Pareciera que uno de
los lemas del actual sexenio es “promover la competitividad”, ¿es la
competitividad algo sano o sólo un eufemismo?
Armando Enríquez Vázquez
Durante los últimos seis meses; ¿Cuántas veces hemos oído
hablar de la competitividad como una especie de panacea económica para los
males de nuestro país? Lo más importante ¿Es cierto? la respuesta es sencilla:
No.
No en un país como el nuestro donde los monopolios, la
impunidad y el abuso del poder son tradiciones y vicios del estilo de gobernar,
sin importar colores, ni posición ideológica. En un país donde las todas las
palabras tienen, por lo menos, un doble sentido, hablar de competitividad puede
significar todo menos competitividad.
Hoy quieren que entendamos competitividad, como sinónimo de
competencia. Cómo sinónimo de justicia mercantil y como sinónimo de eficiencia,
cuando en realidad la competitividad nada tiene que ver con estas tres
palabras. Pero eso pasa cuando los medios de comunicación en su pereza quieren
acostumbrarnos a entender y sustituir parada
por desfile, Beijing por Pekín. Cuando
con toda la estulticia de la que son capaces la mayor parte de los conductores
y lectores de noticias de nuestro país confunden cualquier palabra extranjera
con su pobre y simplista falacia de que todo suena como lo pronuncian en
Amarillo, Texas.
A lo que hoy políticos e informadores se refieren por
competitividad, tiene que ver con el fin de monopolios y duopolios que tan
enraizados estén en la economía mexicana. Esa podría ser una muy buena noticia.
Desgraciadamente, quieren hacernos creer que este fenómeno se presenta sólo en
las telecomunicaciones. En México existen monopolios en los hospitales y
servicios de salud, en la minería, la industria panificadora de México, el
transporte, incluso podemos hablar de un tripolio en la política mexicana.
El gobierno quiere hacernos creer que estas prácticas se
acabaran repartiendo el mercado de manera aleatoria, en el caso de la telefonía
y por otro lado licitando cadenas de televisión. Este paliativo en un principio
creara opciones, pero debe estar en los dueños el mantenerlas vivas o no. Es
entonces cuando entran en el juego dos conceptos totalmente diferentes al
paternalista competitividad. La competencia y la ley de la oferta y la demanda.
Cada uno de los nuevos jugadores en la telefonía, en la
televisión y la radiodifusión deben estar listos para ser competentes y capaces
de atraer a sus clientes, la audiencia es un cliente, para lograr no sólo que
su negocio sobreviva, si no lo que es más importante que destaque en el
mercado. Entonces en la forma pura de la ley de la oferta y la demanda,
aquellos que logren más audiencia, lograrán por consiguiente más dinero.
Y es aquí donde el gobierno debe ser capaz de distinguir
entre proteger y promover. Donde deberá de ser capaz de poner verdaderamente en
juego la competencia en México. Habrá empresas que caigan y desaparezcan, es
natural, pero los espacios no pueden ni
deben ser ocupados por los aquellos que ya están en el juego. Un ejemplo claro,
es que la televisión en México sería diferente si el gobierno no hubiera
permitido a Emilio Azcarraga Milmo, hacerse de tantos canales que no le eran
productivos a sus dueños y hubiera promovido la entrada de nuevos participantes
en las telecomunicaciones de nuestro país. Los monopolios no se crean por tener
la mayoría del mercado, si no por bloquear la existencia de otros jugadores en
el mercado.
Los que están listos para tratar de acabar con el negocio
telefónico de Telmex deben estar conscientes de que la batalla puede ser muy
desgastante y al final sino están listos para proponer a los clientes esquemas
y planes que los hagan realmente atractivos están condenados a desaparecer y no
es obligación, o no debería de ser, porque si no se llama proteccionismo y no
competitividad, el que el gobierno le garantice una tajada del negocio. Lo
mismo sucede en la televisión.
Es algo muy sencillo y claro para cualquiera que sepa cómo
opera una economía de mercado y se llama Ley de la Oferta y la demanda.
Pero como dije esto no sólo se ve en las telecomunicaciones,
la promoción de micro, pequeñas y medianas empresas debe ser una realidad para
que puedan crecer y competir, por lo que las reformas financieras y políticas
deben reflejar este supuesto espíritu el gobierno federal por impulsar la
competencia. Sí queremos un país capaz de competir en el marco mundial debemos
empezar con una educación de mejor calidad, crear científicos, empresarios y
técnicos capaces resaltar a nivel mundial.
En México, es cierto, necesitamos ser competitivos,
necesitamos ver el crecimiento de nuevas y viejas empresas, necesitamos
transparencia y el fin de los gobiernos paternalistas y en contubernio con los
medios de comunicación.
Publicado el 28 de Mayo de 2013 en blureport.com.mx
Imagen: Polychromos.gr
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