Conocida popularmente
como María Pistolas, esta maestra defendió la tumba donde fue enterrado
Francisco I. Madero.
Armando Enríquez
Vázquez
En muchas ocasiones la historia nacional esconde en breves
anécdotas, historias de personas que sin llevar una vida donde disfrutaron de
las mieles de la victoria militar, económica o política de muchos de los
llamados Héroes y que, desde estatuas
oficiales erigidas por amigos, discípulos o que ellos mismos han colocado en su
honor volviéndose próceres de una nación.
En México desde tiempos de la independencia, los
historiadores oficiales se han encargado de contarnos pasajes ficticios de
nuestra historia con personajes ficticios, mientras que otros personajes de
carne y hueso, y con un valor mayor al de los héroes oficiales de papel, han
sido olvidados por nuestra historia, relegándolos a una pequeña viñeta en el
voluminoso libro de nuestra historia.
Uno de estos personajes es conocido gracias a su encuentro
con Álvaro Obregón, cuando este llegó a la Ciudad de México, tras derrotar a
Carranza. El general victorioso se encontró de frente con una mujer llamada
María Arias Bernal. El sonorense le obsequió su pistola a la mujer
reconociéndola como El único hombre en la
Ciudad de México durante la decena trágico y la presidencia del traidor
Huerta.
¿Quién era esta mujer? Y ¿Qué hizo para ganarse el reconocimiento
de Obregón?
María Arias Bernal, fue otra de las destacadas maestras que
se formaron a finales del porfiriato, no sólo entregadas a la vocación
educativa, si no comprometidas con las causas sociales y sobretodo con las
causas de las mujeres. María Arias Bernal nació en la Ciudad de México en 1884.
Poco se sabe de su infancia, pero María Arias Bernal se hija de una familia
modesta. A los dieciocho años, a diferencia de la mayoría de adolescentes de su
generación, María se graduó como maestra, un camino que muchas mujeres tomaban
para hacerse de una profesión, pero también un semillero de grandes talentos y
valores del pensamiento y más tarde de la revolución en nuestro país.
María trabajó como maestra y como muchas mexicanas de
principios del siglo XX simpatizó con las ideas del Madero, a pesar de ser
subdirectora de la Vocacional Corregidora del Querétaro, una escuela técnica y
de oficios dedicadas a jóvenes mujeres y que formaba parte del sistema
educativo instituido por Porfirio Díaz y su Secretario de Educación el famoso
Justo Sierra.
Tras el asesinato de Francisco I Madero y su vicepresidente
José María Pino Suárez, María Arias Bernal fundo el Club Femenil Lealtad cuyo
objetivo era preservar la ideología del coahuilense, asimismo se dedicó a
defender la tumba de Madero y intentar derrocar al usurpador Huerta con
discursos y panfletos que editaba en un mimeógrafo que compro específicamente
para editar sus ideas contra el régimen del dictador.
Semanalmente ella y un grupo de mujeres se reunían en la
tumba de madero para pronunciar incendiarios discursos. En más de una ocasión
piso las cárceles del régimen Huertista, una de ellas por haber atacado y
enfrenado a Jorge Huerta, hijo del traidor Victoriano cuando intento destruir
la tumba de Madero.
En agosto de 1914 se dio el célebre encuentro con Obregón,
por lo que la prensa y el pueblo la bautizaron como María Pistolas a pesar de
que la mujer en su lucha revolucionaria jamás empuñó un arma.
María Arias Bernal murió en 1923, de acuerdo con algunas
fuentes en el mes de noviembre.
En 1962 el director de cine René Cardona usó el apodo de la
revolucionaria para hacer una película llamada María Pistolas que nada o muy
poco tiene que ver con la figura real del María Arias Bernal.
publicado el 23 de mayo de 2016 en mamaejecutiva.net
imagen: Wikipedia.org
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