Entre las
sorprendentes mexicanas del siglo XIX, vale destacar a esta dedicada
telegrafista que antecedió los esfuerzos de Margarita Chorné y Matilde Montoya
por ser profesionista.
Armando Enríquez
Vázquez
De entre la mujeres más importantes y menos reconocidas en
nuestro país sin duda encontramos a Laureana Wright de Kleinhans, las llamadas
feministas y los historiadores post- revolucionarios se han encargado de
eclipsar y anular a esta ejemplar mexicana de apellidos extranjeros. Entre las
muchas cosas que Laureana hizo se encuentra la redacción de un libro llamado
Mujeres Notables Mexicanas que se publicó de manera póstuma en 1910.
En este libro la taxqueña escribió acerca de mujeres
trascendentales en la historia de México desde la época prehispánica y hasta el
siglo XIX. Entre las vidas narradas por Laureana Wright se encuentra la de Luz
Bonequí, la primera mujer profesionista en México, incluso podríamos decir que
Luz Bonequi fue la primera geek en nuestra historia.
Aunque existen muchas referencias a Luz Bonequi en la
literatura feminista mexicana, casi todo lo que sabeos de ella es lo que
escribió Laureana Wright y corresponde a una época en la que la telegrafista
aún vivía.
Luz antecedió a Matilde Montoya, nuestra primera médico y a
Margarita Chorné y Salazar nuestra primera dentista y a quien en muchos lugares
se describe como la primera profesionista en Latinoamérica. Luz Bonequi nació
en Oaxaca el 18 de abril de 1857. La tecnología del telégrafo había llegado a
nuestro país una década antes y la primera línea telegráfica en México se
instaló tan sólo seis años de su nacimiento. Hija de una familia muy
conservadora y al parecer de medios económicos normales, Bonequi recibió toda
su instrucción primaria de tutores privados contratados por sus padres.
Recluida en su casa permaneció hasta los 25 años, víctima de la tradición
mexicana machista y esas llamadas buenas costumbres que nada bueno han aportado
jamás, si no oscurantismo y perversión. Luz se rehusó siempre al matrimonio por
lo que raro para finales del siglo XIX a los 25 años aún se encontraba soltera
y preocupada ante la idea de volverse una carga económica a futuro para sus
padres, debido a su nula instrucción. Luz Bonequi hablando, suplicando y
haciendo entrar en razón a su padre, logró finalmente el permiso para
trasladarse a la Ciudad de México para estudiar un oficio. ¿Por qué y cómo
llegó esta joven oaxaqueña a interesarse por la telegrafía? Es algo de lo que
nada se sabe.
Para sorpresa de Bonequi, al llegar a la Ciudad de México se
enteró que ninguna escuela para mujeres ofrecía la materia de telegrafista,
esta sólo se podía cursar en la Escuela Nacional Preparatoria. Sin embargo, el
director de la misma se negó a aceptar a Luz Bonequi al considerar que la joven
solamente sería motivo de distracción entre los estudiantes y motivo de
escándalo para la institución. La joven encontró apoyo en la persona de Ignacio
Mariscal, su paisano y protector, quien fungió como Ministro de Relaciones
tanto de Porfirio Díaz como de su títere Manuel González. Mariscal habló con
Alfonso Herrera, director de la Escuela Nacional Preparatoria y le recomendó ampliamente a Luz Bonequi,
Herrera a su vez habló con los profesores y Luz Bonequi fue aceptada en la
institución. Desafortunadamente para ella, tuvo que esperar un año, puesto que
con el tiempo perdido en los trámites burocráticos las clases de la Escuela se
encontraban ya avanzadas.
Luz Bonequi inició clases en 1883 y al año siguiente, tras
haber cursado dos años los cursos para telegrafista, se graduó como
telegrafista. En 1885 comenzó a trabajar en la Oficina Central de Telégrafos, en
donde de acuerdo con el texto de Laureana Wright, hizo carrera y para cuando la
autora mexicana escribió el texto sobre ella, Luz Bonequi ejercía como Agente
del Gobierno en la Compañía Telegráfica Mexicana. Nombramiento que recibió
directamente de Porfirio Díaz.
Desgraciadamente, con la muerte de Laureana Wright en 1896,
la historia de Luz Bonequi parece desvanecerse en la noche de los tiempos. Solo
se sabe, una vez más por lo textos de Wright, que Bonequi ayudó e impulsó a una
hermana menor de nombre Josefina a estudiar teneduría de libros, inglés y perseguir
la carrera de comercio. Sin duda, resulta una verdadera lástima que la historia
de esta mujer a la que atraía el desarrollo tecnológico de su época haya sido
despreciada por historiadores oficiales y no oficiales. Así como en el siglo
XIX, se creía que el deber de la mujer se limitaba a las cuatro paredes de su casa,
parece que los especialistas del siglo XXI creen que las mujeres mexicanas sólo
han destacado en el arte y las humanidades.
publicado en mamaejecutiva.net el 2 de enero de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario