Sí
están celosos de aquellos con más dinero, no se queden ahí sentadotes
quejándose. Pierdan menos el tiempo fumando, bebiendo y yéndose de parrandas,
pónganse a trabajar más.
Gina Rinehart a sus conciudadanos australianos
De acuerdo con la lista de Forbes de hombres y mujeres más
ricos del mundo el lugar número 29, lo ocupa una mujer, que a su vez es la
quinta persona más rica de la región Asia-Pacífico, la mujer y la persona más
rica de Australia. Su fortuna equivale a dieciocho mil millones de dólares y su
nombre es Georgina Rinehart. Ocupa el lugar número 39 en la lista de mujeres
más poderosas del mundo de acuerdo también con Forbes. Hay quienes creen que
podría llegar a ser la persona más rica del mundo por encima de Carlos Slim y
Bill Gates, su fortuna en los próximos años de acuerdo con algunas fuentes como
el Citigroup puede llegar a los cien mil millones de dólares.
Gina Rinehart no sólo es la persona más rica de Australia,
es sin duda la más polémica e incluso la más odiada de aquel país. A diferencia
de otros magnates que son vistos como orgullo de su comunidad o de aquellos que
se mantienen en la sana sombra del no hacer ruido. Gina Rinehart, es una mujer
con opiniones extremistas que pide la exención de impuestos a las grandes
empresas y una drástica reducción en los salarios mínimos. No quiere a la
prensa y la prensa no la quiere a ella. De hecho los pocos que logran
entrevistarla, o visitar las minas de hierro en la región de Pilbara, tienen
que firmar acuerdos de confidencialidad que protegen a la empresaria y a sus
minas. A muchos otros los ha demandado, lo mismo que empleados que ella
considera que han sido desleales.
Como muchos de su clase, Gina se convirtió en millonaria de
una de las maneras más tradicionales del asunto; heredó la fortuna de su padre,
el empresario minero Lang Hancock. Pero a diferencia de muchos otros, Gina ha
trabajado muy duro para hacer de la fortuna que recibió al morir su padre una
de las más importantes del mundo. En 1952 Hancock descubrió en el oeste de
Australia la veta de hierro más grande del planeta. En 1954 nació Gina, en la
ciudad de Perth al oeste de Australia. Su nombre Georgina Hope Rinehart. Se
dice que su padre esperaba un hijo al que llamaría George, al nacer una mujer
le puso el nombre de Georgina. Sin embargo, salvo el detalle del género,
Hancock preparó a su hija única, para el mundo de los negocios y jamás existió
el más mínimo rechazo, al contrario el amor paterno y el filial fueron llevados
al extremo, se dice que Hancock llevaba a su hija desde muy pequeña a las
juntas de negocios, incluso en el extranjero para que aprendiera. Cuando Gina
aprendió a manejar Hancock mandó comprar diez automóviles y estacionarlos
frente a la escuela de Gina para que
ella escogiera cual quería.
Gina entró a la Universidad de Sidney, pero antes de un año
abandonó la carrera de economía, al darse cuenta que la escuela no era para
ella, regresó a Perth y se unió a la empresa de su padre; Hancock Prospecting. En 1973 a los 19 años se Georgina se casó por
primera vez con un trabajador de inglés de la compañía de su padre de nombre
Greg Milton. El matrimonio tuvo 2 hijos, Gina se separó en 1979 y se divorció
de Milton dos años después en 1981. Se volvió a casar en 1983 con un abogado
norteamericano 37 años mayor que ella y de oscuro pasado, llamado Frank
Rinehart, del que se dice que había perdido el derecho a ejercer en Estados
Unidos. Lang Hancock nunca aprobó esta unión pues pensaba que Rinehart quería
aprovecharse de Gina y de él y hacerse de Hancock Prospecting. De ese
matrimonio Georgina tuvo otros dos hijos. Ese mismo año murió la madre de Gina,
y ella se encargó de hacer los arreglos necesarios para contratar a una mucama
recién llegada de Filipinas para que ayudara a su padre. En 1985, Lang Hancock
se casó con la mucama filipina de nombre Rose Lacson, a quién le construyó una mansión en Sidney a
la que llamó Prix D’Amour. Gina, por
supuesto no atendió a la boda. Gina nunca estuvo de acuerdo con el matrimonio
de su padre, con el tiempo, la relación entre el magnate y su nueva esposa se fue
deteriorando, Gina aprovechó para reclamarle a su padre y a través de cartas le
hizo saber que se había convertido en el hazmerreir de Australia, al casarse con la arribista filipina. Hancock le contestó a su hija en una
carta:
Si no eres capaz de
considerar mi bienestar, al menos permíteme recordarte como la delgada, capaz,
atractiva joven…en lugar de la vengativa, perezosa y maliciosa cría de elefante
en que te has convertido…Me da gusto que tu madre, no te haya visto así.
En 1990 murió Frank Rinehart y dos años después, murió Lang
Hangcock. Gina luchó legalmente por el control de la empresa de su padre, acusó
a la viuda de su padre ahora Rose Porteous, quién después de tres meses ya
había contraído nuevas nupcias con un amigo del difunto Hancock, de negligencia
en la atención a la salud de su padre, de maltrato y puso investigadores para
tratar de encontrar pruebas para acusar a la filipina de homicidio. Al final,
tras 14 años de litigios, Rose Porteous sólo se quedo con Prix D’Amour.
Desde entonces Gina tomó el control de Hancock Prospecting,
y la ha hecho crecer con un estilo muy personal de hacer y ver las cosas. Un
estilo que la ha convertido en un personaje odiado por la mayoría de los
australianos. Déspota, autoritaria y vengativa. Gina Rinehart, que odia la
cobertura mediática, las entrevistas, a los periodistas que la critican compró en
2010 el 10% de las acciones del canal 10 de Australia, y un buen número de
acciones de Fairfax Media, una empresa dueña de periódicos, revistas y
estaciones de radio de la que la empresaria es actualmente la mayor accionista.
Promover la exención de impuestos a las grandes compañías mineras, así como
tratar hacer campañas minimizando y negando el cambio climático, son algunas de
las cosas para la que sirven sus medios. La otra es cuidar lo que se dice de
ella.
Peleonera y autoritativa, es famosa por la facilidad que
hace demandas legales y promueve juicis contra aquellos que ella cree están en
su contra. Pero el año pasado tres de sus hijos la demandaron por haber
cambiado las reglas de un fondo que el abuelo, Lang Hancock, dejó para sus
nietos y el cual Gina no quiere soltar.
Mientras tanto la australiana,
es una la cuarta mujer más rica del mundo y alguien con quien nadie quiere
toparse.
Publicado en empresasydinero.com el 3 de Mayo de 2013
Imagen: forbes.com
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