabra, lo que han hecho es tomar los elementos ya existentes e intentar combinarlos de manera diferente. La verdad es que al parecer la mayoría de la gente ni siquiera está enterada del tema, pues al hablar de la vida diferente a como la conocemos, inmediatamente piensan en formas alienígenas similares a las que ven le televisión, historietas, Internet o el cine.
El conocimiento y estudio del ADN, el haber resuelto genomas de especies ha traído consigo a miles de científicos manipulando la cadena de la vida, en busca de algo diferente.
La creación de nuevos organismos más resistentes a las enfermedades, más longevos, menos perniciosos, se ha convertido en una de las obsesiones de microbiólogos, biólogos moleculares, químicos y otros científicos.
El año pasado la NASA dio a conocer la existencia de bacterias en las que el fosforo de la cadena de ADN había sido reemplazado por arsénico. Haciendo a estas bacterias únicas en La Tierra. Esto fue tomado como una prueba de la posible existencia de vida fuera de nuestro planeta, planetas con características bioquímicas diferentes, podrían estar habitados por seres que no estuvieran relacionados.
Por otro lado el instituto J. Craig Venter anunció, también el año pasado, la creación de la primera célula sintética. Lo cual supondría un gran avance científico, pero poco práctico; pues para poder lograr desarrollar nuevos organismos aún falta mucho.
¿Para qué los científicos quieren desarrollar nuevos organismos, lograr mutaciones en bacterias o diseñar formas de vidas totalmente ajenas a las que conocemos hasta hoy en día?
Por un lado siempre se antepone el concepto de atacar males y plagas conocidos, del bienestar futuro de la humanidad, pero pareciera que en muchos casos es sólo por demostrar que se puede hacer. La verdad sea dicha, en el caso de sintetizar vida, ni los mismos científicos saben que esperar.
Clonar, modificar la secuencia de la cadena en el ADN, introducir enzimas inexistentes en la misma, tratar de crear nuevos aminoácidos son formas de alterar a los organismos pero en el estricto sentido de la palabra están lejos de crear vida.
En el laboratorio del Instituto Scripps de Investigación en San Diego, California, el doctor Gerald F. Joyce ha logrado lo que para algunos es una forma diferente de vida, sin necesidad de salir del planeta o esperar la llegada de seres de otros mundos para conocerla.
Aunque el mismo doctor Joyce, dice que está lejos de llamar a su experimento como vida, lo que sabemos es que desde hace cuatro años, con la ayuda del doctor Lincoln, lograron crear una molécula que desde entonces se replica, aumentando su población en el laboratorio y es capaz de pasar el conocimiento básico de sus funciones de generación en generación.
Según las teorías de origen de la vida fue el ARN,(ácido ribo nucleico) hace más de tres mil millones de años, el causante de las primeras formas de vida, lo que el científico ruso Oparin llamó coacervados, aglutinándose en lo que se conoce como “el caldo primigenio”, se formaron las primeras moléculas de carbono capaces de replicarse a sí mismas y que con el tiempo fueron adaptándose y evolucionando en las diversas formas de vida que hoy conocemos.
La molécula del doctor Joyce, está compuesta de ARN, cuya cualidad principal es que a diferencia del ADN es capaz de catalizar reacciones químicas entre otras moléculas, cambiando el largo de las cadenas de estas moléculas.
A pesar de haber pasado cuatro años de vida, en lo que llaman en el laboratorio “La molécula Inmortal”, el doctor Joyce , afirma que aun no puede llamar a su molécula una forma de vida. Sin importar, el crecimiento en la población de su molécula, ésta todavía depende de los cuidados de los químicos del Instituto Scripps. Joyce, sabe que cuando finalmente pueda hablar de vida, habrá logrado lo que los hombres de la NASA están buscando en el espacio exterior, sin haber salido de la comodidad de su laboratorio en San Diego.
Al respecto el doctor Joyce explica que más allá de las teorías de los astrónomos y sus cálculos de las probabilidades de la existencia de vida diferente a como la conocemos fuera de nuestro planeta, si alguien logra sintetizar vida, a pesar de ser artificial será la prueba más concreta de que la vida puede encontrarse afuera diferente a la nuestro planeta.
Otro convencido de la realidad de encontrar vida diferente o sintetizarla antes que sus colegas de las agencias espaciales mundiales, es Jack Szostak de la escuela médica de Harvard, quién junto con sus asistentes se ha dado a la labor de crear una célula artificial, que a diferencia de la de J. Craig Venter pueda replicarse y evolucionar.
Lo cierto es que la carrera por crear vida ya sea a nivel molecular o celular esta en marcha. Los resultados y las posibles aplicaciones de estas investigaciones están lejos, muy lejos de ser fructíferas, o de siquiera saber específicamente cuales serán estas.
publicado en blureport.com.mx 15 de Agosto 2011
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