Mientras crece la
indignación sobre el uso de armas químicas contra civiles en Siria, se hace
todo lo posible por minimizar el crimen ambiental que el gobierno de Japón
continua cometiendo tras la tragedia de Fukushima.
Armando Enríquez Vázquez
El 11 de Marzo de 2011 la costa noreste de Japón fue
sacudida por un terremoto de 9 grados de magnitud en la escala Richter, al que
siguió un tsunami. Una de las instalaciones que resultó dañada fue la central
nuclear de Fukushima. En las primeras horas del terremoto se decidió evacuar un
perímetro de 3 Km a la planta nuclear al detectarse problemas de enfriamiento y
fracturas en dos de los cuatro reactores del la nucleoeléctrica, con el pasar
de los días se decidió aumentar este perímetro a 20 Kilómetros y con el pasar
de los días se amplió hasta 30 Km. Los problemas de la planta de Fukushima 1,
parecen no estar bajo control y los daños reales no han sido revelados.
Han pasado dos años seis meses y las secuelas de Fukushima
se nos han ido revelando a cuenta gotas a través de este tiempo. Siempre en
pequeñas notas; conejos sin orejas,
mariposas con las alas distorsionadas, cultivos mutantes. No sabemos
exactamente cuáles han sido las repercusiones en los seres humanos, en los
niños de la región. Lo que es claro es que el Fukushima es aún un foco rojo, no
sólo para Japón, si no para el mundo.
El pasado mes de agosto los directivos de TEPCO (Tokio
Electric Power Company) anunciaron que agua contaminada con radiación
procedente de los reactores de Fukushima continuaba siendo vaciada al Océano
Pacífico. Los daños a la fauna marítima
y a la pesca de la región no se han cuantificado.
El pasado lunes TEPCO admitió haber registrado niveles de
radiación muy superiores a lo que la norma internacional marca como normal. Al
cavar un pozo encontraron agua contaminada con 3200 becquerelios por hora, los
becquerelios son la unidad que se utiliza para medir los niveles radioactivos
en su actividad y decaimiento, en otra unidad que son los milisievert, que se
utiliza para medir la absorción radioactividad por organismos vivos, los
resultado fueron de 1800 milisievert, en agosto y 2200 milisievert, el 9 de
septiembre. Esta última cantidad de radiación es capaz de matar a un ser humano
en cuatro horas. El agua sigue corriendo al océano y filtrándose en el subsuelo
japonés.
No cabe duda que el genocidio en Siria no tiene nombre, lo
haya efectuado el gobierno de ese país o la insurgencia, cosa que no queda del
todo clara el día de hoy. Las amenazas de represalias y la indignación mundial
han sido constantes durante las últimas semanas ante este aberrante acto, que
condenó a la muerte a miles de civiles, por el simple hecho de encontrarse
indefensos ante las ambiciones de poder tanto del gobierno, como de esa
insurgencia que desde hace ya unos años no termina de cuajar y que en muchos
ocasiones se ha mostrado más sanguinaria y despiadada que el régimen que
intentan derrocar. La ONU misma ha reconocido el salvajismo de ambos bandos y
acusa de crímenes de guerra a los dos.
¿Por qué en el caso de Japón nadie ha dicho nada? Las notas
se publican esporádicamente, perdidas como curiosidades, aparecen las
fotografías de Tomates creciendo unos encima de otros. Dobles frutos. Conejos
sin orejas. Ranas de seis patas. Las consecuencias del accidente nuclear de
Fukushima, uno de los dos más importantes en la historia de la humanidad, el
otro fue el de Chernobyl, en la entonces Unión Soviética en abril de 1986,
ambos de 7 en la escala INES que mide la magnitud de los accidentes nucleares,
la escala INES está formulada de manera logarítmica y funciona de manera
similar a la escala Richter que miden los temblores de tierra, se ocultan a la
opinión pública.
Mientras que en Rusia tras 27 años del accidente aun se
mantiene una zona prohibida de 30 Km
alrededor de la planta y se construye una estructura para contener la radiación
por los próximos 100 años que se montará en 2015 sobre la estructura que
actualmente cubre el reactor. En el caso de Fukushima no existen estructuras
que recubran a los reactores porque estos no se han terminado de enfriar y a un
área restringida de 20 Km se le suma una de 10Km que es voluntaria.
¿Cuál es el verdadero daño espera a los japoneses en los
próximos años? ¿Habrá un impacto a nivel mundial por el vertido diario de 300
toneladas de aguas radioactivas en el Océano Pacífico? ¿Por qué la comunidad
internacional no se manifiesta preocupada? Al final del día, más allá de las
bombas de Hiroshima y Nagasaki, la mayor cantidad de muertes por radiación
nuclear se ha debido a plantas destinadas para dar mejores niveles de vida a
los seres humanos. Pocos son los muertos en el momento de los accidentes
nucleares: 2 en Japón y 31 en Rusia. Pero los daños a corto, mediano y largo
plazo son incuantificables. En Rusia mas 330,000 personas fueron reubicadas.
mientras que en Japón el número fue de 300,000 seres humanos que tuvieron ser
desalojados y trasladados.
A ninguno de los supuestos paladines del mundo parece
importarle lo que sucede en Japón. Pero, así son los intereses disfrazados de
justicia, es más importante perpetrar el negocio de la guerra que tratar de
crear uno de basado en la salud y la sustentabilidad.
Publicado en blureport.com.mx el 11 de Septiembre de 2013
Imagenes: plus.google.com
globalanimal.org
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