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miércoles, 15 de junio de 2016

Remedios Varo viajera de tierras y mundos.


Una de las pintoras más importantes del surrealismo, llegó a nuestras tierras como muchos otros españoles, empujada por las olas del exilio de la Guerra Civil y valoró a su nueva nación.
Armando Enríquez Vázquez
Si Remedios Varo encontró en México su madurez artística e intelectual como afirma su última pareja sentimental Walter Gruen no lo sé, lo que, si sé, es que desde la primera vez que fui expuesto a su obra me sentí atrapado por ella por su profundidad y por su sentido del humor.
Esta extraordinaria pintora que nació muy al norte de España, en el pueblo de Anglés en Gerona el 16 de diciembre de 1908, habría de viajar por el mundo y sufrir de las tragedias que asediaron a Europa y España en el siglo pasado, para finalmente encontrar la paz y tranquilidad para trabajar en nuestro país. El lugar de su nacimiento, como el de todos los humanos fue un accidente geográfico, que en el caso de Remedios es más obvio por la vida semi itinerante de su padre que era ingeniero hidráulico. El nombre de Remedios le fue puesto en honor de la virgen de los Remedios por permitir a la familia tener una hija, ya que con anterioridad habían perdido a otra bebé.
Durante los primeros años de vida de Remedios, la familia viajó por diferentes lugares de España y de Marruecos gracias al trabajo del padre hasta que en 1917 se establecen finalmente en Madrid. A pesar de tener prohibido tomar los libros de su padre, Remedios, curiosa, leyó libros de ciencia, lo mismo que novelas, aprendió a utilizar algunos de los aparatos de su padre. Su padre la inscribió en la Academia de San Fernando en Madrid, cuya historia data del siglo XVIII y de la cual de acuerdo con la historia fue expulsado Salvador Dalí por rebelde, el año era 1924.
Remedios no fue expulsada, sin embargo, al finalizar sus estudios, en 1930, Remedios decidió casarse con su compañero el pintor Gerardo Lizárraga con tal de salir de un entorno familiar, y para cortar definitivamente el cordón umbilical, la pareja se mudó a Paris. En 1932, la pareja regresó a España, pero se instaló en Barcelona, dónde Remedios trabajó en una agencia de publicidad llamada Thompson. Ese mismo año se divorció de Lizárraga, con quien a lo largo de su vida sostuvo una amistad entrañable.
La relación de Remedios Varo con la publicidad continuó presente a lo largo de su vida y ya establecida en México muchos años después, creó toda una serie de dibujos para las revistas y calendarios de la farmacéutica Bayer. Sus ilustraciones para los calendarios de la empresa y su interpretación artística de ciertas enfermedades revelan esa concepción surrealista, propia y onírica de la realidad.



En España y a pesar de que Barcelona era en ese momento uno de los sitios culturales con más efervescencia en el mundo, también políticamente Barcelona era una incubadora de las nuevas ideas sociales. El estallido de la Guerra Civil Española lleva a la ciudad catalana al poeta Bejamín Peret. Peret, además de ser uno de los pilares de la literatura surrealista fue un hombre de ideas políticas de izquierda y llegó a Barcelona para luchar en contra de las fuerzas de Francisco Franco. Remedios Varo lo conoció y en 1937 junto con él regresó a Paris. Ya en la capital francesa Remedios Varo conoció a André Breton, Max Ernst, Joan Miró y a otra formidable pintora surrealista con la que coincidirá en su exilio en México; Leonora Carrington.  Según Walter Gruen en el texto de la biografía de Varo, en el sitio de la pintora en esa Francia convulsa llena de traidores y colaboracionistas Nazis, Remedios Varo fue encarcelada cerca de un año en 1939 sin que Gruen tenga claro el motivo, pues la pintora jamás habló mucho del asunto. En 1940 sale de París rumbo a Marsella del brazo de Peret y se refugia como muchos otros artistas e intelectuales en la mansión de Bel-Air.
En 1941, puede por fin abandonar Europa y llega a México. En nuestro país se rencuentra con conocidos como Gerardo Lizárraga y Leonora Carrington, con quien la relación se tornó en una estrecha amistada donde las artistas llegaron a creer poseer una sensibilidad única que las hizo durante mucho tiempo compartir a diario sus sueños, pesadillas obsesiones e ideas, además de aficiones comunes como la cábala, la alquimia, el tarot, la magia y otras. Remedios Varo conoce a otro grupo de artistas e intelectuales tanto nacionales como extranjeros entre ellos a Octavio Paz quien alguna vez dijo de ella; pinta lentamente rápidas apariciones. Conoce también al fotógrafo suizo Wolfgang Paalen y la heredera y mecenas suiza Eva Sulzer. Sulzer compró a Varo algunos de sus cuadros que más tarde heredaría a Gruner. A Marc Chagall con quien trabajó para el vestuario del ballet Aleko de Léonid Massine que se estrenó en el Palacio de Bellas Artes en septiembre de 1942.
En 1947, Remedios Varo y Peret rompen su relación. Peret regresó a Paris. Remedios Varo decidió permanecer en México por muchas razones, la primera es que no se sentía ni europea, ni española:



