La idea de identificar a la ciudad como una marca no es mala, el problema radica en lo mal planeado de la campaña.
Armando Enríquez Vázquez.
Desde que llegó Miguel Ángel Mancera a la jefatura de
gobierno de la capital del país, una de sus obsesiones ha sido posicionar las
siglas CDMX como identidad de nuestra ciudad. Crear la marca que identifique a
la ciudad. Desde el 12 de marzo de 2014 las siglas y su uso por los próximos
diez años fueron registrados por el gobierno de la Ciudad de México ante
Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI).
Hacer de una ciudad, incluso de un país una marca no es nada
nuevo y los grandes éxitos en ese sentido se encuentran en el icónico I corazón NY, para la ciudad de Nueva
York o el toro de Osborne en el caso de España. Ambos símbolos han sobrevivido
a lo largo de los años sin importar los cambios políticos, lo que los ha
fortalecido y hecho internacionalmente conocidos. El problema en nuestro país y
con nuestros mezquinos políticos es que cada seis años lo hecho por el gobierno
anterior se va a la basura, se queda en el olvido o sirve de excusa para
emprender una cacería política de los antecesores. Los funcionarios de Mancera
y sobretodo los publicistas a cargo del CDMX, no tienen ya mucho tiempo para
lograr su objetivo.
La idea de identificar a la ciudad como una marca no es
mala, el problema radica en lo mal planeado de la campaña. En el Zócalo
capitalino se colocó un enorme CDMX donde jóvenes paseantes se toman fotos una
y otra vez, pero nadie sabe porque el CDMX, pareciera que se responde
únicamente a un capricho del gobernante en turno. En su momento otro supuesto
líder de la izquierda nacional que ocupó la oficina de jefe de gobierno declaró
a la capital de la República como la Ciudad
de la esperanza. A la distancia otorgada por el tiempo, pareciera que esa
esperanza fue únicamente la suya para lograr desde la jefatura de gobierno la
presidencia de la República.
Sí pensamos en las siglas CDMX, nos encontramos con varias
dificultades desde mi punto de vista, la primera de ella es que a pesar de que
hoy en día, las generaciones más jóvenes están acostumbradas a abreviar
palabras en los textos de sus conversaciones y posteos, sin embargo las
generaciones mayores no están acostumbrada y en una primera lectura puede ser
confuso para las generaciones mayores que no se sienten del todo identificadas
con estas siglas que podrían ir más en las placas de un vehículo. que servir
como identificador de una ciudad que se presume incluyente. Los mexicanos jamás
hemos identificado a la ciudad de esta manera y las siglas que utilizamos por
décadas para la ciudad, fueron aquellas que han sido eliminadas de un plumazo:
D.F.
Sin embargo, el mayor problema, desde mi punto de vista, es
la poca promoción de las siglas, que por lo general se utilizan a diestra y
siniestra, lo que las hacen parecer como parte de la papelería oficial del gobierno
de la ciudad más qué como la marca de nuestra ciudad.
En un tono rosa tan neutro y frio, que difícilmente emocionará
a nadie, contrastado con negro. Así de impersonal y falto de emoción resulta el
logo que Miguel Ángel Mancera escogió para promocionar a nuestra ciudad.
Cuando el gobierno federal decidió como parte de la marca
turística de nuestro país ese logo que tiene el nombre del país con las letras
de diferentes colores y texturas, creo que lo que intentó hacer fue darnos la
idea de un país alegre, lleno de matices y experiencias. El triste negro y rosa
de CDMX tiene más connotaciones negativas que positivas, cuando si de algo
podemos hablar de la Ciudad de México es de una riqueza cultural, histórica,
gastronómica, en entretenimiento que no está representada en el triste logo
implementado por el actual gobierno de la ciudad.
Aunado a eso la promoción de las siglas como marca y como
identificación de nuestra ciudad ante los ojos de todos ha sido nula en el
mejor de los casos o de una pobreza creativa que da pena ajena.
Durante el gobierno de Marcelo Ebrard había un video de la
ciudad que mostraba el Palacio de Bellas Artes y un concierto en su salón
principal del palacio, mientras se iba destacando la oferta turística de
nuestra ciudad. Los dos gobiernos anteriores de la ciudad utilizaban a la
victoria alada, que tiene más de cien años de ser parte de la ciudad, como
parte de su imagen y de la imagen de nuestra ciudad. Para el gobierno actual la
ciudad se reduce a letras en negro y rosa.
Crear la marca de una ciudad no se hace por decreto o
utilizando hasta la saciedad las imágenes, siglas en este caso, que pretenden
sintetizar a la ciudad, sino haciéndolas empáticas con los habitantes del
lugar, con los visitantes que reconozcan apenas ver el logo, ese lugar
idealizado que visitar o vivir. Los constantes fracasos de publicistas que han
utilizado la imagen de diferentes actores y actrices para promocionar a los
estados de la República son claro ejemplo de lo mal enfocada que se encuentra
la promoción los destinos turísticos como marcas de consumo.
Intentar crear una marca de una ciudad o de un país
requiere, como toda marca, de una campaña de publicidad exitosa. Una campaña
que en el caso de tres años de CDMX ha sido nula. Ningún habitante distinguido,
de los miles de ellos que habitan en la ciudad ha promovido la marca, ninguna
de las diversas comunidades que lo habitan, las experiencias en la Ciudad de
México no están ligadas a CDMX.
No basta con haber puesto desde la semana pasada una serie
de posters en algunos vagones del metro, en sus andenes, unos cuantos
espectaculares diciendo Adiós DF, Hola
CDMX, hace falta mucha creatividad y muchas acciones de publicidad para que
el sueño de Miguel Ángel Mancera de hacer de esas siglas la marca que identifique
a la capital del país sea una realidad, de otra manera en tres años, cuando el
nuevo gobierno de la Ciudad de México tome posesión, enfrentaremos nuevos
cambios en la imagen oficial de la ciudad iniciando una nueva búsqueda por
crear una marca de la capital del país.
publicado en roastbrief el 8 de febrero de 2016
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