La Poesía peca y además incomoda, así lo demuestra una vez más con la reacción intolerante del gobierno y periódicos israelís ante el poema del premio Nobel de literatura Günter Grass, ¿Es momento de preocuparnos por las letras que queman o de las armas que matan seres humanos?
Armando Enríquez Vázquez
Cuando leí que Günter Grass había sido declarado personan non grata y tenía prohibida la entrada a Israel por un poema suyo publicado por Süddeutsche Zeitung y
cuyas versiones en español e inglés se encuentran ya en diferentes
sitios de la red, no pude más que sentir indignación, esa indignación
que se siente cuando los politiquillos y los asesinos en masa que
controlan el mundo quieren hacernos creer que todo lo que se hace, se
hace por el “Gran Bien Común.”
El Poema se titula “Lo que hay que decir.” Un
texto ante todo político, pero así es la obra de Grass. En el acusa a
Israel de ser una potencia nuclear que pone en peligro la paz mundial
con su obsesión por acabar con Irán, de quién también dice esta maneja
da por “un fanfarrón”, que somete a su pueblo y lo lleva al “júbilo
conducido”. Además, Grass cuestiona a Alemania por vender submarinos
capaces de lanzar ojivas nucleares a Israel, cuestionando a su patria,
el ser partícipe de una próxima matanza. Sin tomar en cuenta que después
de sesenta años aún cargan con los pecados de la II Guerra Mundial, en
la cual, él, Grass, combatió con el ejército alemán y después sufrió en
un campo de prisioneros de los Aliados.
Durante los últimos sesenta años Israel
se ha encargado de que el mundo no se olvide de los crímenes de Hitler y
sus secuaces. Que sean el estigma del pueblo alemán. Todos los años,
libros, películas, programas de televisión , de ficción, documentales,
históricos y biográficos nos recuerdan una de las peores atrocidades del
hombre, un genocidio basado en el odio, en la diferencia, en el hecho
de adorar a un dios distinto al cristiano. Es cierto fue una atrocidad,
un genocidio dirigido y planeado, un acto execrable. Pero con qué
calidad ética el gobierno de Israel se atreve, hoy, a pretender obligar
al mundo a llorar por sus muertos de hace más de sesenta años mientras
masacra y trata de exterminar a otros seres humanos simplemente porque
no creen en el mismo dios.
Hablar en contra del gobierno israelí se
ha considerado por décadas un acto antisemita, nadie puede poner en
duda las intensiones de Tel Aviv , sus políticos y militares porque está
conspirando contra un pueblo contra el que desde la aparición de
Jesucristo todo occidente ha conspirado. Que se defiende paranoicamente
de todos a su alrededor, Acaso no lo hemos visto cien y más veces en las
pantallas de nuestras televisiones, en las páginas de cientos de libros
que hemos leído. Sin embargo existe una diferencia entre el pueblo
Judío, mucho del cual se encuentra diseminado por el mundo y los
políticos israelís tan similares a los políticos del resto de mundo.
La historia la escriben los ganadores,
por eso se nos impide escuchar las voces de palestinos, libaneses,
egipcios, sirios, masacrados año tras año por el ejército israelí o por
sus servicios de inteligencia, despiadados y crueles como hace setenta
años los SS y la Gestapo.
Pero más allá de esta última
controversia por no llamarla desatino de las autoridades de Israel y sus
periodistas, hay que leer el poema de Grass y ver que una de las
grandes plumas y mentes del siglo XX y principios del XXI, habla también
de esa carga que es ser alemán y lo que se cree es correcto y lo que no
en el discurso de un alemán. No es la primera, ni será la última que la
literatura, el arte en general cargue con el estigma de incómodo, de
subversivo.
Afortunadamente el artista no será jamás
políticamente correcto eso se le queda a periodistas y miembros de los
partidos políticos en cuya inmoral balanza tiene más peso el maltrato
animal, que la trata de seres humanos, La hora de Planeta y el
calentamiento global en oposición a la pobreza y maltrato de niños en el
mundo. Es más simpático ver a los niños actuar como adultos en un
insulso comercial de una ONG que verlos morir de hambre junto a las
milpas abandonadas. Grass se ha limitado a decir que sólo en tres
ocasiones se le ha negado la entrada a un país, la Alemania del Este,
Birmania y ahora Israel y dice que el gobierno Israelí debe estar
consciente de su similitud con ambas dictaduras y la temida Stasi de la
Alemania Oriental.
El arte sólo tiene dos compromisos; con
su autor y con él mismo y por eso hemos de dar las gracias. Si quieren
leer el poema se encuentra en:
http://internacional.elpais.com/internacional/2012/04/03/actualidad/1333466515_731955.html en español
Imagenes cortesía de biografiasyvidas.com y thelede.blogs.nyt.com
Publicado en blureport.com.mx 20 de Abril de 2012
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