Soy más de México que de ninguna otra parte. Conozco poco España, era muy joven cuando viví en ella. Luego vinieron los años de aprendizaje, de asimilación en Paris, después la Guerra… Es en México donde me he sentido acogida, segura… Escribió.
Años después en un viaje a Paris escribió una carta a Gruner en la que dice: Hoy hace ocho días que salí (de México), ¡Dios mío!, qué deseos tengo de regresar, aunque ya no me siento tan mal, sin embargo, veo que definitivamente he dejado de pertenecer a estas gentes (los surrealistas) y a estas cosas, que no me interesan gran cosa y que mi vida, no sólo material o sentimental sino también intelectual, está ahí, en esa tierra que sinceramente amo con todas sus fallas, defectos y calamidades…
Viajó a Venezuela a finales de 1947 para reunirse con su hermano que se exilió en aquel país junto con su madre y estaba dedicado a la lucha contra enfermedades tropicales. Remedios por intermediación de su hermano consiguió un trabajo para describir a partir de observaciones microscópicas diferentes organismos patógenos que habitan en los mosquitos y dibujarlos. A finales de 1949 regresó a México, en 1952 se unió a Gruen y fue ese periodo el más productivo de su vida.
La obra de Remedios Varo es sorprendente y cautivadora, en algún sentido me recuerda a Magritte, pero tiene un detalle y fineza de la que carece el belga. Cuadros como Bordando el manto terrestre, Exploración de las fuentes del Orinoco, Papilla estelar, son sólo algunas de las maravillosas obras de la pintora.

El 8 de octubre de 1963, Remedios Varo murió de un infarto en su hogar en la Ciudad de México.
publicado en mamaejecutiva.net el 6 de junio de 2016
Imagenes: 

lunes, 6 de junio de 2016

Leonora Carrington la última de las surrealistas.

Nacida en Inglaterra y muerta en nuestro país, Leonora Carrington fue pintora, escritora, escultora y sobre todo uno de los pilares importantes del surrealismo.

Armando Enríquez Vázquez.

Una barca surcó en 2006 algunas cuadras de Paseo de la Reforma para detenerse en uno de sus amplios camellones, ahí en esa avenida emblemática de la Ciudad de México cerca del famoso edificio Reforma 222, la barca en sí es un cocodrilo y seres reptilianos, que nada tienen que ver con teorías de conspiración, van en ella. Son seres creados por una mujer que a su vez llegó a México en tren desde Nueva York, el año de 1942 huyendo de los nazis y de la guerra que asediaba Europa. Llegó del brazo de su marido el poeta y escritor Renato Leduc, al que conoció en la embajada mexicana en Portugal, quién a su vez accedió a casarse con la artista inglesa para poder ayudarla a salir de Europa. A su llegada a México se separaron para seguir cada quien con su vida.
México se convirtió en el país de Leonora Carrington, en él habitó y creó durante los siguientes 69 años, hasta su muerte en 2011, dejando en las calles y museos parte de su obra.
Leonora Carrington nació en Lancashire, Inglaterra el 6 de abril de 1917, hija de un acaudalado industrial, su infancia y juventud la vivió en opulencia, a pesar de ello y de las maneras aristocráticas que intentaban inculcarle en casa, Leonora fue expulsada dos veces de los colegios ingleses, entre ellos de uno de monjas que su madre, irlandesa, había escogido para ella, por lo que sus padres optaron cuando Leonora era aún una niña en enviarla a Italia a una academia de arte, lo que de la marcó, junto con los bosques que rodeaban su casa en Inglaterra y las historias celtas que su abuela irlandesa le contaba.
Llegado el momento de presentar a la joven en sociedad, sus padres buscaban que Leonora tuviera un pretendiente miembro de la aristocracia británica, así en 1934 Leonora hizo su debut en sociedad frente al rey Jorge V, algo que aburrió tanto a la joven que terminó escribiendo un cuento titulado La debutante, donde la joven protagonista intercambia su lugar con una hiena. La hiena crea un desastre en el evento social, mientras la protagonista se queda en su cuarto leyendo Los viajes de Gulliver.
 No tenía tiempo para ser la musa de nadie… Estaba muy ocupada rebelándome en contra de mi propia familia y aprendiendo a convertirme en una artista. Declaró la artista en alguna ocasión.
Sin saber cómo el azar y el deseo iban a jugar su papel, su madre le regaló un libro sobre uno de los movimientos artísticos que sacudía la ortodoxia de la academia europea; el surrealismo. Leonora se enamoró sin conocerlo más que a través de su obra del gran pintor alemán Marx Ernst. Dos años después cuando lo conoció ese amor se volvió carne y pasión. Claro que el padre de Leonora desaprobó esta relación entre la joven y el pintor que era mucho mayor que ella y además estaba casado. Las esperanzas del padre de casar a su hija con un noble inglés se desvanecieron. Ernst llamaba a Leonora, La novia del viento. Leonora y Max Ernst huyeron a Paris, se establecieron en la capital francesa mientras la II Guerra Mundial amenazaba al viejo continente. Al lado de Ernst, quién la impulsó a escribir y pintar, Carrington conoció a la nata y crema del surrealismo, además de otros importantes artistas del siglo pasado como Pablo Picasso. Max Ernst quien había abandonado a su esposa y a su patria en la que el Nazismo y la intolerancia reinaban, una vez que Francia se convirtió en un satélite sumiso de Hitler, fue arrestado en dos ocasiones, Leonora salió hacía España donde intentó hacer lobbying a favor de Ernst. Denunciando a Hitler, a Mussolini y al tirano español; Francisco Franco. Víctima de un fuerte stress, al que ella llamó con los años psicosis de guerra, fue internada en un manicomio en Santander, con el consentimiento de su padre. España fue una prisión para mí. Escribió en su libro de memorias. De ahí partió a Lisboa y ya casada con Leduc al nuevo continente. En Nueva York se rencontró con Max Ernst quien ahora tenía de amante a la millonaria Peggy Guggenheim.



