El
pasado jueves 25 de septiembre fui testigo de cómo centenares de
jóvenes de varias vocacionales del Instituto Politécnico Nacional
tomaban por asalto y de manera pacífica las escaleras eléctricas de
la estación Ermita de la línea 12 del metro, ante el asombro y de
seis policías qué parecían más asustados, que con ganas de
controlar la situación.
Armando Enríquez Vázquez
Minutos
más tarde pude observar a otros adolescentes que viajando en los
carros de la línea 2 preguntaban a los usuarios del sistema de
transporte, si podían compartir con ellos la información que traían
impresa en hojas de papel bond tamaño carta.
Lo
estudiantes pedían en una cuartilla, a los mexicanos, voltear por un
momento a ver como el gobierno federal y la hasta ese momento
directora del IPN intentaban modificar los planes de estudio de la
institución y destrozar así el futuro académico de los muchachos
para volverlos en lugar de profesionistas, mano de obra calificada.
Los muchachos argumentaban que las autoridades federales han escogido
los CECYT (Centro de estudios científicos y tecnológicos)
equivalentes a las prepas de la UNAM, como incubadoras de una nueva
generaación de mexicanos que no aspiren a otra cosa que a maquilar.
Por ello los muchachos pedían no hacer de las vocacionales
instituciones para crear técnicos como en el CONALEP o el Colegio de
Bachilleres.
El
Instituto Politécnico Nacional fue fundado en 1936 por el presidente
Lázaro Cárdenas y el secretario de educación Gonzalo Vázquez
Vela, quién años antes y mientras se desempeñaba como gobernador
del Estado de Veracruz creó la escuela socialista en el estado. El
IPN era una respuesta al sueño de miles de jóvenes mexicanos para
desarrollarse en la investigación y el estudio de actividades
profesionales científicas y tecnológicas y junto con la UNAM, ha
sido durante décadas la manera de crear esa masa de profesionistas
que el país demandaba tras la Revolución. Ambas instituciones son
pilares de la democracia y la igualdad entre los mexicanos.
La
percepción las nuevas generaciones de cómo su sueño de crecimiento
personal pretende ser arrebatado por el nada democrático gobierno de
nuestro país, no está equivocada. Los políticos depredadores que
desde tiempos de Miguel Alemán, el mal llamado cachorro de la
Revolución, se han preocupado por sus negocios personales y el
bienestar de las diferentes facciones y partidos políticos a los que
dicen pertenecer, pero que en realidad creen de su pertenencia, poco
han hecho por el crecimiento y el fortalecimiento de las actividades
de investigación, desarrollo y creación tecnológica del país.
Los
jóvenes que de manera serena se hicieron notar en el metro y de una
manera más llamativa, pero de ninguna manera violenta, provocaron
que el secretario de gobernación saliera a recibir su pliego
petitorio y a escuchar sus razones. Jóvenes que son el futuro de
México en el más demagógico sentido de la palabra, pero que en la
más pragmática de las realidades son mujeres y hombres que quieren
lo mejor para ellos y los suyos. Esos jóvenes son los que necesita
nuestro país y nuestra sociedad.
A
pesar de que ciertos periodistas oficialistas intentaron, como
siempre desprestigiar a los estudiantes y sus demandas, identificando
a los jóvenes con el mesías tropical y las huestes intransigentes
de Morena.
El
metro es sólo un reflejo de la sociedad en general y al lado de
estos jóvenes ambiciosos, en el mejor sentido de la palabra, los
vagones del metro confome el convoy se acercaba al centro de la
ciudad se iba llenando de los llamados vagoneros, algunos de ellos de
la misma edad que los estudiantes politécnicos, otros unos años
mayores. Descastados del sistema, carne que alimenta a ese sistema de
prebendas y votos comprados que tanto les gusta promover a los
dirigentes de nuestros partidos políticos. Jóvenes y adultos
acostumbrados a mendigar y exigir favores con los que extorsionan a
los demás miembros de la sociedad, parias que son dedos de las manos
de siniestros negocios de políticos y funcionarios públicos,
quienes por un lado condenan la existencia de estos seres y las
prácticas comunes de nuestro sistema político, pero por otro son
los grandes administradores y beneficiarios de las mismas.
Así
en un trayecto de unas cuantas estaciones convivieron dos expresiones
de nuestro pais; los que anhelan un mejor futuro y los que se
contentan con lo que tienen.
En
lo personal refiero al joven contestatario, inconforme, con hambre de
convertirse en un mejor ser humano, sin importarme su ideología, que
a esas rémoras humanas a las que el sistema ha acostumbrado a
sentirse y proclamarse víctimas, que se identifican a sí mismos
con los personajes de los melodramas mexicanos de la llamada época
de oro del cine mexicano y que creen que el gobierno y la sociedad en
general estamos en deuda con ellos por el simple hecho de existir.
Pero
más allá de esta anécdota en el Metro de la Ciudad, hoy debemos
estar alertas de lo que sucede no sólo con los estudiantes del
Politécnico, sino con los estudiantes y los jóvenes en general
porque a nuestros políticos no les gusta mucho que se cuestione una
autoridad que creen tener y que en realidad deberían entender es una
facultad de servicio que les hemos otorgado con nuestro voto.
publicado en blureport.com.mx el 9 de Octubre de 2014
imagen: informador.com.mx
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