La postura de López Obrador y sus correligionarios raya en acciones que lo unen más con la derecha que con la izquierda moderna y actual que él como stalinista desconoce.
Armando Enríquez Vázquez
Existen más de un detalle que nos dice que el primer
gobierno llamado de Izquierda en nuestro país está muy lejos de serlo, en
cambio sí esta cercano a emular a las derechas mundiales, históricas y
actuales.
Una de las pifias menores que Andrés Manuel López Obrador ha
cometido desde el día que fue electo por la mayoría de los mexicanos que
esperan de él un cambio para ser nuestro próximo presidente fue, desde mi punto
de vista, el haberse comparado con Donald Trump. Sí bien en el papel más
ingenuo podríamos pensar que ambos líderes buscan lo mejor para sus gobernados
y sus países por más que no simpatice con las ideas y la forma demagoga de ser
de López Obrador, no lo puedo comparar con nefasto, siniestro e ignorante
presidente de Estados Unidos. Ni creo que él en el fondo se imagine a sí mismo
como El Trump de este lado de la
frontera y sin embargo a pesar de lo que yo quiera creer puede que el próximo
presidente del país vea realmente algo en el presidente norteamericano común en
ambos.
El hecho de que desde su presidencia electa López Obrador
pida la ayuda de la iniciativa privada para resolver problemas de inversión y
de gasto del gobierno federal en diferentes terrenos, tampoco lo hace el
presidente de la Izquierda que muchos de sus seguidores estaban esperando. La
cercanía de Alfonso Romo y la lejanía de sus aliados históricos y simpatizantes
de una izquierda estatista y stalinista como lo son Paco Ignacio Taibo II, John
Ackerman o el mismo Gerardo Fernández Noroña al que se mando a la bancada del
PT.
A diferencia de Lázaro Cárdenas que buscó la cercanía con el
pueblo para poder dirigir mejor el país mientras se apoyaban los desarrollos
agrícolas, tecnológicos y sociales, López Obrador quiere al pueblo cerca para
que hagan de él a su ídolo, a su líder máximo de la misma manera que en su
momento hicieron Benito Mussolini o el mismo Hitler, un fascismo demagógico
disfrazado de Izquierda. Él no es un presidente al servicio de México, él es un
hombre al que el pueblo bueno y sabio tiene la obligación de proteger y cuidar.
No quiero decir, o no por el momento que las ideas de menosprecio por las
clases medias y las clases altas que tanto le gusta manifestar al Presidente
Electo nos vayan a llevar a una catástrofe social y económica, al fin de
cuentas no le ha sucedido aun a Trump. Pero si debe alentarnos en cuanto a un
discurso que puede causar una división mayor a la ya existente entre los
mexicanos y la forma que tenemos de ver al otro connacional.
Y es en ese mismo sentido que una de las visiones que más
preocupa del régimen que entrará en funciones el próximo mes de diciembre es su
visión maniquea y religiosa del comportamiento de la sociedad.
La moral es algo vivo y cambiante, para una muestra un botón
en la Ciudad de México y las otras grandes urbes del país convivimos aceptando
la diversidad de ideas y de posiciones radicales algo que no sucede en
comunidades más pequeñas y devotas del país. La moral de un habitante de la
Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara, Puebla o Querétaro no tiene nada que
ver con la de los habitantes de Zitácuaro, los Altos de Jalisco o de Parral en
Chihuahua.
La idea de Andrés Manuel López Obrador de crear una
“Constitución Moral” para México es por mucho la idea más retrogradas de las
muchas que tiene el Presidente Electo y lo acerca directamente a los dictadores
y miembros de la clase más de derechas que conocemos en la historia de la
humanidad.
Para elaborar esta constitución, como en muchas otras de las
decisiones del López Obrador, el presidente electo ha seleccionado a personajes
de la tercera edad que La gerontocracia aprobada por López Obrador para redactar
y poner en marcha esta disparatada idea, fue presentada por López Obrador. ¿Por
qué necesitamos los mexicanos una Constitución Moral? Y ¿desde cuándo es
función de un gobierno ser vigilante de la moralidad de sus gobernados? ¿Quién
nos ha demostrado a los mexicanos que esos hombres y mujeres nombrados por
López Obrador para llevar a cabo tan inquisitorial labor sean los adecuados? y ¿cuál
es la “curricula moral” de los “Elegidos” del Señor Presidente Electo
(Así con mayúsculas todo por ser el Omnipotente posible forjador del próximo
desastre en México)? pero entonces desde ese punto de vista protestante,
religión que práctica el Presidente Electo, el gobierno que encabezará está muy
lejos de esa izquierda a la que dice pertenecer y mucho más cercano a una
derecha evangélica, cómo el mismo reconoce al compararse con Trump. Es parte de
la idea de la constitución moral del Presidente Electo el favorecer un
comportamiento falto de ética o de compromiso como el que demostraron los
senadores de Morena al votar en dos sentidos opuestos en el caso de la licencia
de Manuel Velasco en menos de cuatro horas. ¿O los políticos afines a él están
exentos de cumplir La Constitución del país y la moral que pretende imponer,
doblándolas a gusto y conveniencia?
No me molesta que un hombre como Gerardo Fernández Noroña
viaje en primera clase, me molesta que ahora que va a ser parte del gobierno se
comporte como un pequeño tirano stalinista cuestionando lo que hace una empresa
como Bimbo y no lo que hace su partido el PT engañando a los mexicanos. Me
molestan que se erijan en jueces “morales” a sabiendas que fueron él antes
quien cuestionó la condena moral de los grupos del poder. No me molesta que
exija sus derechos como legislador, me enoja que ahora pretenda mantener el
fuero para actuar de manera déspota.
Me molesta que la izquierda se entienda como el
empobrecimiento de espíritu y material de un pueblo, el enriquecimiento de los
políticos de la misma manera que cualquier partido de derecha en el resto del
mundo se ve a sí y a su forma de gobernar.
publicado en blureport.com,mx el 5 de septiembre de 2018
imagen: DeathToStock.com.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario