Es curioso en un mundo
donde se resalta la crisis económica, uno de los focos rojos en la
salud de la humanidad esta relacionada con el sobrepeso y los problemas
de salud que esto representa.
Armando Enríquez Vázquez
A diferencia de lo que uno pueda pensar, hoy la peor crisis
alimentaria que el mundo enfrenta, no es la hambruna, si no el
sobrepeso.
La única región del planeta que enfrenta una grave crisis de hambre
es África subsahariana, el resto del mundo enfrenta un crecimiento de
una población obesa. Estados Unidos, Arabia Saudita, Australia,
Sudáfrica, Argentina, Venezuela y por supuesto México tienen poblaciones que son obesas en más de un 50% llegando en algunos casos a más del 70%.
Poblaciones más boyantes, con una menor demanda de trabajo físico,
más sedentarias y sin problemas para adquirir alimentos procesados que
contienen cada vez una mayor cantidad de azúcares y grasas, que no son
difíciles ni de comer ni de digerir, ponen el mundo al borde de uno de
problemas más grandes de salud, que en los próximos veinte años habremos
de ver. Los números de enfermos relacionados con la obesidad y el
sobrepeso será tan grande de acuerdo a las proyecciones de diversos
estudios, alrededor de una tercera parte de los habitantes del planeta
tendrán diabetes, por ejemplo, que el problema deja de ser un problema
de salud individual para convertirse en uno de los principales problemas
que habrán de enfrentar los gobiernos del mundo y sus diferentes
sistemas de salud.
El sobrepeso y la obesidad son factores definitivos en el desarrollo
de algunas enfermedades como la hipertensión, la diabetes, así como
ciertos tipos de cáncer. De acuerdo con estudios recientes la
Organización Mundial de la Salud (OMS), atribuye el 44 % de casos de
diabetes, el 23% de enfermedades cardiacas y más del 40% de ciertos
tipos de cáncer al sobrepeso y la obesidad. La gordura más peligrosa es
aquella en la que el cuerpo es redondo y la cintura es amplia, pues la
grasa rodea a los órganos provocando inflamación y mal funcionamiento de
los mismos.
El negocio no sólo esta en los fabricantes de alimentos chatarra y
comida rápida sino augura un fuerte mercado para las empresas
farmacéuticas que habrán en los próximos años de desarrollar y
comercializar cientos de medicinas para controlar, que no para curar, a
una población enferma que padecerá enfermedades crónicas o
degenerativas.
En nuestro país los datos de sobrepeso y obesidad no son nada
alentadores, hoy más del 50% de la población somos obesos, en el caso de
la mujeres mayores de veinte años se ha incrementado el porcentaje del
71% al 73% en los últimos seis años. Desde 1980 el número de gente con
sobrepeso y obesa en México ha aumenta en más de 30%.
A pesar de las campañas de prevención de diabetes por parte del IMSS y
del combate de la Secretaria de Educación Pública en contra de los
alimentos chatarra en las escuelas, batalla bastante ineficiente, la
verdad es que los gordos, más allá de la eterna crisis y los números
avasalladores de los mexicanos en condición de pobreza, vamos ganado
terreno, y no sólo en los agujeros del nuestros cinturones, y podemos
colapsar por completo el sistema de seguridad
social en los próximos veinte años tan sólo con enfermedades
relacionadas a la obesidad y el sobrepeso. El reto es alejar a los
consumidores mexicanos no sólo e los refrescos, sino de todos los
alimentos procesados que contienen altas cantidades de azúcar o sal, de
conservadores químicos cuyos nombre parecen sacados de novela de ciencia
ficción, además de ser impronunciables, y acercarlos a una alimentación
sana y balanceada. Está bien el considerar un impuesto a la industria
refresquera de manera similar al que se aplica a la industria
tabacalera. Incluso habría que pensar en poner fotos de los efectos de
la diabetes en las personas en los envases. La obesidad atrae a muchos
“asesinos silenciosos”. Hasta los aztecas racionaban las tortillas a los
niños conociendo los riesgos para engordar que estas representan.
Existe mucho por hacer en nuestro país que es el primer consumidor de
refrescos en el mundo, más que los Estados Unidos y eso es mucho que
decir. Se calcula que 728 vasos de Coca Cola fueron consumidos durante
el año pasado por cada uno de nosotros, mexicanos, así que haga cuenta
si le sumamos otros refrescos, pastelitos, papitas y demás comidas
chatarras y sin contar el taco, la torta o gordita de chicharrón de la
esquina “para engañar al hambre”. Eso es lo que enseñamos a nuestros
hijos, lejos de enseñarles buenos hábitos alimenticios y no es que en el
resto del mundo se haga pero…Mal de muchos, consuelo de…
Publicado en blureport.com.mx el 22 de Diciembre de 2012
Imagen: topnews.in
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