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sábado, 11 de abril de 2015

Berrinches y esquizofrenia.




En la politica como en la vida real, decir una cosa y hacer una totalmente diferente es solo un síntoma de enfermedad mental o social.
Armando Enríquez Vázquez

Uno de los lugares comunes en los discursos políticos internacionales es la importancia de lograr la paz en el mundo y tal vez porque a lo largo de mis años de vida y de escuchar a tantos políticos del mundo hablar en favor de la promoción de la paz, sin que realmente se quiera decir o mandar un mensaje real, es que logros como el de la semana pasada entre el gobierno de Estados Unidos y el de Irán, no sólo resultan sorprendentes si no principalmente esperanzadores.
Diferentes naciones y personalidades incluyendo al Papa Francisco han reconocido la voluntad de los gobiernos de Washington y Teherán por llegar a un tratado en materia de armamento nuclear. Cuando todo parece ir bien nunca falta el esquizofrénico dispuesto a boicotear y negar la importancia de los logros. A imponer una verdad a todas luces falsa.
Benjamín Netanyahu, cabeza del siempre bélico pueblo de Israel, que a lo largo de su existencia lo único que ha demostrado como vía del diálogo es la violencia y cuya política de exterminio contra el pueblo árabe y en especial en contra de los palestinos es la misma que los nacionalsocialistas utilizaron en contra de los judíos hace ya más de medio siglo, ha decidido salir a hablar en contra del tratado que asegura el reconocimiento por parte del mundo occidental de la importancia, la soberanía y la personalidad de un país mucho más grande, mucho más importante y cuyos habitantes sin importar su número merecen exactamente el mismo trato que los israelíes por parte de la comunidad mundial.
La actitud megalómana de Netanyahu, sólo nos lleva a preguntarnos ¿qué tanto de la ola de terrorismo fundamentalista musulmán tiene sus raíces en el racismo y el genocidio que desde su fundación el estado de Israel ha llevado en contra de los diferentes pueblos árabes que lo rodean? ¿Cuántas manos israelíes se deben sentir manchadas por la sangre de actos como el ataque a la universidad keniana de Garissa, o de cualquier otro cometido por grupos fundamentalistas? Israel ya hace muchas décadas dejó de defenderse para pasar a masacrar a civiles palestinos de todas las edades amparados en lo que hasta ahora había sido un reconocimiento tácito de Estados Unidos. Pero toda locura de supremacía de una raza debe llegar a su fin y así como durante muchos años nos hemos soplado los melodramas sobre como los judíos son iguales a los arios, hoy el mensaje debe ser claro, ningún ser humano por el simple hecho de ser musulmán es inferior a un israelí.
Creo que Obama es uno de los presidentes más racistas y clasistas que ha tenido el país vecino, sin embargo tengo que reconocer que en los últimos cuatro meses ha logrado dos avances importantes en la política exterior de su país. El primero al entrar en negociaciones con Cuba para levantar el embargo económico y el segundo este tratado con Irán. Más allá de la ingenuidad también creo entender las razones geopolíticas de ambos movimientos, lo que no quita mérito a Obama, por el contrario habla de su visión política y la de sus asesores.
Y también me permite ver el grado irracional del berrinche de un primer ministro incapaz de reconocer su soberbia y su verdadero papel que su país juega en la región en la que se encuentra. Desgraciadamente los israelíes únicamente saben acusar a otros. Ellos alegan siempre ser las víctimas a los ojos de la comunidad internacional, sin importar el tamaño de las atrocidades que ellos realizan a diario. Desgraciadamente el discurso esquizofrénico de Netanyahu encontrará eco en la paranoica visión de los republicanos y en especial en aquellos supremacistas que empatizan con el discurso israelí y forman el ala más conservadora y retrograda de la política de Estados Unidos, alineados bajo la bandera del llamado Tea Party muchos de ellos.
En las últimas semanas algo a menor escala pero igualmente revelador de la estructura de un gobierno ha sucedido en nuestro país, entre el relator especial para la tortura de la ONU Juan Méndez y los funcionarios del gobierno de Enrique Peña Nieto. Méndez entregó un informe en el que puntualiza que la tortura es un hecho generalizado en nuestro país. El gobierno de la República se escandalizo por el reporte, pero por lo términos usados no por las conclusiones.
La tortura, claro que está generalizada en nuestro país. Es cierto, su práctica no es nueva y todos lo sabemos. Conocemos y hemos oído relatos a lo largo de nuestras vidas de cómo se aplica la justicia en nuestro país. Existen chistes que usamos como referencia cultural para hablar de la ineficiencia e ineficacia en los cuerpos de investigación en México. La tortura se utiliza para resolver todo tipo de casos difíciles, para robar a los ciudadanos, para extorsionar a pequeños y medianos comerciantes, para amedrentar a ciudadanos críticos desde todos y cada uno de los gobiernos priístas que hemos tenido al menos desde tiempos de López Mateos.
Que nos daría más gusto a los mexicanos que el relator mintiera, que pudiera ser fácilmente desmentido. Desgraciadamente la realidad es contundente.
La actitud beligerante tanto del Secretario de Relaciones Exteriores como del representante de México ante la ONU, no estuvieron a la altura de un gobierno que dice estar en favor de la transparencia, que es democrático y poco sumaron a la ya desgastada imagen internacional del gobierno de Peña Nieto, envuelto en escándalos de corrupción, con una imagen de un país estancado que no se mueve más que en dirección a una crisis económica como no se ha visto en veinte años. Finalmente la esquizofrenia y el berrinche parecen haber pasado pues el pasado domingo 5 de abril, el secretario de Relaciones Exteriores salió con la cola entre las patas a reconocer que la tortura existe y se practica en México. Esta nueva declaración sólo deja peor parado a Peña Nieto y sus colaboradores pues da una idea certera a nivel internacional de que el presidente desconoce la realidad del país y de que sus secretarios se la ocultan.
Hace tan sólo dos semanas el Premio Nobel de Economía 2012, Paul Krugman en una conferencia patrocinada por la Cámara de Industria Mexicana declaró: La gente está cansada de esperar el momento mexicano, en clara referencia a la actual crisis económica y de credibilidad que sufre el país y que aleja la inversión y el crecimiento que tanto han cacareado el presidente y su secretarios. En esta ocasión el silencio de las autoridades lo único que puede provocar es incertidumbre entre los inversionistas.

