Nada
es más perturbador que la normalidad. Esa es la premisa común a dos series de
reciente estreno en Netflix.
Armando Enríquez Vázquez
Tanto la segunda
temporada de la española El Aroma de las Margaritas (O sabor das margaridas)
por un lado y por el otro de la inglesa La Serpiente resultan serie muy
perturbadoras, no sólo por los temas que tratan, sino por ese contexto tan
siniestro que la normalidad siempre da a una vida clandestina e ilícita.
El Aroma de
las Margaritas está en su
segunda temporada. Es serie una creada por la televisión de Galicia y hablada
en gallego, narra la historia de una guardia civil interpretada por la actriz
María Mera, que llega a una población gallega para investigar la desaparición
de una joven, todo apunta a una red de trata de blancas, pederastia y
prostitución que involucra a personajes poderosos y con buena imagen en la
sociedad. De la misma forma la guardia tiene un secreto y una secreta razón
para investigar el caso sin importar las acciones que tenga que tomar y las
consecuencias de sus actos no importan si no se llega a la conclusión de la
investigación. La guardia es ciega ante su objetivo e implacable en su
venganza, como otras mujeres de otras series las acciones radicales y finales
que toma la obligan a desaparecer para siempre. La primera temporada de seis
capítulos es muy buena y llena de giros de tuerca que la hacen una serie
altamente recomendable y aunque sirve de marco para evolucionar a la segunda
temporada también tiene sus giros no tan inesperados pero que sin embargo
resulta mucho más cruel y chocante que la primera. La serie plantea de manera
paralela a este grupo de criminales el nacimiento de un asesino serial.
El guión de la
segunda temporada recuerda mucho a las descarnadas primeras novelas policíacas
del catalán Andreu Martin: No hay bondad en ninguno de los personajes
principales y el egoísmo está presente en cada uno de ellos. Mera es la segunda
temporada de la serie y gracias a su interpretación del personaje; contenida, escondiendo
sus traumas y problemas mentales, una mujer de extraordinaria fortaleza, a
pesar de que tanto el guión como la dirección podían haberla hecho caer en una
caricatura de superhéroe, una Novia como la de Uma Thurman en Kill Bill.
Pero, no, el personaje que interpreta Mera además de lo violento, es mucho más
oscuro, así como más humana. En un tono de actuación similar, contenido y
silencioso, aunque por motivaciones totalmente diferentes, Marie-Andrée Leclerc
(Jenna Coleman) que se cambió el nombre por Monique, es una mujer temerosa, sin
afectos e insignificante lo que la lleva a convertirse en la cómplice
silenciosa del sicópata Charles Sobhraj (Tahar Rahim) asesino de turistas,
jóvenes mochileros, en su mayoría durante las décadas de los sesenta y setenta
en el sureste de Asia en la serie inglesa La Serpiente.
A diferencia de
la serie gallega, La Serpiente, está basada en la historia real del sanguinario
asesino Charles Sobhraj, alias Alain Gautier, que como muchos otros
aprovechando su carisma y personalidad se aprovechó de otros para llevar a cabo
sus crímenes. La historia narra no sólo los crímenes de este hombre hoy preso
en Nepal, si no del diplomático holandés Herman Knippenberg (Billy Howle), que al enterarse de la muerte de un par de
jóvenes connacionales descubrió al frío asesino de nacionalidad francesa y de
origen indio-vietnamita, y que con la ayuda del agregado de la embajada belga
Paul Siemons (Tim McInnerny) y la vecina del grupo criminal Nadine Gires
(Mathilde Warnier) lograron superar la indiferencia de un sistema diplomático
burocrático y de la corrupción tan común en muchos países.
La Serpiente producida por la BBC fue adquirida
por Netflix y estrenada en estos días. La serie no tiene nada nuevo que
aportar al género, pero lo que creo que vale la pena es una historia que
demuestra que la maldad humana no es exclusiva de occidente como tantas series
y podcast celebran en sus interminables versiones un mismo caso.
Es cierto que la
audiencia y la demanda por estos contenidos son cada vez mayores, y que en
respuesta estas series se vuelven cada vez más sórdidas y explícitas, como en
el caso de El Aroma de las Margaritas, donde la maldad se puede leer
entrelíneas de cada dialogo y en cada escena. Todo complementado con las
actuaciones violentas y arquetípicas que terminan por entregar una segunda
temporada que con muchos huecos no deja de ser siniestra y nada
autocomplaciente.
Mientras que La
Serpiente es la disección de personalidades, los criminales; Alan el
dominante y arrogante, la sumisa de Monique y el servil y complaciente Ajay
Chowdhury (Amesh Edireweera) que completa el triángulo criminal, por un lado,
mientras que en el otro la testarudez de Knippenberg, la violencia a punto de
explotar de Simoens y el apoyo solidario de Angela Knippenberg (Ellie Bamber)
forman con personajes que poco o nada evolucionan y un muy buen guión una serie
sólida y perversa.
Si tienes corazón
de pollo o estas harto de las noticias de violencia y de violencia de género en
el país definitivamente El aroma de las margaritas, no es para ti.
Si eres paranoico
y te gusta viajar por tu cuenta no te recomiendo que veas The Serpent.
Este texto fue publicado originalmente en roastbrief.com.mx en abril de 2021.
Imágenes Netflix
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