Con los resultados de las elecciones del 7 de Julio, México se define como un país plural políticamente. ¿O se trata de un espejismo?
Armando Enríquez Vázquez
Nuestra democracia, tan sui generis, tan llena de mañas y víctimas. Tras el proceso electoral del 7 de julio pasado pareciera que al final podemos decir que México es políticamente plural y el PRI no puede regresar al carro completo por más que César Camacho Quiroz hubiera querido adelantarse a los conteos con tinas llenas de champagne y mariachis, como intentó hacerlo en Tijuana.
Los sospechosistas empiezan a susurrar que el PRI pactó ciertas pérdidas en aras de poder mantener el pacto por México. Lo cual, bien visto, a diferencia de los dos gobiernos pasados, indicaría ganas de negociar por el bien común del país. En el peor de los casos, habrá que prepararse para la embestida en las elecciones del 2015.
Los presidentes de los partidos han tratado de hacer una fiesta de sus triunfos y plañir sus derrotas a los cuatro vientos. Pero seamos claros en Estados como Veracruz, la maquinaria del gobierno del estado secuestró y asesinó a la democracia con tantas transas. El Presidente de la República se comprometió a que esto no sucedería. Lo cual quiere decir entonces, que algunos gobernadores, como el veracruzano, el de Quintana Roo y tal vez el de Hidalgo, donde hubo carro completo para el PRI, no obedecieron al líder de su partido y del país. Lo traicionaron. Peor aún traicionaron a México y a sus ciudadanos, siempre anteponiendo sus sucios negocios e intereses.
Lo triste sigue siendo que la jornada electoral estuvo manchada no sólo con mapaches, carruseles y despensas, sino con lo más trágico de todo: asesinatos. Lo indignante son los candidatos y representantes de los tres principales partidos muertos por adversarios políticos o por el crimen organizado. Situación inusual para unas elecciones de relevancia menor en el ámbito nacional.
Las pérdidas para los tres fueron importantes. El PRI, por ejemplo se apresuró a reavivar las órdenes de aprensión contra los funcionarios de Moreira, el ex gobernador, tras perder Saltillo y ser sacudido en Coahuila tras las tropelías del Institucional y los hermanos Moreira. El PRD llora Cancún y el PAN asimila la perdida de la ciudad de Oaxaca.
Muchos medios y comentaristas oficialistas nos quieren vender la existencia de un país plural. Doliéndose de las derrotas del PRI más que los triunfos de la oposición. La verdad es que todos perdimos en las pasadas elecciones. Perdimos porque el verdadero ganador en los catorce estados en los que se celebraron los comicios fue el abstencionismo. A veces en niveles superiores al 60% como en el estado de Chihuahua. En México, la democracia es el sinónimo de una oligarquía, porque cuando un candidato gana con el 35 o 40 por ciento de los votos, tal vez represente realmente a un 15 por ciento de la población, y a eso difícilmente se le puede llamar democracia.
Eso sin contar los problemas de logística, que pueden ser de corrupción también, al dar el programa de resultados preliminares a empresas privadas. No es función del IFE, pero debería serlo, el asistir a los institutos electorales estatales en su procesos, claro que a lo mejor el Señor Leonardo Valdés prefiere seguir despilfarrando el dinero de IFE en su persona antes que ponerse a trabajar.
Triste proceso electoral porque todos los mexicanos perdimos. Perdimos por gangsters como el gobernador de Veracruz que contrató a morelenses para hacer el trabajo sucio en las casillas veracruzanas. Perdimos porque el presidente del partido en el gobierno quiso revivir las peores prácticas de madruguete de su partido y después tuvo que salir con cara de tonto a negar el triunfo. Perdimos porque los partidos de oposición no saben ganar y mucho menos perder. Perdimos porque nuestra democracia es, hoy más que nunca virtual.
Parece que nadie cree ya en ninguna de las fuerzas políticas que gobiernan al país, o en sus rémoras como el Partido Verde. Los principales medios de comunicación y sus voceros ya no saben ver y distinguir entre la realidad y lo que les pagan por decir. Parece que en México ya no nos importa quién gobierne, ni de qué partido estemos hablando, a fin de cuentas, asumimos amargamente, que todos son igual de transas, de mezquinos y de ladrones.
Vale, sin embargo, resaltar el triunfo de Raúl de Luna Tovar en el municipio zacatecano de General Enrique Estrada. Raúl de Tovar Luna, se convirtió en el primer candidato independiente, en ganar un puesto de elección popular en la historia de nuestro país. Una pequeña esperanza de la ciudadanía en la tan manoseada y desprestigiada idea de la democracia.
Ahora cuando el PAN y el PRD ponen sobre la mesa la reforma electoral para poder hacer avanzar otras reformas estructurales que le interesan al PRI, es necesario retomar ideas como las candidaturas independientes y la reelección de diputados, senadores y presidentes municipales. La segunda vuelta electoral en caso de ser necesaria. Acotar la impunidad con la que nuestros representantes se mueven, el cinismo con el que nos ofenden al resto de los mexicanos con su actuar y falta de compromiso, así como eliminar todos esos indolentes que son los plurinominales.
Publicado en blureport.com.mx el 16 de Julio de 2013
Imagen: monitorbc.info
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