Si algo nos queda claro es la nula tolerancia del actual gobierno de la República a la crítica. Hemos visto cómo se han encargado de censurar a los medios, de descalificar todo aquello que vaya en dirección contraria a lo dicho por el vocero de la presidencia o por el presidente mismo. Querer hacer lo mismo con los representantes de organismos internacionales sólo nos habla de la arrogancia y la necesidad de poner en duda el juicio de nuestros gobernantes.

publicado en blureport.com.mx  el 6 de abril de 2015
imagen: modernbaby.com

sábado, 17 de mayo de 2014

Escuchar.






Una de las virtudes de la democracia como la conocemos radica en la libertad de expresión, la cual no tiene ninguna importancia si esas palabras no son o no quieren ser escuchadas.

Armando Enríquez Vázquez

Hace un par de semanas el cineasta Alfonso Cuarón pagó con su dinero un desplegado para poder preguntarle al presidente Peña Nieto una serie de dudas referentes a la reforma energética, tras una descalificación prepotente y arrogante del mandatario a opiniones del director de cine acerca del asunto. Presidencia de la República contestó a estas preguntas y como Poncio Pilatos, acto seguido, se lavó las manos dejando a todos sus cachorros y lambiscones en la prensa atacar y acusar de impertinente al cineasta, por haber ejercido un derecho que la constitución le da y que ellos no se atreven a ejercer por miedo a perder las prebendas que el poder les concede. Pero eso si como chillan por esa misma libertad de expresión que no han demostrado saber para qué sirve y como se ejerce.
La semana pasada el doctor José Manuel Mireles, líder por un tiempo y vocero por otro de las autodefensas en Michoacán subió un video a Internet pidiendo al Presidente Peña Nieto un espacio de diálogo. Al día siguiente, curiosamente, fue destituido como vocero y ahora lo acusan de crímenes y hasta de demencia, cuando lo único claro es que el hombre es más valiente que cualquiera en el gabinete del presidente al haber enfrentado a los narcotraficantes en su tierra y por más de un año sin el apoyo de nadie en el gobierno local o federal.  Y de una manera en que ningún demente lo haría, organizó a los michoacanos para recuperar la paz en su estado y obligó a los arrogantes miembros del gabinete federal a voltear a Michoacán donde según ellos nada sucedía a pesar de que ni el gobernador electo, ni el interino fueron capaces de gobernar y poner orden en su estado. Hoy sabemos que al menos el gobernador interino de Michoacán Jesús Reyna García tenía nexos con los Caballeros Templarios, lo cual nos pone muy en claro los nexos de algunos gobiernos priístas con el crimen organizado. Mireles, el loco, y sus seguidores habían denunciado a Jesús Reyna y sus nexos con el crimen organizado desde  hace muchos meses. Una cosa que no dejo de preguntarme es ¿Por qué el gobierno se ha preocupado por quitarle sus armas a los ciudadanos que defienden su partrimonio y a sus familias con ellas y es incapaz de incautar los bienes y riquezas de los narcos o de los políticos que apresa en sus dichosas operaciones?
El fin de semana los tamaulipecos salieron a las calles para pedir paz en su estado, el Secretario de Gobernación se puede reunir con los líderes del movimiento hasta dentro de diez días, mientras la estrategia a desarrollarse en el estado se comienza a implementar sin el consenso de la ciudadanía.
Parece que la negación de los derechos ciudadanos otorgados por la Constitución y la negación del principio democrático son una de las características del gobierno de Peña Nieto. La arrogancia y el cinismo un par más.
