En el famoso Club de los Tontos que dio origen a la
AFL, hubo un hombre que no alcanzó la fama de los otros y cuya franquicia
cambió de nombre y de dueño a los dos años.
Armando Enríquez Vázquez.
Harry Wismer fue de todo un poco en el futbol americano,
jugador, cronista, periodista y dueño de equipos de la NFL y de la AFL, a lo
largo de una vida polémica. Fue un entusiasta de la creación de la AFL,
consiguió los primeros contratos de televisión para la nueva liga y fue también
el primero en perder su franquicia, a los dos años de haber iniciado la liga.
Wismer nació en Port Huron, Michigan el 30 de junio de 1913.
Desde niño le llamaba la atención la fama y mientras secaba los platos de su
casa prometía a su madre que llegaría el día en que ella no tendría que pagar
ni una sola cuenta, que él las pagaría todas por ella. En su juventud su
habilidad en los deportes lo llevó a ganar una beca para estudiar la
preparatoria en Wisconsin. Jugó futbol americano para la Universidad de Florida
por un año y después abandonó La Florida para jugar con la Universidad Estatal
de Michigan. Debido a una lesión en la pierna se vio obligado a retirarse del emparrillado,
pero el entrenador de la Universidad le consiguió un empleo como cronista de
los juegos de la Universidad.
Gracias a su inquietud y a sus ganas de crecer, Wismer viajó
a la ciudad de Detroit para conocer y entrevistarse con G. A. Richards entonces
dueño de los Leones de Detroit y de una estación de radio, quien lo contrato
por 10 dólares a la semana para hacer un programa sobre los Leones. Harry pedía
aventón para viajar cinco veces a la semana desde la Universidad a la Detroit.
Un año después de iniciar sus labores en radio, Wismer abandonó los estudios
para dedicarse de lleno a la radio, Richards lo nombró entonces director de
deportes de la estación.
Gracias a su pragmatismo y su interés en crear relaciones
con gente importante Wismer se casó en 1941 con la sobrina consentida de Henry
Ford; Betty Bryant. Un año después viajó a Washington donde otra estación de
radio lo contrató para narrar los partidos de los Pieles Rojas de Washington. El
primer partido que narró fue el legendario 73 a 0 que los Osos de Chicago
infringieron a los Pieles Rojas y que hasta la fecha se mantiene como el record
de la mayor paliza en la NFL. A lo largo de su carrera como cronista y comentarista
de radio Wismer fue objeto de críticas por su poca atención al juego y su mucha
invención a describir las actividades sociales en la tribuna.
Se cuenta que en una ocasión en un juego del ejército donde
un jugador de nombre Doc Blanchard corrió setenta yardas para anotar un
touchdown, Wismer confundió el nombre del jugador y dio el crédito de la jugada
a otro llamado Glenn Davis, cuando finalmente se Wismer se percató de su error
le informó a los radioescuchas que Davis le acababa de dar un pase lateral a Blanchard
y este había conseguido la anotación.
Otro día mientras transmitía un encuentro de Play Off, Wismer,
narró: Llega a la yarda treinta y cinco, sigue a la cuarenta, cuarenta y cinco,
cincuenta, cincuenta y cinco… Una más,
así describió r una patada de intentó de gol de campo: Patea y es una hermosa patada, por donde se
vea es espectacular y no es buena.
Pero lo más criticado
de las narraciones de Wismer era la facilidad con la que el cronista hacía que políticos
y estrellas de cine aparecieran en las tribunas del estadio a pesar de que no
estuvieran siquiera en la ciudad. Inventaba que el presidente de Estados Unidos
se encontraba en las gradas. Que algún actor
de cine pasaba frente a él y lo saludaba. Wismer, además, al nombrar a las
celebridades que acudían a los partidos incluía de repente en la lista de
nombres el de algún amigo suyo.
Con el tiempo llego a tener un 25% de las acciones de los
Pieles Rojas de Washington sin embargo sus desacuerdos constantes con Georges
P. Marshall, fundador y dueño mayoritario del equipo lo llevaron a vender su
parte. De acuerdo con Wismer, su principal diferencia se basaba en la disputa
de Wismer para contratar jugadores negros, cosa que el racista de Marshall se
negó durante muchos años a hacer hasta que finalmente la Liga lo obligó. Wismer
también fue accionista de los Leones de Detroit, junto con otro de los futuros
dueños de equipos en la AFL, Ralph C. Wilson Jr. quien sería dueño de los Bills
de Buffalo hasta su muerte.
Wismer comenzó también a transmitir los juegos de la
Universidad de Notre Dame y en 1953 participó en la producción de resúmenes de
los juegos colegiales que eran transmitidos por la televisión americana los
domingos por la tarde y se recortaban a 75 minutos de duración.
A finales de la década de cincuenta Lamar Hunt y Bud Adams
que habían intentado sin éxito obtener una franquicia de la NFL y que habían
decidido crear su propia liga se acercaron a Wismer, por sus contactos con la
industria de la televisión para ver si le interesaba formar una franquicia de
para su liga. Wismer aceptó y eligió la ciudad de Nueva York para su equipo al cual llamó
Titanes. Los contactos de Wismer lograron una negociación con la ABC que hacía
viable las primeras temporadas de la AFL. De hecho estas negociaciones fueron
la base para todas futuras negociaciones de la NFL.
Para muchos Harry Wismer era el hombre que mayores ganancias
tendría dentro de la nueva liga, su equipo jugaba en la ciudad más habitada de
Estados Unidos y tenía lo mejor de los contratos de televisión. Sin embargo, en
su contra había tres cosas, la primera la importancia y antigüedad de la
franquicia de la NFL; los Gigantes de Nueva York, después estaba la sede que
Wismer consiguió para el equipo y que se trataba de los antiguos campos de Polo
de Nueva York que se encontraban en muy mal estado y finalmente era que Wismer
a diferencia de otro dueños de la AFL como Lamar Hunt, Bud Adams o Barron
Hilton no tenía tanto dinero y su apuesta falló.
En un artículo de Sports Illustrated de 1962 que hablaba de
los avances de la AFL se mencionaba a dos equipos que podían estar en graves
problemas los Raiders de Oakland que tenían un equipo muy débil y muy mala
asistencia a su estadio y los Titanes de Nueva York que tenían los mismos
problemas y además a Harry Wismer.
La gente no asistió a los juegos como Wismer hubiera querido
y él quedó en bancarrota. La Liga intervinó y se hizo cargo de los sueldos de
los jugadores a finales de 1962, o sea tan solo la segunda temporada de la AFL.
Para 1963 el equipo fue vendido por la Liga a un empresario de nombre Sonny
Werblin que cambió el nombre del equipo por el de Jets y los traslado al Shea
Stadium.
Harry Wismer quedó arruinado y se dedicó a beber, se mudó de
regreso a Michigan. Escribió un libro llamado The Public Call It Sport, que pasó sin pena ni gloria. Estuvo
envuelto en algunos proyectos deportivos, se le diagnosticó cáncer de cadera y
sufrió un tratamiento que incluyó operaciones. Wismer terminó regresando a Nueva
York, donde al no gozar ya de ninguna fama, su depresión y su alcoholismo se
incrementaron. El 2 de diciembre de 1967 se cayó en las escaleras de un
restaurante sufriendo una fractura de cráneo, al día siguiente murió a la edad
de 54 años.
Imagen: en.wikipedia.org
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