La falta de una
verdadera cultura vial en la ciudad hace que en percepción de cada uno de los
ciudadanos sólo él tenga la razón.
Armando Enríquez Vázquez
Desde hace ya más de una década los diferentes gobiernos del
Distrito Federal y delegaciones la entidad federativa, se han preocupado por
promover el uso de la bicicleta en una ciudad en la que para muchas situaciones
el uso del automóvil es un absurdo. Y el del transporte público una utopía,
gracias a la pésima logística existente en los diferentes transportes públicos
y concesionados. Además, en el caso de los microbuses son, por más lugar común
que suene, un imperio de la impunidad permitido por todos los regentes y jefes
de gobierno desde que tengo uso de razón.
Promover el uso de la bicicleta a través de carriles de uso
exclusivo o por medio del sistema de la ecobici, cuando se trata de ciertas distancias o en
los famosos paseos dominicales instaurados por el GDF, han sido en general muy
bien recibidos por la población y sobre todo por jóvenes.
Además de incentivar el abandono del automóvil, este tipo de
medidas promueve el ejercicio tan necesario en la población en general.
Desgraciadamente a todo acto de gobierno corresponde uno de protesta y otro de
prepotencia por cada uno de los que se siente afectado.
Hace unas semanas en la Delegación Benito Juárez se
implementó un carril para bicicletas a lo largo de algunas calles de las
colonias Del Valle y Nápoles. La calle en la que vivo fue una de las elegidas
para esta ciclovía.
Más tardaron los trabajadores de la delegación en señalar el
carril para las bicicletas y marcar los nuevos cajones de estacionamiento que la
vecina de un edificio nuevo colgar una manta a lo largo y ancho de las puertas
de su estacionamiento:
Señor Delegado: La
ciclovía no sirve para nada; no pasa ni una sola bicicleta, nos reduce un
carril de automóviles y no puedo sacar mi camioneta de mi estacionamiento.
Por un momento me quede preocupado por la capacidad y
habilidad de esta mujer para conducir y como habría conseguido una licencia
para manejar, porque he visto pipas de Pemex y camiones de bomberos dar la
vuelta sobre esta calle sin mayor problema, aunque por otro me quede pensando
si no tendría como medio de transporte un clon de la limousine llamada La bestia del presidente Obama. ¿Por qué
la señora y su camioneta son más importantes que el vecino de al lado y su
bicicleta? Si bien es cierto que ha tomado tiempo el que los ciclistas
encuentren la ruta que les fija la delegación, esto ha sido gracias a la nula
información de un delegado que al parecer no sabe ni siquiera promocionar su
obra. El problema es que como siempre muchos ciclistas hacen lo que quieren
porque así es como se debe hacer.
Recuerdo hace un par de años cuando un grupo de ciclistas
más furiosos que nazis frente a judíos leyendo la torah frente a un templo
católico, decidieron bloquear la entrada de una estación de radio en Polanco,
simplemente porque uno de los conductores se atrevió a decir que los ciclistas
no tenían educación. Y la verdad es que los ciclistas no tienen educación, como
no la tienen los automovilistas, los motociclistas, los peatones o los
conductores del transporte público.
Tan irresponsable es el chofer de una pesera que juega
carreritas por el pasaje, como el ciclista que va en sentido contrario o sobre
la banqueta.
Los mexicanos somos especialistas en pedir que se haga
justicia en los bueyes de nuestro compadre, o en mirar la viga en el ojo ajeno,
cuando en el propio existe una construcción de 52 pisos. Los ciclistas no merecen
ciclovías porque atentan contra los automovilistas, los peatones son felices
con la ciclovía porque ahora ya tiene una extensión de la banqueta por la que
pueden caminar, los ciclistas tienen la
ciclovía para circular en el sentido que les venga en gana y no de acuerdo con
el sentido de la calle, los conductores de peseras tienen un carril más para
rebasar sin preocuparse que vaya a venir un carro por él y así todos agradecen
el beneficio que el aparentemente carril vacío les ofrece. Claro, todos menos
la vecina que no puede sacar su camioneta.
La educación vial es nula. Los automovilistas creen que
porque su inversión en el vehículo es mayor que la de los demás, se le deben
otorgar todas las concesiones habidas y por haber, jamás ceden el paso al peatón
cuando doblan en una esquina, creen que se pueden estacionar sobre los carriles
destinados a transporte público. En doble, triple y cuádruple fila. Creen que tocar
el claxon los convierte en una especie de patrulla o ambulancia ante la que
todos deben abrir el paso, cuando lo más probable es que el señor, la señora o
mozalbete al volante, se haya despertado 20 minutos tarde y aun así quiera
llegar a tiempo al trabajo o la escuela.
El motociclista cree que la ventaja de la moto es que puede
ir zigzagueando, o en vías rápidas en las que su vehículo no tiene permitido
circular. A muchos ciclistas les gusta circular sobre las banquetas, porque así
se evitan el peligro de ser atropellados, y muchos jóvenes irresponsables andan en la
ciudad con sus bicicletas que no tienen frenos porque agregando nuevos
elementos a la aventura de un deporte
extremo. El Transporte concesionado hace la parada donde se le da la gana y peatones
piensan que se puede cruzar cualquier vía, no importa si trata de una calle sin
tráfico o del periférico, por la mitad y en el momento que quieran.
Y como cereza del pastel están los camiones recolectores de
basura deteniéndose donde mejor se les da la gana sin preocuparles entorpecer
el tráfico de mediodía para esperar que toda la colonia, llegue arrastrando sus
tambos de basura orgánica e inorgánica, cuando el servicio de basura debería,
como en muchas ciudades del mundo, e incluso del país, operar únicamente en las
madrugadas.
Todos al tomar la calle, sin importar de la manera en que lo
hagamos, somos unos cafres. Cuando
hablamos de maneras de mejor convivencia en una ciudad, ya de por sí
conflictiva, nos olvidamos que entre las muchas carencias educativas de nuestro
país, esta la educación vial y los servidores públicos que hagan valer esas
reglas. Porque eso sí, inevitablemente veremos que los primeros en romper todas
las reglas de la educación vial son los funcionarios públicos que junto con sus
autos llenos de escoltas se pasan altos y rebasan por la derecha que da gusto y
jamás frenan frente al peatón. Policías estacionados en lugares prohibidos o
transitando en sentido contrario, Ambulancias y patrullas que utilizan la
sirena para abrirse paso en los
congestionamientos viales, no para llegar a atender una emergencia, si no para
poder llegar rápido a comer. Autoridades faltas de criterio común y de autoridad para crear normas que
eficienten las vialidades durante las horas del día.
Espero
que mi vecina aprenda a sacar su camioneta con el espacio menor que tiene o que
tenga el sentido común de comprar un auto mucho más pequeño que la ayude a
circular de manera más rápida por las calles de la ciudad. Claro que siempre
queda la posibilidad de que lo que a ella le guste sea echar lamina, para que nadie trate de agandallarla en las horas
pico de tráfico.publicado en blureport.com.mx el 16 de abril de 2013
imagen ciudadanosenred.com.mx
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