Actriz, enfermera,
poeta esta sueca sirvió de espía a los republicanos y más tarde a las fuerzas
suecas en contra de la invasión Nazi.
Armando Enríquez
Vázquez
Entre las historias de las espías del siglo XX se encuentra
la figura de Karin Lannby, una intrépida mujer nacida en el pueblo sueco de Linköping
ubicado en el sur de Suecia el 13 de abril de 1916. Miembro de la oligarquía
sueca, Karin era hija de Gunnar Lannby, representante de la Metro Goldwyn Mayer
en el país escandinavo. Karin creció codeándose con las altas esferas del poder
suecas. Su madre era una rica heredera.
Karin se afilió desde su adolescencia con los grupos
comunistas de Suecia. Formó parte del grupo Clartè. Antes de cumplir veinte
años Karin viajó por España junto con su madre donde asistió al estreno de
Bodas de Sangre que la impactó y regresó a Suecia donde estudió enfermería.
Un suceso en España que involucró a un artista sueco la hizo
regresar a la península Ibérica y trabajar como espía.
En 1936, el pintor sueco Torsten Jovinge fue asesinado de la
manera más vil por los seguidores de Francisco Franco. El artista sueco llegó a
Sevilla y se dedicó a pintar los fusilamientos de republicanos por las fuerzas fieles
a Franco. Identificados por los esbirros del futuro dictador Jovinge fue
golpeado de manera brutal, lo que obligó a que fuera internado en el hospital,
donde arteramente fue degollado, su cuerpo fue arrojado a la fosa común y su
muerte fue determinada por la autoridad fascista como suicidio. Al parecer esto
detonó la necesidad de la joven por viajar a España, además fue contactada en
Estocolmo por Luis Buñuel que le ofreció una importante misión republicana, tras
ser capturada por los soldados franquistas, el director de cine sueco Ingmar
Bergman declaró alguna vez que Lannby escapó de los franquistas gracias a sus
dotes histriónicas. Ingmar Bergman y Karin Lannby mantuvieron un romance entre
1941 y 1942 años en los que vivieron en el estudio del cineasta. La relación
tormentosa afecto al cineasta quien años después diría que Lannby le sirvió de
inspiración para la cinta Mujer sin
Rostro. Que nada tiene que ver con espionaje. Lo cierto es que el sueco
jamás supo de la faceta de espía de Lannby por lo que esta declaración parece poco
confiable.
De regresó en Suecia inició una carrera como actriz.
Los norteamericanos que siempre han sido bastante incompetentes
en cuanto a su inteligencia reportaron a Lannby como una posible agente Nazi.
Así lo demostraron un par de historiadores uno sueco, Anders Thunberg, el otro
noruego, Tore Pryser, quienes de manera independiente llegaron a los archivos
de la OSS predecesor de la CIA en Maryland y encontraron una ficha entre los
suecos sospechosos de trabajar para los Nazi, el colmo es que el reporte
norteamericano define a Lannby como. “A
primera vista no parece muy inteligente, pero su belleza y glamour son
innegables. Karin ha viajado a Alemania y España en los actuales tiempos de
guerra y se muestra interesada en todo tipo de refugiados…”
Lo cierto es que a partir de 1939 Karin se convirtió en una
agente del Estado Mayor de Defensa de Suecia y bajo el nombre de Annette, se
dedicó a vigilar los movimientos de los alemanes Nazi y sus seguidores en Estocolmo,
informando meticulosamente a la inteligencia sueca.
Suecia mantuvo su neutralidad durante la II Guerra Mundial
lo que la hacía un lugar lleno de intrigas y movimientos en contra y a favor de
todos los participantes. Estocolmo fue una ciudad donde se cruzaban muchas de
las fuerzas de la II Guerra y por la que pululaban los espías de todos colores.
Uno de los lugares favoritos de reunión de los diferentes actores de la
historia y por lo tanto de los espías de todos tipos era el Grand Hotel de la
ciudad.
En 1937 publicó su único libro de poesía titulado Cante Jondo, influenciado claramente por
su admiración por Federico García Lorca. En 1951 gracias a una carta firmada
entre otros por Albert Camus y Francois Muriac para expulsarla de Francia por
su participación en una película que El Vaticano veía con malos ojos. Karin
Lannby actuó en diferentes películas, nunca fue una actiz estelar, ni muy
exitosa.
Al finalizar la II Guerra Mundial, se mudó a Italia primero
donde logró hacer una entrevista con un bandolero notable de Sicilia llamado
Salvatore Giuliano, y más tarde a Paris, donde tuvo sus últimos papeles en películas
y trabajo la mayor parte de su vida como secretaria y traductora. Karin Lannby
murió en esa ciudad el 19 de noviembre de 2007.
Imagen expressen.se
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