miércoles, 28 de marzo de 2012

Temblar en la Ciudad de Mexico.

La semana pasada la tierra nos recordó su existencia, con uno de los sismos más fuertes que ha sacudido a la nación desde 1985. ¿Podemos decir prueba superada?

Armando Enríquez Vázquez

                                                                                 
Al enlistar las características de nuestra ciudad, en algún momento tenemos que poner los temblores. 1910, 1957, 19985 son, por supuesto, fechas que marcaron a nuestra ciudad durante el siglo pasado y nuestra historia, tanto regional como nacional.
La semana pasada la naturaleza nos volvió a recordar que ahí está, ajena a pretensiones, caprichos y diseños humanos. Tan es así, que a pesar de todo nuestro desarrollo tecnológico, de todos nuestros avances, sigue siendo imposible predecir de manera alguna cuando y donde ocurrirá el próximo temblor de tierra.
Cuando hablamos de temblores de tierra invariablemente es hablamos en tiempo pasado. Una vez que pasó el temblor comenzamos a describirlo, a medirlo, a cuantificar daños y los saldos negros del mismo.
En los últimos años y predispuestos por la apocalíptica profecía para este 2012, hemos ido sumando y contando los terremotos de los últimos años; 2010 en Haití y  Chile,  y Japón en 2011 con magnitud de 9 en la escala de Richter, son los tres últimos grandes terremotos de los que tenemos memoria. Atrás en la memoria comienza a quedar el enorme sismo, de magnitud 9.1 en la escala de Richter, que afectó a Indonesia  y a todo el Océano Índico en 2004 y dejó más de 200 mil muertos y ni siquiera éste se encuentra entre los tres mayores de los que tenga memoria la humanidad.
Las imágenes son siempre las mismas, casas y edificios derrumbados, escombros, gente emergiendo de entre cascajo y polvo, son los rasgos étnicos y las particularidades arquitectónicas las que nos indican una vez tras otra que se trata de lugares diferentes en el mundo. Cámaras de teléfonos y otros gadgets portátiles son los que nos sitúan de manera segura en el momento que angustió a otros.
Al pasar el movimiento y tras la zozobra emocional, viene la reflexión. Desde la más íntima y personal a aquella universal. Siempre creemos haber aprendido al menos una lección. A nivel Ciudad de México ¿La hemos aprendido? Me decía un taxista el martes, que había tenido mucho miedo que estaba en un edificio y pensó que se iba a caer. Los daños qué observamos el martes fueron mínimos y particulares, nada que nos hiciera pensar en una catástrofe. La ciudad nunca suspendió su actividad.
Quiere decir que todas nuestras sospechas sobre la corrupción en la industria de la construcción tal vez sean infundadas. No hay que olvidar que en la escala de Richter el cambio de una decima en la magnitud no es proporcional sino exponencial, lo que significa aunque de 7.4 a 8.1 solo hay siete decimas de diferencia en realidad la diferencia entre una magnitud y otra es enorme, casi cien veces más poderoso el último. Sin embargo, creo que vivimos en una ciudad más segura, en la que se ha pensado más en la ciudadanía y su seguridad. Que la gente aun no reacciona de la manera ideal ante un temblor y olvida el “No corro, no grito, no empujo”, es normal nadie tiene los nervios de acero ante lo que puede llegar a considerar un riesgo real contra su integridad física. Pero las enseñanzas de 1985. Parecen dar sus primeros frutos.
Los temblores nos demuestran que habitamos un planeta vivo, que se transforma y que cambia, que no estamos puestos sobre una gran roca esférica que da vueltas alrededor del Sol.  Una mujer,  en una de las encuestas que aplicamos en Cadena3 el día del temblor, a la pregunta  ¿cuáles son las áreas vulnerables en la ciudad ante los temblores?  Respondió:“Lo único que sé es que cuando la tierra se tiembla no hay nada que podamos hacer.”
Existen estadísticas elaboradas por el Servicio Geológico de los Estados Unidos. que nos dicen que anualmente a nivel mundial se da un terremoto de magnitud 8 o mayor,  quince de entre 7 y 7.9 de magnitud, 135 de entre 6 y 6.9, 1319 de entre 5 y 5.9, 13,000 de entre 4 y 4.9, 130,000 entre 3 y 3.9 y finalmente más de 1,300,000 entre 2 y 2.9.
Vivimos en una zona sísmica y de algo podemos estar seguros, seguirá temblando. La única realidad es lo que se puede hacer en materia de prevención y educación.
En ese sentido podemos decir que aunque falta aun mucho la prueba, al menos el martes 20 de Marzo de 2012, fue superada.

Imagen cortesia de méxicomaxico.org
Publicado en blureport.com.mx el 27 de Marzo de 2012
 

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