Atrás de la Catedral de la Ciudad de México hay otra obra de la artista, una banca, de esas que un jefe de gobierno de esta ciudad encargó a diferentes artistas y terminaron decorando los camellones de Paseo de la Reforma, la banca de Leonora viajó por el mundo en varias exposiciones a su regresó a la capital del país encontró descanso junto a la Catedral. Los magos que conforman el respaldo de la banca parecen conspirar en contra de la vieja religión impuesta en los mexicanos dándole la espalda a la Catedral.
La Ciudad de México fue para Leonora, como para todos los europeos que han llegado a ella desde Cortés, una sorpresa y una delicia. Primero se instaló con Leduc en la colonia San Rafael, y según una entrevista que concedió en 1996 a Emilio Payán y Saúl Villa, asistió a muchas corridas de toros, donde lo que ella esperaba era cuando el toro saltaba al callejón y causaba un caos al interior del pequeño pasillo.
Poco después se mudó a Mixcoac que en los años cuarenta del siglo pasado era aún un pueblo separado de la ciudad. Leonora disfrutaba viajar en tranvía descubierto de Mixcoac al Zócalo de la ciudad. En México encontró también algún viejo amigo surrealista, a André Bretón y a la otra gran artista surrealista a la que las ondas trajeron a nuestro país; Remedios Varo.
En 1946, se casó por segunda ocasión. Esta vez con otro emigrante europeo, el fotógrafo húngaro Emerico “Chiki” Weisz, quien durante la Guerra Civil Española trabajó con Robert Capa, como su jefe de revelado.
En 1963, el gobierno federal le encargó un mural para el nuevo Museo Nacional de Antropología. Leonora Carrington pintó entonces un enorme oleo titulado: En el mundo mágico de los mayas, donde la artista pintó desde su muy particular punto de vista los mitos de los pueblos de la región sureste del país.
Amiga de Paz, de Aridjis, de Elizondo, de Poniatowska quien escribió una novela sobre la vida de la artista titulada Leonora. Carrington prefería la soledad de su casa estudio en la colonia Roma, que el bullicio de los salones de la intelectualidad.




Leonora Carrington, pintaba para ella, jamás para el público grande o pequeño, fue la última de los surrealistas en morir, lo que ocurrió el 25 de mayo de 2011 a los 94 años de edad. En una entrevista que le hizo Beatriz Espejo y que se publicó en la Revista de la Universidad de México cuando la escritora le preguntó acerca de ¿por qué había escogido el surrealismo?, Carrington contestó. Eso es una etiqueta. Hago lo que hago porque así los siento y lo veo.  En más de una ocasión se cuestionó con sus amigos más cercanos, como lo haría cualquier surrealista, si era ella realmente la que creaba sus mundos o si estos mundos eran los que la inventaban a ella, y claro daba más validez a esto último.

publicado el 30 de mayo de 2016 en mamaejecutiva.net
imagenes: vertigopolitico.com
                 jornada.unam.mx
                 cultura.gob.mx