Armando Enríquez Vázquez
En los últimos procesos electorales de
nuestro país, se ha pretendido que las elecciones estén resueltas aun
antes de ir a votar y con este fin se nos hace creer que las encuestas
son las que previo a emitir nuestro voto han elegido con antelación a
los ganadores; que son la voz y mandato de los mexicanos. Y sin embargo,
los hechos y las mismas encuestas nos han demostrado que nada de esto
es cierto. En el año 200, el PRI aun contaba con todo el aparato estatal
para mover las piezas de información como se le daba la gana, las
encuestas siempre dieron como ganador a Francisco Labastida, tal vez en
casos por márgenes muy cortos, en otros esos márgenes eran mayores,
pero ganador al fin de cuentas. La realidad fue otra muy distinta. Una
apabullante victoria del PAN, celebrada de manera multitudinaria en la
calle por los mexicanos. Y nadie se acordó de la falsedad de la mayoría
de las encuestas.
En el 2006, cuando las encuestas en un
principio daban como ganador a Andrés Manuel y decían que nadie lo
podría alcanzar, conforme se acercaban las fechas de los comicios la
brecha se fue reduciendo. Al Final la percepción de un gran fraude
electoral marcó las acciones de aquellos que lejos de aceptar la
democracia prefirieron gritar complot. Las encuestas no habían servido
absolutamente para nada, sólo para enfrentar y dividir a los mexicanos.
Hoy se nos muestran las encuestas que
los empresarios partidarios del PRI y el partido quieren que veamos,
pero en estas fechas la percepción de muchos mexicanos ya no depende de
una barra de colores con un tanto por ciento en su extremo.
Una encuesta es sólo una fotografía de lo
que piensa o prefiere un segmento de la población en un momento
determinado. Sabemos que las encuestas pueden tener preguntas sesgadas
que den resultados, ambiguos no del todo ciertos, no del todo falsos y
que el encuestador manipula de acuerdo a su criterio, sus intereses o su
falta de escrupulos. Pero lo más importante; que las encuestadoras que
están más a la vista el día de hoy, han sido contratadas por grupos
empresariales interesados en que gane Peña Nieto. De las encuestas que
nos muestran los medios hoy en día, no sabemos nada acerca de los criterios con
los que han sido aplicadas. ¿Entre que sectores, sociales, de género,
edad, de la población?, ¿Cuántas personas han sido entrevistadas?, ¿En
qué regiones del país?
Hay otras preguntas mucho más subjetivas
pero que son válidas y debemos hacernos, estas preguntas pueden
hacernos dudar más de las casa encuestadoras y hacernos pensar que los
muestreos de dichas encuestas están perfectamente estudiados y
seleccionados por los mañosos encuestadores. Dos principalmente muy
sencillas: ¿Cuándo fue la última vez que fuimos participantes de una
encuesta? ¿A cuántos de nuestros familiares y amigos han encuestado en
los últimos meses?
¿Cómo creer que un candidato, en este
caso Enrique Peña Nieto, goza de más del 40 por ciento de las
preferencias electorales si hemos visto cómo es percibido en las redes
sociales?, ¿Cuándo vimos cómo fue recibido en la Universidad
Iberoamericana y las negativas de su equipo de campaña de exponerlo a
otros estudiantes de cualquier universidad? ¿Cuándo sus actos de campaña
están planificados bajo la dirección de cámaras y escena de uno de los
medios de comunicación de este país?
Pensemos que estos hechos tampoco
engloban al universo de mexicanos, no todos somos estudiantes de la
Ibero, no todos tenemos acceso a redes sociales. Pero existen otros dos
hechos recientes, que si bien son igual de manipulables al final del
ejercicio, son curiosos y lo medios no quieren que uno conozca. El
primero, fue la encuesta aplicada después del debate por el portal de
Uno Noticias elaborada por María de las Heras en las que la intención
del voto de los encuestados en ocho ciudades del país daban un 36% a
Andrés Manuel López Obrador y el último lugar lo ocupaba Enrique Peña
Nieto con un 15% de esa intención de voto. El otro fue el simulacro de
elección que se llevó a cabo en la UNAM, donde se instalaron 28 casillas
electorales en las diferentes escuelas de la Universidad, cada una de
ellas con quinientas boletas electorales. El resultado no fue sorpresivo
pero si contundente López Obrador contabilizó más del 85% del voto y su
más cercano adversario fue Peña Nieto con tan sólo el 5% de los votos.
No quiero decir que estos dos ejercicios
marquen la pauta general de las preferencias de los mexicanos, pero si
quiere decir que las otras encuestas no son ciertas, que están sesgadas y
que se nos olvida un factor principal: de acuerdo a esas mismas
encuestas, en este momento lo que las encuestas reportan como indecisos
pueden darle el voto triunfador a cualquiera de los tres principales
candidatos. Que hoy nada está escrito y que si hay un resultado
diferente al presentado por los mañosos encuestadores nadie debe
sorprenderse, ni gritar fraude.
Lo otro es que en caso de que las
encuestas están manipuladas. Sí las condiciones en las que se llevan a
cabo no son lo suficientemente claras al momento de publicarlas, ¿Dónde
están el IFE y su consejero Presidente para sancionar? Seguramente
viendo ad infintum repeticiones de la edecán pasar con las preguntas.
Publicado en blureport.com.mx 25 de Mayo 2012
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