Estamos por celebrar
como todos los años el día del maestro, vendrán marchas y manifestaciones y muy
poco que sumarle a la educación y su futuro.
Armando Enríquez Vázquez.
Aunque hablar de la educación en México es un tema
complicado y lleno de aristas, lo cierto es que al parecer nadie se ha puesto a
pensar en el futuro de la educación y lo obsoleto que resulta ya el sistema de
una persona dictando cátedra a jóvenes que viven en la aldea global.
Es cierto que nuestro país está lleno de desigualdades y que
no es lo mismo la lacerante pobreza oaxaqueña o chiapaneca a un salón de clases
en las áreas de clase medias de las zonas urbanas. Que el envoltorio de la
educación privada la hace parecer mejor que la pública sin que esto sea del
todo verdad.
Desde la forma en que acceden los niños a los salones de
clase y lo que han desayunado son elementos diferenciadores y muy importantes
para el aprovechamiento de cada niño. México fue en alguna ocasión punta de
lanza en la región, cuando a mediados de los años sesenta del siglo pasado, se
inició el proyecto de llevar la educación a todos los rincones del país, sin la
necesidad de maestros presenciales a través del uso de la tecnología de ese
momento creando aulas en el país con televisiones, así nació el proyecto en
1968 de Telesecundaria y gracias a él millones de mexicanos pudieron tener algún
tipo de educación académica a la que de cualquier otra manera no podrían haber
tenido acceso.
Desgraciadamente por más de cincuenta años, nadie, en
nuestro país ha vuelto a interesarse en lo que la tecnología puede brindar a
los estudiante.
Se han creado softwares y programas a base de herramientas
tecnológicas que lejos de beneficiar al educando o al profesor, han hecho
millonarios a empresarios y políticos de los sexenios anteriores. La verdad es
contundente y triste. El número de deserciones en el sistema educativo, sobre
todo en los niveles de secundaria y preparatoria, va en aumento y México se
enfrentara en un futuro no muy lejano a millones de mexicanos pertenecientes a
generaciones perdidas, por no poder reformar la impartición de la educación, no
sólo en las áreas rurales, si no en todos los niveles socioeconómicos.
En próximos días enfrentaremos en la Ciudad de México los
problemas típicos de la fecha del día del Maestro, individuos haciendo todo
tipo de fechorías en nombre de algo que
les ajeno; el magisterio. Hombres y mujeres incapaces de entender su papel en
la sociedad, como forjadores de hombre y mujeres preparados, porque
desgraciadamente tienen otros problemas más personales que son diarios: Pésimos
salarios y una nula capacitación para mantenerse actualizados en su trabajo.
Peor, lo que estos maestros pelean no es la calidad educativa de nuestro país,
nada podría serles más ajeno, ellos están peleando, de la única manera que entienden
conservar sus empleos, ese que mal o bien les da de comer y por el cual los
manipulan un grupo de líderes sindicales que se han hecho millonarios con sus
cuotas y a los que les importa menos la educación, o sus representados.
Pero desgraciadamente el problema educativo se expande
también a las instituciones privadas donde el panorama no es ni mejor, ni más
propositivo. Las instituciones que se dicen de vanguardia y lo único que hacen
es esquilmar al padre de familia con colegiaturas y cuotas por todo aquello que
se les ocurre, no representan, seamos sinceros ninguna opción de calidad en
cuanto a la calidad educativa.
Hoy uno de los problemas que debe preocupar a las
autoridades educativas del país es como hacer frente a esta deserción. Como
preparar planes de estudio que sean atractivos a los jóvenes y cómo mantenerlos
en un círculo virtuoso de conocimiento y no en un salón de clase donde
cualquier maestro mal preparado puede ser rebatido sin problema por el
estudiante que tiene la tablet en su mano.
Las escuelas privadas que se enorgullecen de poner tareas y
contenidos en los mails de los alumnos y tener paginas en línea para poder
imprimir la lección del día, no han entendido nada de lo que se trata la
revolución tecnológica que tienen enfrente y mucho menos las posibilidades que
esta les abre.
El dramaturgo inglés George Bernard Shaw alguna vez dijo: Mis periódos educativos fueron interrumpidos
por la escuela. En México no hay
peor enemigo del conocimiento y de la lectura que las escuelas de todo tipo. Si
bien es cierto que el sueño de Vasconcelos de llevar a Platón y Aristóteles al
campesino, es una de las más delirantes utopías, el reverso de la moneda donde
se vacuna a millones de jóvenes y niños contra la lectura en las aulas de las
escuelas privadas y públicas es una pesadilla digna de Lovecraft.
Somos un país de analfabetas tecnológicos, un país sin
ciencia y sin contenidos. Somos un país
pirata, de mercaderes chafas, ya sea el que se para en la esquina o el de la
mano de un funcionario público se llenan los bolsillos con dinero del erario. Creemos
que no importa la que nos pongan la bailamos. Somos un país de futbol y
telenovelas, y no porque crea que todos debemos ser físicos, escritores,
pintores, biólogos, matemáticos. No porque crea que no debamos divertirnos y
soñar o escuchar historias fantásticas o verlas en la televisión, o disfrutar
de veintidós personas corriendo sin ton ni son para patear una pelota. No.
Creo que si nuestra educación fuera mejor, más planeada y
adecuada cada quien sería lo que quiere ser sin necesidad de ser lo que puede o
le queda ser.
Publicado el 5 de mayo de 2014 en blureport.com.mx
imagen:imagui.com
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