Quiero creer que en doce años de ausencia priísta de la presidencia algo cambió en México, hay quienes dicen que la ciudadanía es más participativa, mas critica, más exigente. La verdad y los hechos nos demuestran lo contrario, seguimos tolerando a pseudoperiodistas que viven de las migajas que les da el poder, que se la pasan defendiendo lo indefendible, como al presidente del PRI en el DF con licencia, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, cuando en otras épocas se erigían como “periodistas comprometidos con la verdad”.  Cuando estaciones de radio viven de pautar notas pagadas de gobernadores de lejanos estados de la República y que a nadie en la ciudad  le importa, lo peor es que el recién creado INE, mantiene un silencio cómplice ante estas acciones. Cuando permitimos que los políticos sigan creyendo que el país es su feudo y nosotros los vasallos que acatamos y aplaudimos sus abusos.
Ninguno de los Diputados o Senadores de la República está comprometido con su electorado, los desconocen y por su puesto jamás los han escuchado y con esa indiferencia y ese impudor creen que pueden interpretar la voz de sus votantes. En México solo hay una forma en la que puede ser uno escuchado por los servidores públicos; cuando lo torturan, porque somos una “democracia ejemplar” de acuerdo con nuestros gobernantes, donde de acuerdo con la ONU la tortura es una práctica generalizada, pero para el relator de las Naciones Unidas, tampoco existen oídos en la Secretaría de Gobernación o en Los Pinos. Nuestro País está clasificado por la organización de Reporteros Sin Fronteras como un lugar con una situación difícil para ejercer la profesión, misma clasificación en la que se encuentran países como Nigeria, Irak, Ucrania y la República Democrática del Congo, pero los siervos del sistema seguros y apapachados en su estudio de televisión sólo saben promover las nuevas buenas que desde alguna oficina federal les escriben en sus teleprompters y nos pintan como la utopía que quisieran los gobernantes que fuera México.
México no ha cambiado y lo peor es que nos quieren hacer creer que hace dieciocho años estábamos muy bien. Qué aquellos dictadores sexenales que habitaron la residencia oficial y despachaban en el Palacio Nacional, son la mejor opción para nuestro futuro. Que la impunidad y el fuero de la clase política mexicana están más que justificados en la explotación de los ciudadanos. Para todo lo demás se mantienen los oídos sordos.
Ante esta actitud no podemos seguir pidiendo que se nos escuche. Es hora de exigirlo, de hacer voltear a la clase gobernante hacia sus patrones y electores; hacia nosotros. Tienen que rendir cuentas de ¿por qué una reforma fiscal sólo ha servido para inmovilizar al país y desincentivar la inversión? ¿Por qué una reforma laboral sólo ha conseguido que el desempleo, la injusticia en los salarios y la economía informal siga creciendo sean reglas comunes hoy en México? y ¿a dónde nos quieren llevar como Nación, cuando de forma irresponsable se busca aprobar reformas de telecomunicaciones y energéticas que lejos de beneficiarnos a todos, parecen encaminadas a pagar las deudas de la campaña?
Para eso seguirán tapándose los oídos, los ojos y la boca porque al final de cuenta desgraciadamente tal vez muchos de ellos ni siquiera saben de lo que se está hablando.  

publicado el 14 de mayo de 2014 en blureport.com.mx
imagen: womansday.com